TAINTED I: Corruption (+18) [BNHA A.U. Adulto] [Finalizada]

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Intento recordar los pasillos que estoy transitando, pero la alta figura de Dabi abriendo paso entre malhechores me impide ver más allá de lo que mis ojos captan a los laterales. Hemos regresado brevemente al salón principal, pues puedo ver el octógono una ráfaga de segundo antes de que las luces, que todavía iluminaban los rastros de sangre de la lona, titilen y se apaguen para volver a un ambiente más privado—más secreto—, donde congregaciones de hombres trajeados y matones hacen corrillos mientras beben y fuman.

Me alegro de no encontrarme vagando entre esos grupos, pero tampoco puedo asegurar que donde Dabi nos está conduciendo vaya a ser un lugar más seguro. Al menos... para mí.

El hombre de ojos azules e infernales se desplaza con agilidad y sigilo a través de un pasillo vagamente iluminado por unas lámparas oscuras que aportan una tonalidad rojiza a las paredes. Apenas veo mis pies, así que me concentro en no tropezar o pisar los talones de Dabi cuando su caminar parece ralentizarse hasta detenerse frente a una puerta de lamas oscuras y con un letrero metálico en el que diviso cuatro letras.

Cuatro simples y malditas letras que provocan que el pulso se me acelere y mis manos se cierren en puños.

Boss.

Y yo pienso en Hugo, el perfume, con esos sexys modelos o actores que bailan al son de una música pegadiza... pero sé que no voy a encontrarme el cielo al otro lado de esa puerta. No soy tan jodidamente ilusa ni ingenua, aunque Dabi no tiene nada que envidiar a los ojos de Jared Leto. Por amor de Dios, ¡qué hombre! Déjame formar parte de su Escuadrón Suicida porque con lo que me estoy arriesgando sencillamente tengo tatuado en la frente "loca suicida" por colarme en este antro.

Bruh, déjame ser tu Harley Quinn.

Bueno, volviendo a centrarme... No puedo creer que Dabi me haya traído directamente al despacho de su jefe o quien dirija todo el cotarro en este lugar. El instinto me hace dar un paso atrás, dudando porque sé que no puedo fiarme de él, por muchos besos increíbles que me diese y dejasen sin respiración.

La puerta se abre con violencia antes de que la mano de Dabi se pose en el pomo y la fornida figura de Muscular casi cubre por completo la apertura entre las jambas. Ambos se miden desde su correspondiente altura, supongo que a la espera que el otro se aparte para poder entrar o salir, respectivamente. Sin embargo, una voz autoritaria resuena desde el interior del despacho, instándole a Muscular de apartarse y dejar el "duelo de meadas" para otro momento. Su labio partido se eleva en una mueca de asco y resignación cuando Dabi entra y el azabache agita su diestra frente al rostro del matón, provocándole con ese gesto cargado de soberbia.

Me dispongo a seguirle, queriendo escabullirme sin ser vista, pero el único ojo de Muscular se enfoca en mí y me detengo en el acto mientras me observa con recelo y escrutinio bajo un aire de sorpresa. Siento su mirada desnudarme de un modo muy desagradable, casi respondiendo mi piel en un molesto sarpullido ante el repelús que me da cuando me estudia de arriba abajo y se queda contemplando mis pechos por demasiado tiempo.

Hasta que interpongo mi mano derecha, situándola sobre mi escote con mi dedo medio alzado. Rompiendo así su asquerosa conexión cuando alza la vista contrariado, luego estupefacto y finalmente airado.

—Aquí no hay nada para ti, imbécil —le recuerdo, jugándomela muchísimo porque este mastodonte podría mandarme al hospital de un solo puñetazo.

—Tú, perra...

—¡No te pago para que seas un jodido botones abriendo puertas, Muscular! —grita de nuevo la voz que no reconozco, pero que suena como el mandamás del lugar—. ¡Lárgate de una puta vez!

Considero que esa es mi oportunidad para colarme en la estancia y pasar a su lado sin siquiera rozarle, pero el hombre parece tener otros planes cuando casi me arrolla al salir. Consigo apartarme en el último momento, pegándome a la pared y evitando que me pise con sus enormes zapatos, pero el bufido que dejo escapar es tan audible como los pisotones que él da conforme se aleja.