donde los monstruos nacen.

467 83 23
                                    




Permanecí en esa posición por unos segundos. Mi cabeza se ensuciaba con la tierra y las hojas secas, mis muñecas dolían porque la soga me retenía con una fuerza que mi piel no era capaz de soportar, y mis piernas ya se acalambraban de tantos minutos estando en la misma posición.


«Sólo un poco más... espera un poco más... —me alentaba a mí mismo, dando el último esfuerzo—. No te tragues la píldora, no tragues saliva...»


Sentí cómo el somnífero se deshacía dentro de mi boca, pero me rehusaba a tragármela. Aquí el culpable es otro, no yo. No era posible que el villano de la pesadilla fuera el que ganara la batalla. Quería que Johnny pagara por la vida que me arruinó. Quería que al menos esta historia de terror tuviera un final feliz.


¿Acaso no podía pedirlo? Ya abusaron y me hostigaron lo suficiente como para sacarme de mis casillas y volverme casi loco. Johnny ya obtuvo lo que quería; me tiene bajo sus pies, hizo pagar mi condena de la peor forma que jamás nadie haya imaginado. ¿Qué más quería de mí? Porque hasta el momento no se me ocurre nada más que la misma muerte.


Si me quiere ver muerto, pues que lo haga él mismo, tal como lo hizo con RenJun, con Jeno y con HaeChan. Porque sí, él es el asesino de su propio hermano, no Jeno, ni RenJun. Johnny, por ser un maldito enfermo que sólo quiere ver sangre a toda costa.


Necesito que pague por sus actos. Necesito que reciba lo mismo, o peor, de lo que me hizo sufrir a mí. Sí, maté a Taeil, a su querido hermano, pero tenía motivos para hacerlo. Johnny sólo quiere hacerlo por despecho, porque no tiene más problemas que resolver aparte del de su amigo de la infancia, que no es el mismo que hace diez años atrás, y que, aunque haya sido perdonado por sus pecados, quiere enterrarle la espada por la espalda.


Sólo tenía que esperar un poco más, esperar el momento exacto en donde poder salirme con la mía.


Johnny seguía acuclillado a mi lado, mirándome con una sonrisa. No lo veía, pero sabía que esa era su expresión. Le haría creer que ha ganado, cuando esta guerra recién está empezando.


Sentí su grande mano posarse sobre mi cabello. Un escalofrío me recorrió el cuerpo a una velocidad que jamás pensé que actuaría dentro de mi organismo. Era la rabia consumida que traía conmigo desde hace más de un mes atrás... y los recuerdos que invadieron mi mente al recordar todas las veces que nos encontrábamos en otro contexto y sus manos se sentían cálidas y acogedoras...


—Cuando imaginaba esta escena y te observaba mientras estabas en casa me emocionaba —hablaba en susurros, tal cual como lo hacía cuando dormíamos juntos. Sentí repulsión, y mis ganas de golpearlo sólo aumentaron, pero las ganas de volver al pasado también seguían allí—. Y ahora que lo estoy viviendo —soltó un largo suspiro— ...se siente mucho más emocionante.


Un poco más... sólo un poco más. Debía de pillarlo con la guardia baja para atacarlo y no quedar en desventaja.


Aflojé mis labios para que la saliva con la píldora deshecha saliera. Mientras tanto, Johnny seguía con su estúpido monólogo.

donde los monstruos nacen ー mark leeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora