Capítulo XXIV

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   Intentando ser lo más rápido posible, deslicé la brocha sobre mis uñas para aplicar la segunda capa de esmalte azul antes de marcharme al trabajo. La otra mano lucía el bonito color verde que John me había obsequiado, al igual que el azul.

   Cerré el envase y enseguida me dispuse a soplar mis dedos para apurar el secado. Los esmaltes eran nuevos y, por ende, se secarían muy rápido. Enseguida tomé mi mochila, intentando que mis uñas no rozaran, y salí de mi recámara mientras me la colocaba.

   —¡BUENOS DÍAS, PAAAAAAAAUL!

   El grito de Julian me hizo dar un respingo. El niño —que salía de su habitación al mismo tiempo que yo de la mía— corrió hacia mí con sus bracitos extendidos y logró abrazarme fuertemente las piernas, haciéndome soltar una risita.

   —Hola, Jude —me incliné hacia él, cuidando de no arruinar mis uñas, y le di un beso en la mejilla gordita—. ¿Cómo dormiste?

   —¡Con los ojos! ¡Y también desperté con ellos!

   Dejé salir otra carcajada cuando escuché su respuesta. Toqué la puntita de su nariz.

   —Yo también dormí con los ojos.

   Se rió de forma juguetona. Fue entonces cuando me percaté de su vestimenta, que aún consistía en su pijama que, esta vez, era totalmente negro con algunos planetas y estrellas estampado.

   —¿No vas al colegio hoy?

   —¡NO! —contestó con emoción—. A mamá le llegó un mensaje donde decía que la maestra se cayó y que no nos va a dar clase ni hoy, ni mañana. ¿¡No es genial!? ¡No voy a ir a clases! —luego de espetar aquello, se tornó serio y con semblante melancólico—. Me da tristeza con la maestra..., ¡PERO NO IMPORTAAAAA! ¡NO VOY A IR AL COLEGIO PORQUE SE CAYÓ LA MESTRA! ¡Diosito sabe por qué hace las cosas!

   Dejé salir otra carcajada de mis labios cuando lo vi dar saltitos que reflejaban su emoción, mientras que deslizaba la yema de mi dedo pulgar por la uña de mi dedo medio. Sentí la suavidad del esmalte seco, cosa que me dio la libertad total de poder apretarle las mejillas y alborotar su cabello en muestra de cariño.

   —¿Entonces te quedarás todo el día en casa?

   —¡Sí! —contestó con alegría—. ¡Y le voy a preparar el desayuno a mamá!

   —Oh, eso sería muy lindo de tu parte —me coloqué en cuclillas y lo abracé con fuerza, para después darle un beso en la mejilla—. ¿Y qué más piensas hacer?

   —¡Jugar mucho! Y ver televisión, luego comer y dormir y esperar a que papá y tú lleguen. —Se sonrió—. ¿Te parece divertido mi día hoy?

   —Por supuesto que sí. —Le devolví la sonrisa mientras le acariciaba el cabello y me incorporaba—. Te traeré unos dulces cuando llegue del trabajo, peeeero... —alcé mi dedo índice, interrumpiendo así una frase alegre y gritona de su parte— debes portarte bien —finalicé—. Y como tú eres un niño hermoso que se porta bien, estoy seguro que vas a poder comerte lo que voy a traerte, ¿verdad?

   Julian agitó su cabeza de arriba hacia abajo, al momento que una sonrisa amplia se formaba en sus labios y sus ojitos marrones se tornaban brillositos. Luego abrió su boca y, rompiendo mis tímpanos, gritó:

   —¡TE PROMETO QUE ME VOY A PORTAR BIEN!

   En ese instante John salía de su habitación junto a su esposa. Él llevaba puesta una camisa de vestir color rojo oscuro, que combinó con una corbata negra que, además, hacía juego con el resto de sus prendas del mismo color. Y Cynthia solo vestía un conjunto verde tierno que usaba para dormir, el cual consistía en un short y camisa con tirantes muy delgados.

He's Perfect for Me ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora