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Detesto fumar y el sabor amargo que dejan los cigarrillos en la lengua, pero si debo parecer una chica fácil debo crear una fachada lo más real posible para no levantar sospechas. La indumentaria provocativa ya está resuelta, mi cabello ha dejado de estar recogido en una coleta alta para caer en bucles por mi espalda y el lateral de mi rostro y mi labial rojo putón se adhiere perfectamente a mis labios.

Solo me falta el toque final y confirmar que estoy preparada.

Coloco el cigarro en mis labios y palpo mis caderas y mis pechos en busca de un encendedor. Maldigo mi falta de bolsillos y estoy por desistir cuando una llama flameante chisporrotea frente a mi e ilumina las facciones de un desconocido.

—¿Necesitas fuego, preciosa?

Le hago una rápida revisión al hombre mientras me inclino hacia él. Hacia el Zippo encendido en su mano para prender mi cigarrillo.

Lleva una gabardina oscura que oculta mayormente su complexión, pero puedo fijarme en que es alto y delgado, no escuálido porque se ve atlético bajo las capas de tela negra. Su cabello azabache está apuntando en todas direcciones, como si jamás lo hubiera peinado en su vida. Su rostro está surcado por numerosas cicatrices que para nada disminuyen su atractivo y sus ojos son de un azul tan claro, aguamarina, que no puedo dejar de mirarlos.

El chasquido de la tapa del Zippo cerrándose crea una pequeña llama azulada que baila en esos hipnóticos irises. Me obligo a erguir la espalda y darle una calada al cigarrillo, mirando hacia otro lado con fingido aburrimiento antes de que mis ojos vuelvan a él.

—Se prendió esta mierda —exhalo, palabras sucias y humo grisáceo que se eleva hacia el techo. Le doy una sonrisa coqueta al hombre y guiño uno de mis ojos ahumados por el excesivo maquillaje—. Gracias, eh...

—Dabi —se presenta y el nombre se graba en mi memoria, aunque lo reconozco de algún sitio en un rincón de mi mente—. ¿Eres nueva? —inquiere y mido cuidadosamente lo que digo.

—En este antro, sí —confirmo. Otra calada más y alzo mi mano señalando el sitio—. Necesitaba un cambio de aires.

—Ya veo —suspira, echando un vistazo general a los presentes—. Aunque no será distinto a otros en los que has estado.

—Este se ve un poco diferente —tanteo, queriendo comprobar cuánto sabe o qué información útil pueda darme—. Hay más bullicio.

Dabi suelta una risotada baja, áspera, como si lo que he dicho le produce gracia. Aspiro el aire contaminado de mi cigarrillo, dándole tiempo a generar una conversación desinteresada con una chica como yo.

—Al mínimo descuido unos intentarán matar a los otros y viceversa —señala con el mentón hacia su izquierda y yo sigo la dirección de su mirada—. Si no son corporaciones corruptas... —voltea hacia el lado contrario y sonríe—, son los viejos yakuzas a punto de extinguirse. Luego estamos los que tenemos nuestros propios intereses y buscamos beneficio de esas eternas fricciones.

No me dice nada nuevo, pero me aclara las primeras dudas que me surgen al entrar aquí. Él no parece declinarse hacia ningún lado, aunque bien puede estar probándome para ver cuáles son mis convicciones.

Si él supiera...

—Entonces habrá que elegir sabiamente al ganador —concluyo ante su discurso.

—Y... —se acerca, inclinándose para que nuestra conversación sea más privada—, ¿tienes pensado a qué bando vas a pertenecer?

Tiene una voz profunda y acaramelada, y su aliento mentolado cosquillea mi oreja, mandando escalofríos por mi espina dorsal. ¿Por qué los hombres tan seductores tienen que ser los malos? A lo mejor es esa aura peligrosa lo que los hacen tan atractivos, ¿no? Tengo ganas de probar un bocado de esta tentación, pero otra voz firme y aterciopelada me recuerda mis órdenes a través del auricular introducido en mi oreja.

TAINTED I: Corruption (+18) [BNHA A.U. Adulto] [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora