Capítulo 14 - El ataque (parte dos - lo que resta del día)

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... día 26 desde el ataque Cylon, 1140 horas, Mar Interior...

Cuando la mayor Feversham recuperó el conocimiento, se mecía suavemente colgada del paracaídas. Estaba sobre las aguas heladas del Mar Interior, y el viento, de regular intensidad la impulsaba hacia la costa.

Se sacó el casco, al no encontrar donde engancharlo, lo dejó caer, necesitaba sus manos libres.

Tirando de las cuerdas del velamen logró aproximarse un poco más hacia la costa.

Cuando estaba próxima al toque, llevó sus manos a los herrajes de desprendimiento del paracaídas y preparó el cuerpo para el impacto, que fue mucho más fuerte de lo que esperaba

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Cuando estaba próxima al toque, llevó sus manos a los herrajes de desprendimiento del paracaídas y preparó el cuerpo para el impacto, que fue mucho más fuerte de lo que esperaba. Una vez en el agua, el velamen la arrastró manteniéndola sobre la superficie. Para su tranquilidad, pudo controlar el arrastre y conservar la cabeza sobre el agua. Una leve brisa la llevó hacia la costa.

Ya libre, nadó hacia la costa, distante unos cien metros, deteniéndose, de tanto en tanto para desenredarse de las algas que le impedían un buen desplazamiento.

Para Feversham, esos cien metros fueron interminables. Cuando se dio cuenta de que hacía pie, quiso pararse y caminar, pero no pudo. Estaba agotada. Ayudándose con las manos se arrastró hasta salir del agua; a duras penas llegó a un pequeño médano seco sobre el que se recostó. El corazón le latía tan violentamente que sintió temor ante la posibilidad de un paro cardiaco.

Quieta, casi sin aliento, permaneció tirada en la arena.

Le dolían los brazos y las piernas y muy especialmente la nuca.

Trató de tranquilizarse. Miró el reloj: era casi mediodía. Solo había transcurrido poco mas de media hora desde el ataque.

Su cansancio y el silencio la envolvían como un manto sofocante. Quiso incorporarse nuevamente, pero volvió a caer.

De pronto, dos Raider pasaron rasantes, por la misma ruta que había usado su sección en la aproximación al blanco. Instantes después aparecieron en la dirección opuesta.

Pensó en la sección Roja, que debía atacar quince minutos después. - ¿La habrían atacado? – se preguntó.

Sin levantarse sacó la radio de emergencia, pero no escuchó absolutamente nada. Hizo varias llamadas para alertar a los Viper. El silencio y la estática parecieron adueñarse cada vez más de la situación.

Descansó quince minutos más, se incorporó y se quitó el chaleco y el arnés. Tenía algo más de fuerza, pero sentía mojada la espalda y el brazo derecho dentro de su traje de vuelo. Enterró el arnés en la arena y comenzó a caminar los quinientos metros que la separaban de la elevación más cercana.

Viper Squadron 99Where stories live. Discover now