el monstruo cobarde.

512 84 22
                                    




El pasado es algo que todos poseemos, pero que, lamentablemente, no todos sabemos controlarlo. Se apega a nosotros, y define el cómo somos en el presente. No importa cuál haya sido el error o el logro, todo influye en lo que somos a día de hoy, incluso aquellos mínimos detalles que el yo del presente mantiene olvidados.


Sin embargo, los recuerdos se vuelven un problema cuando esos malos acontecimientos se quedan impregnados en nuestra memoria, y ya no influyen estrechamente en nuestra vida, sino que se expande como un río en una represa, y lo cambia todo: nuestra forma de ser, nuestra forma de hablar, de caminar, y peor aún, en nuestra visión de mundo y la vida cotidiana. Porque sí, el pasado también viene con esa condición: de cobrar las consecuencias de nuestros actos en el presente. Y a veces, puede llegar a ser fatal.


Como yo, por ejemplo. Nunca creí que se demoraría tanto, pero aquí está, frente a mis ojos, obligándome a tomar decisiones que en ningún momento se me habían pasado por la cabeza antes. Aquí estoy, otra vez, huyendo de las consecuencias, como así ha sido toda mi vida. No me acostumbré con el tiempo, no pude remediar mis errores por más que quise, porque mi cobardía me lo impidió. Qué más podía hacer, es una cualidad que llevo conmigo desde que tengo memoria, si es que no nací con ello. Mi pasado me hizo así, y ahora que han pasado los años y soy un adulto, no puedo quitarla, se ha pegado a mi cerebro y ahora es parte de mí, de lo que soy.


Tal vez, si la efímera felicidad que poseí cuando era pequeño hubiese perdurado, las cosas habrían sido muy distintas. Lástima que llegó una persona que lo arruinó todo, y arrebató todo lo que vio a su paso. Esa persona que solía ser un buen padre, una persona que cuidaba de nosotros, se convirtió en un monstruo, porque no sólo me arruinó la vida a mí, sino que lo hizo con toda mi familia y el ambiente que le rodeaba.


Jamás entendí porqué su semblante de un día para otro cambió, como si algo dentro suyo se hubiese roto, y desquitaba su rabia con nosotros, con la gente que más amaba, o al menos, así quería pensarlo, que aún nos quería.


Pasé días, semanas, encerrado en mi cuarto, llorando por intentar entender lo que pasaba. Sólo era un niño, ¿qué tan mal había hecho para merecerme un trato como aquel? El único consuelo que teníamos era el de nosotros mismos intentando salir adelante aún con el peso sobre nuestros hombros.


Aun así, pasaron los años, y la situación parecía no querer cambiar. Tanto se agravó, que mi padre terminó matando a mi hermano mayor, Daniel, el único soporte que me quedaba. Luego de eso, todo en mí se descontroló, aunque, fue algo bueno, en un principio. Logramos denunciar a mi padre, la policía se lo llevó y ahora está en la cárcel, con una pena de quince años. Desde ese entonces mi madre está más tranquila, sólo ella, porque yo aún tengo cosas pendientes que debo resolver.


El final feliz fue para mi madre, porque yo no tenía ni la menor idea de que de ahí mi historia recién comenzaba. Pasaron los años, hasta que cumplí diez, luego quince, y ahora, diecinueve. Once años habían pasado desde el momento en donde mi hermano murió, y diez años en donde me di cuenta de que yo también era un monstruo, como mi padre. Callé por años, y para mi suerte, nadie se enteró de nada, hasta ahora, que han tratado de arruinarme la vida como si no hubiese un mañana, y bueno, tiene sentido, si lo que quieren ver es mi cadáver.

donde los monstruos nacen ー mark leeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora