SERÁS MI MUERTE

Enfrentamientos

SERÁS MI MUERTE

Por Niteryde

Traducido por Inuhanya

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5.- Enfrentamientos

Ochenta y cuatro. Ochenta y cinco. Ochenta y seis...

Una capa de sudor cubría su cuerpo, la mitad de sus vendajes estaba en el piso con la otra mitad colgando sueltamente de él, cada músculo se sentía como si estuviera al borde de desgarrarse de sus huesos. Vegeta sentía el dolor atravesarlo mientras entrenaba en la cámara de gravedad, cada abdominal intensificaba un poco más la agonía.

Noventa y uno. Noventa y dos. Noventa y tres...

Su cuerpo temblaba ligeramente del dolor agotador, cada músculo, tejido, prácticamente cada célula le rogaba detener la tortura. Vegeta hizo una mueca, una ola de mareo lo golpeó mientras el piso de repente comenzaba a mecerse ante él. El Príncipe Saiyajin gruñó furioso ante esto, su creciente dolor solo lo enfurecía más, la frustración aumentaba dentro de él. No, no era suficiente. No había terminado los cien abdominales y su cuerpo estaba amenazando con renunciarle.

Pero él no renunciaría. No podía renunciar hasta que tuviera el poder que le pertenecía por derecho. Vegeta apretó sus dientes y se movió, levantando su brazo derecho y colocándolo en su espalda mientras cambiaba a lagartijas con un solo brazo.

"Iniciando simulación de gravedad... 400 veces la gravedad de la Tierra..."

El incremento de 350 a 400 se sentía como si fuera a romper a la mitad cada hueso en su cuerpo. Cada vez se bajaba al piso, parte de él quería colapsar y no levantarse.

Locura.

Ciento cuatro. Ciento cinco. Ciento seis.

Tortura.

Dejó de contar, enfocándose en vez en los movimientos para mantener alguna remembranza de cordura.

Arriba.

Abajo.

Arriba.

Abajo.

Sintió el fuego arder en sus músculos, sentía y veía el sudor gotear en el piso ante él, pero aún continuaba. Sabía que en algún lugar, en ese preciso momento, Kakarotto estaba entrenando con su mocoso híbrido. Kakarotto no estaba tomándolo con calma, y eso solo significaba que Vegeta tenía que trabajar aún más duro para alcanzarlo. Ya estaba detrás de Kakarotto, y no podía permitirse caer más atrás o nunca iba a alcanzar al joven Saiyajin. Tenía que dedicar dos minutos de trabajo a cada minuto para poder tener una oportunidad.

Y entonces estaban los androides. Ya estaba en su destino ser asesinado por ellos. Él, el Príncipe de todos los Saiyajin, destinado a ser arrastrado por máquinas.

No. Tenía que, necesitaba, hacer más.

Vegeta mordió su labio, duro, sacándose sangre mientras apretaba sus ojos cuando lo atravesó un violento dolor. El mareo de repente regresó en oleada, y su brazo le temblaba. Realmente se había vuelto tan débil por esa insignificante explosión?

Furia y rabia lo consumía mientras se deshacía del mareo, rabia de que su cuerpo se sintiera tan frágil... tan humano. Él era un guerrero, un Saiyajin de Élite, y esta debilidad no era adecuado para él. Como si se probara este punto, Vegeta reunió los retazos de fuerza que le quedaban y se levantó en la amplificada fuerza de gravedad, ahora haciendo una parada de manos. Si pudiera apretar más sus dientes, los hubiera quebrado completamente.