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Le vigilo con atención, intentando buscar el más leve indicio de amenaza, pero apenas puedo otear su rostro con precisión por culpa de la capucha de su sudadera. Su piel se ve muy pálida, aun con las luces espectroscópicas iluminándola con distintas tonalidades; y su cabello celeste claro, parece ondeado y desordenado por los mechones que se escapan de la capucha y que llegan a la altura de los hombros, enmarcan su rostro cansado.

Me pilla desprevenida cuando alza ambas manos hacia arriba, en señal auténtica de rendición y me sonríe, acentuando las grietas de sus labios y la cicatriz en su comisura izquierda.

—Bienvenida a mi local —me recibe con excesiva cordialidad y llevando una de sus manos a la parte posterior de mi cuello me empuja suavemente hacia Toga—. Pásalo bien y no hagas tonterías —respiro aliviada hasta que me aprieta el pescuezo y me detiene, inclinándose hacia mi oído con una sonrisa tan amplia y desquiciada que sé que la veré en mis próximas pesadillas—, o tendrás problemas.

Me suelta, pero sigo sintiendo el tacto frío de su mano en mi piel.

El gesto... y el tono que utiliza al final en esa amenaza implícita me hiela la sangre, generando un escalofrío que me atraviesa de parte a parte, enraizando un temor insoluble en mis huesos.

Mis manos tiemblan, tengo las palmas húmedas de sudor frío, pero Toga ni los que me rodean se dan cuenta de mi estado. Están demasiado ocupados en observar a los dos luchadores que se saludan dentro del octágono y esperan a que el combate comience.

Sé que estoy con gente peligrosa que podría acabar conmigo en cualquier instante sin que nadie se diera cuenta o le importase un carajo... Pero ese chico me ha trastocado de tal modo que mi interior se sacude y deseo más que nunca salir de allí para sentirme a salvo. El instinto me lo dice y hay que hacerle caso cuando más requiere... sobre todo cuando te cuesta respirar y oyes un pitido constante en tus oídos.

Estado —la voz en mi auricular solicita, pero yo sigo petrificada—. Estado —repite una, dos, tres veces y cuando escucho mi nombre, no el de mi tapadera, parpadeo para despejarme—. Informe de Estado.

Con mano temblorosa, le doy dos golpecitos a mi pecho, aprovechando para respirar hondo para tranquilizarme y realizar un reseteo de mis funciones vitales.

—¿Emociones fuertes?

Un grito ahogado escapa de mi garganta al escuchar a Dabi a mi lado, sin tener ni jodida idea de cuándo ha aparecido sin que me dé cuenta de su presencia. Me llevo una mano al pecho y rezo porque el sonido no haya sido lo suficientemente fuerte como para que mi superior haya escuchado el golpe creyendo que es un aviso.

No, por Dios. Todavía no pueden entrar el equipo especial a modo de F.B.I. rompiendo las ventanas y paredes porque alguien haya buscado en modo incógnito un hentai de un siscon.

—¿Tomaste algo chungo? —Dabi continúa ante mi silencio y me apresuro a negar con la cabeza con demasiada fuerza.

—No, no, qué va —río forzada—. Son solo nervios... creo.

Debo tener la misma cara que András Arató, el viejo que sonríe incómodo ante la cámara y que es un meme ideal para estos encuentros donde no sabes dónde meterte y esconderte. El rictus facial de mi cara debe ser un maldito poema.

—Ah, es por Shigaraki, ¿cierto? —se encoge de hombros cuando le doy una mirada inquisitiva y señala con el pulgar a su espalda—. Te vi hablando con él y pensé "pobre chica, encontrarse con él la va a poner enferma" —me observa con cierta lástima, dándome una sonrisa torcida—. Shigaraki es asqueroso y da mucha grima, tranquila. Te entiendo mejor de lo que crees.

TAINTED I: Corruption (+18) [BNHA A.U. Adulto] [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora