Mujeres Trofeo

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Narra Alexandra//

No sé cuánto tiempo ha pasado en el plano de mi realidad, pero a estás alturas de mis sueños tengo apenas dieciséis años... Soy la única hija de una pareja adinerada y bastante reconocida en el pequeño lugar donde vivo, mi vida no es ni remotamente muy interesante o parecida a mi vida inmortal... De hecho lo único que podría la hace interesante y que conservo de mi inmortalidad es a cierta chica de cabello castaño, poseedora de un aura preciosa y quien ha sido mi mejor amiga desde que tenía siete años... El amo de mi vida y de mi inmortalidad.

Señorita Abbot, la buscan en la planta baja -dijo la mucama con seriedad-

Gracias, iré en un momento... puedes retirarte -ella salió rápidamente de mi habitación-

Me quedé un momento postrada frente a el gran espejo que cuelga en una de las paredes de mi habitación y me observé atentamente; al ser una joven de clase alta me obligan a usar vestidos grandes con un corset sumamente ajustado que apenas me permite respirar, admito que son vestidos hermosos, pero son demasiado asfixiantes y en extremo incómodos; el vestido que estoy usando hoy es azul con bordados morados. Salí de mi habitación a paso lento pues no sé me permite correr pues «eso no es bello en una dama» como dice mi madre; por fin llegué a la planta baja encontrando rápidamente a mi muy agradable visita.

Señorita Lowell... -pronuncie sin acostumbrarme aún a su nuevo apellido-

Buenas tardes, majestad -hizo una ligera reverencia entre risas-

Silencio, Gia... -susurre tratando que mi madre no la escuchará- sabes que me matarán si saben que no me comportó «como una dama»

Entonces vámonos a dónde tú vida no peligre -sugirió-

De acuerdo -le sonreí y luego me encamine a el salón dónde siempre puedo encontrar a mi madre-

Mi madre, Audrey Abbot, única heredera de la gran fortuna de su familia, casada con Enrique Abbot, el dueño de la mayor parte de los comercios que existen en el pueblo donde vivimos y de algunos otros afuera de éste; mi madre es una mujer inteligente, carismática y hermosa... En mi realidad ella bien podría ser una empresaria exitosa, pero aquí es solo una de las tantas esposas trofeo de este lugar, casada con el mejor postor, obligada a callarse sus ideas y sus quejas,  atada a su enorme casa para cuidar de su hija y encargarse de que todo esté perfecto para cuando el hombre de la casa llegué.

Madre... -despego la vista de la ventana y la clavo en mi-

¿Que sucede, Charlotte? -pregunto con su característica tranquilidad-

Aun no me acostumbro a ese nombre; Charlotte Abbot es el nombre que me dieron en mi vida como humana, pero dicho nombre se fue junto a mis recuerdos cuando Tessa me transformó.

Gianna Lowell me invitó con ella a dar un paseo por la plaza... ¿Me permitirías ir? -lo pensó un momento-

De acuerdo, regresa antes de que llegue tu padre -me acerque a besar su mejilla- comportate...

Si, madre -sonreí antes de regresar con Gianna- podemos irnos

Ambas salimos de la casa y empezamos a caminar con rumbo a la plaza, pero como ya es costumbre nos desviamos de nuestro camino hacia las afueras de nuestro pueblo donde hay un extenso prado con flores y árboles gigantes.

Tú madre me da dolor de cabeza -afirmo divertida-

No es tan mala -sonreí ligeramente-

Te quiere tratar como si fueras una muñeca, Lottie -rodo los ojos-

Soy su única hija -afirme-

Eso lo comprendo, pero aún así no puede encerrarte en una burbuja por siempre -suspiro- tú cumpleaños diecisiete se está acercando... -dijo entristecida-

Si... -desvie la mirada a un bonito rosal que está cerca-

¿Sabes que eso representa que te van a comprometer pronto? -asentí sin mirarla-

En mi entorno, las chicas de clase alta son comprometidas después de cumplir los diecisiete años pues es la edad en la que una mujer se considera «perfecta» ya que posee la inocencia de una joven y el cuerpo de una mujer, así que a mi edad ya soy una candidata potencial para el matrimonio.

No puedes casarte... -susurro evidentemente afectada por la situación-

Sabes que no tengo elección, si por mi fuera no lo haría... -tome una de sus manos-

Quisiera poder casarme contigo -admitió-

Ni siquiera podemos decir que estamos enamoradas de la otra, casarnos es un imposible en este mundo -suspire pesadamente- tal vez en otra vida... o si fuéramos inmortales podríamos hacerlo en otra época -me miró como si estuviera loca-

¿Fumaste uno de los habanos de tu padre? -pregunto confundida-

No -la mire mal- solo fue un pensamiento...

No digas esas cosas frente a tus padre, te enviaran a un manicomio alegando que tienes demencia -dijo divertida-

Si... -sonreí-

Es frustrante no poder contarle todas las cosas que sé, no puedo decirle que será una poderosa vampira y que en el futuro seremos un par de amantes que no tienen que esconderse... En mi realidad nuestro matrimonio es una gran y hermosa posibilidad.

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