CAPÍTULO 40

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Durante nuestra caminata hacia el puerto deportivo Frenchman's Bay Marina, mi papá tomó la decisión de llamar al señor Manuel, para saber en qué parte del lugar se encontraban, ya que el ambiente esta bastante concurrido y es difícil distinguirlos entre la multitud.

Pasaron varios minutos de espera mientras mi familia y yo nos mantenemos pacientes. Observo a mi alrededor, tratando de captar alguna señal del señor Manuel o Shawn entre la multitud pero no obtengo ninguna. La brisa marina acaricia mi rostro mientras veo cómo las personas se pasean por los diferentes puestos y embarcaciones.

Finalmente, pude vislumbrar al señor Manuel aproximándose hacia nosotros con una gran sonrisa en su rostro.

El señor Manuel llegó a nuestro encuentro y saludó alegremente a mi papá y mis hermanos. Yo, por mi parte, le devolví la sonrisa de manera forzada, tratando de ocultar el hecho de que no estoy tan emocionada como parece.

— ¡Hola Abby! ¿Cómo estás hoy? —dice el señor Manuel ahora acercándose a mí y ofreciéndose a llevar mi bolso.

Agradezco su gesto y asiento con gratitud. — ¡Hola, señor Manuel! Estoy bien, gracias por preguntar. ¿Y usted cómo se encuentra? —pregunto con amabilidad, sin dejar de mirarlo.

Responde con una sonrisa. —Me alegra saber que estás bien, Abby. Yo también estoy bien, gracias. —dice mientras dirige su mirada al frente y empieza a caminar.

Aún a su lado, decido expresar mi agradecimiento por la invitación. —Muchas gracias por la invitación, señor Manuel. Aprecio que siempre nos tenga presente.

El señor Manuel voltea hacia mí y me sonríe durante varios segundos antes de responder. —No te preocupes, Abby. Tú ya eres parte de la familia. —dice amablemente. —Así que por favor, deja de llamarme señor Manuel. —añade haciendo un gesto para que lo sigamos.

Me sorprende su petición, pero entiendo su punto ya que legalmente soy la esposa de su hijo. 

Finalmente llegamos al yate alquilado, es grande y elegante, con una cubierta de madera pulida y una bandera de Canadá ondeando en la parte superior. El señor Manuel nos ayuda a subir a bordo y nos muestra el interior del yate.

Hay una sala de estar cómoda y espaciosa, con sofás suaves y una mesa de café de cristal. Las ventanas ofrecen una vista impresionante del mar. También hay una cocina completa, con una nevera grande y una estufa de gas.

El señor Manuel nos lleva a la cubierta, donde hay sillas cómodas y una mesa para comer al aire libre. La vista del mar es impresionante, con el sol brillando en el agua y las olas chocando contra el casco del yate.

Mientras camino detrás de ellos, siento de repente que alguien me carga y me monta en su hombro.

Grito sorprendida al darme cuenta de que es Shawn, quien había tomado rápidamente mis lentes del cabello y los guardó en su bolsillo. Al tocar su ancha espalda mientras intento acomodar mi cabello, me di cuenta de que no lleva camisa.

Caminamos unos cuantos pasos y Shawn me baja cuidadosamente del hombro para luego quitarse sus lentes. —Hola preciosa. —dijo con una sonrisa antes de fruncir el ceño. — ¿Te gusta que te llame así?

No pude evitar notar los vellos en su pecho mientras la brisa despeinaba nuestros cabellos.

Respondo rápidamente, desviando la mirada. —Hola, sí, es mejor que cariño.

Ayer, después de mencionar a mi primo Nicholas, las cosas se pusieron tensas con Shawn. Pero aproveché el ambiente tenso para mencionar que Nicholas se percataría de la situación. Sin embargo, mi comentario solo hizo que la cena se arruinara aún más porque me dejó muy claro que nada cambiará, soy su esposa. Por eso, me sorprendí mucho cuando Shawn llamó esta mañana para invitarnos a pasar el día con ellos.

MATRIMONIO POR CONTRATODonde viven las historias. Descúbrelo ahora