Capítulo XXIX

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   Me reprimí una risotada luego de escuchar aquello. Stuart seguía mirándome con rabia, manteniendo sus bazos cruzados y sus ojos entrecerrados.

   —¿Por qué te ríes? Estoy hablando muy en serio.

   —Es que pareces un tonto, Stuart —le repliqué—. Así de simple. Eres muy infantil. ¿Crees que John es qué? ¿Un juguete?

   "Papá, te doy dos minutos para que saques a Stupido de la casa, ¿okey?"

   —¡SÍ, YA ME VOY! —espetó molesto. Me apuntó con el dedo índice el pectoral y susurró—: ¿Ya lo sabes no? MÍO. Eme, í, o. Mío.

   Se dio la vuelta, no sin antes lanzarme una de sus miradas asesinas, y se dirigí hacia la salida de la casa, pasando por medio de Mimi y de Julian, cuyas miradas hacia él fueron de reproche. Tomó la mano de John y lo obligó a caminar junto a él hacia la puerta.

   —¿Y qué es lo que le pasa? —murmuró Mimi, mirándome con el ceño fruncido y guardando sus manos en los bolsillos del suéter negro que llevaba puesto—. ¿Por qué está tan amarado?

   —Está molesto —hablé bajito, casi sin mover los labios, mientras que veía cómo Stuart y John hablaban en el umbral—. Si te contara, ni lo creerías...

   —¿Qué sucedió?

   Julian, que estaba sentado en el sofá individual portando su uniforme desalineado, nos miró, y gritó:

   —¡ES QUE ESE STUPIDO HIZO QUE LO DESPIDIERAN DEL TRABAJO! ¡POR ESO ES QUE DIGO QUE PAPÁ DEBERÍA ECHARLO DE AQUÍ Y NO HACER QUE VUELVA NUNCA MÁS! ¿¡VERDAD!?

   —¿¡Hizo que te despidieran!? —preguntó Mimi con asombro. En ese momento Stuart ya se había ido, y John cerraba la puerta detrás de sus pasos—. ¿¡Cómo es posible eso!? ¡JOHN! —le espetó, haciendo que su sobrino diera un salto—. ¿¡Y TODAVÍA LO DEJAS QUE ENTRE AQUÍ!?

   —¡No, no, no! —me apresuré a aclarar—. Stuart está aquí por algo que John y yo decidimos preparar, Mimi... Algo que decidimos hacer para vengarnos de lo que me hizo.

   Al parecer la palabra 'venganza' y 'Stuart' en una misma frase logró llenarla de emoción, puesto que de inmediato esbozó una maliciosa sonrisa mientras tomaba asiento el sofá. Cruzó las piernas y colocó sus manos entrelazadas sobre sus rodillas, como esperando a que nosotros dijéramos algo.

   —¿Y bien? ¿No me van a contar?

   John y yo intercambiamos miradas, y soltamos risitas de complicidad. Entonces nos dispusimos a sentarnos frente a ella, sobre el sofá grande. Volvimos a mirarnos.

   —¿Quién empieza, tú o...?

   —Tú —le dije—. Empieza tú.

   —¡Ay, qué fastidio escuchar a John!

   Su sobrino lo miró feo, y Jude y yo nos reímos.

   —Bueno —comenzó diciendo—, ya sabes, tía, que Paul y Stuart han tenido siempre sus problemas, desde que se conocieron, ¿no?

   —Ajá, y esos problemas son porque Stuart es un celópata de mierda con una personalidad de mierda y un carácter de mierda, ¿no?

   —Eh, b-bueno, sí —admitió—. Y...

   —¡Mimi! —espetó Jude—. ¿Tú sí puedes decir groserías y yo no?

   —Cuando es para insultar a Stuart, sí. Es más, te doy el permiso de usar todas las groserías que quieras para hablar de él o para hablar con él.

He's Perfect for Me ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora