Atardecer

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SERÁS MI MUERTE

Por Niteryde

Traducido por Inuhanya

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18.- Atardecer

Bulma no durmió esa noche. Sintiéndose casi de mal humor al dormir en su propia habitación, dio vueltas toda la noche, intentando una variedad de posiciones para ponerse cómoda. Cuando vio vistazos de la luz del sol entrando por su balcón, se dio por vencida finalmente. Irritada, se quitó las cobijas de encima tirándolas al piso, como si sus cobijas tuvieran la culpa por su inhabilidad para dormir. Levantándose para ir a tomar una ducha, juró que no pensaría en Vegeta en todo el día.

Terminó pensando en el Saiyajin todo el tiempo en que se bañó. Normalmente se sacudía los insultos verbales como moscas y estaba lista para disparar los propios, las palabras de Vegeta la habían herido más profundo de lo que le importaría admitir. Estaba poniéndole mucho esfuerzo, para ser simplemente su amiga (y más), y era desalentador que se lo tirara en su cara.

Lo único real a lo que Bulma tuvo que aferrarse fue a su gentil caricia y la forma en que se quedaba en la cama con ella hasta que se durmiera. Si realmente pensaba en ella como sólo una mujerzuela usada para sexo, entonces ciertamente no la trataba como una. Sabiendo que era un hombre que hablaba más con sus acciones que con sus palabras, Bulma se llevó a creer que los sentimientos del Saiyajin por ella iban más profundo que sólo por lujuria. Además, ahora estaba hasta las rodillas con Vegeta, y decidió que no había vuelta atrás. Solo tenía que apretarse el cinturón y dejar que sus palabras le resbalaran, eso era todo.

De los dos seres testarudos y orgullosos, Bulma sabía que ella era la que tendría que ser quien iniciara algo si iban a continuar a partir de su horrible pelea.

Y ella tenía la perfecta rama de oliva en mente para extendérsela.

Mientras tanto, Vegeta estaba volando de regreso a la Corporación Cápsula, su aura azul destellaba rodeándolo. Después de su conversación con el Dr. Briefs, se había ido y explorado el planeta buscando un buen lugar para entrenar. Había terminado en una montaña que le ofrecía la soledad que necesitaba. Sin distracciones, justo como quería. Y aun, no había durado media hora antes de que se encontrara sentado de piernas cruzadas al lado de una montaña, mirando la vista, perdido en sus pensamientos.

Sin él, qué le pasaría a este planeta? Había hecho poca diferencia en el futuro del que venía ese adolescente; y aun, la mujer parecía pensar que él haría una enorme diferencia en esta línea temporal. Si él era capaz de tener tal impacto, entonces seguramente, estaba dejando este planeta a su perdición. No sería eso lo mejor? Kakarotto sería derrotado, y él finalmente sería el Saiyajin más fuerte en el universo mientras este planeta ardía. Se desharía de una vez por todas de su rival y se desharía de este planeta que odiaba, sin tener que levantar un dedo.

Y luego...?

Bueno, entonces realmente estaría solo.

Muy de repente, su cuerpo anheló la caricia de Bulma. Esa mujer siempre lo hacía sentir tan... inconexo. Siempre enorgulleciéndose de su fortaleza mental, su cuerpo trabajaba a su propio acorde cuando se refería a la heredera, sin importar lo mucho que intentara en hacer lo contrario. El día anterior había sido un primer ejemplo. Era como si su mano supiera que era esta mujer a quien tocaba de noche, y se hubiera rehusado a su orden de disparar su ki letal en espera de tocar su lisa y suave piel otra vez.

Fue sacado de sus pensamientos cuando el sol comenzó a ponerse. Nunca habiendo visto nada como esto, Vegeta observaba el cambio de colores en el cielo con maravillada curiosidad. Sentado a miles de pies del suelo, la vista que tenía era asombrosa. No duró suficiente para su gusto antes de quedar en la oscuridad, el frío lo bañó junto con una vacía sensación que no pudo quitarse.

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