Monotonía.

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Aquí les traigo el primer capítulo de la serie que les prometí. Les aviso de ya que solo me falta pensar con Umi y Kotori quedarán juntas xd ya tengo una idea pero ni lo empecé :v

Por ahora les pongo el primer capítulo a ver si les gusta la idea.

Importante: hoy 14 de febrero, así que esta historia será subida en San Valentín, el día blanco y el día negro (el día de gente como yo :'D).

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La cinco, una hora antes de entrar a la universidad. Se podría decir que sufría insomnio por todas esas veces sin poder dormir, solo mirando el relog y ver el tiempo pasar como si los segundos tardarán menos en transcurrir. Mirando el cielo cambiar de color a través de las blancas cortinas que cubrían la única ventana de la habitación. Un cuarto bien ordenado, sin una mota de polvo o suciedad visibles al ojo, amueblada con pocas cosas, solo lo básico: una cama grande, un armario que acupaba casi toda la pared y un escritorio simple con su inseparable silla. Todo igual como siempre.

Desde que comenzó a vivir sola en Japón todos sus quehaceres diarios eran hecho por ella. Le agradaba esa libertad, podía tomar sus propias decisiones y dejar de preocuparse por su familia.

Su alarma sonó, era hora de levantarse. Con pereza fue hasta su armario, agarro lo primero que vio y se fue al baño. Luego de hacer sus necesidad básicas y arreglarse se fue hacia la cocina a preparar su desayuno. Ayase Eli no era alguien que se esforzaba cuando de ropa se trataba, siempre ataba su pelo en una coleta. A pesar de ello, tenía un buen sentido de la moda llevando una falda blanca hasta las rodillas, una calsa negra que cubría sus esbeltas piernas y una blusa gris de hombros descubiertos que cubría una remera de tirantes negra. Tenía la suerte de tener un buen cuerpo, era alta como una modelo, sus ojos de un color azul claro, su cuerpo marcado con ayuda del gimnasio, tenía los rasgos de un occidental, piel blanca y un pelo rubio brillante, nada común en Japón.

Mientras terminaba su desayuno, el teléfono fijo comenzó a sonar. "Otra vez mi mamá" pensó la rubia yendo a contestar. Escuchar su típica voz alegre le hervía la sangre. Nunca tuvo buena relación con ella y le frustraba escuchar a su madre feliz cuando sabía lo mal que la pasaba con la pareja que elegía. Esa mujer siempre tuvo mala suerte escogiendo a las personas. Aun con todo, Eli no podía dejarla sola y escuchar su idioma materno, el ruso, salir de la boca de su progenitora siempre le traía nostalgia.

—Buenos días cariño, ¿ya desayunaste? —se escuchó al otro lado de la línea con un tono bajo. Al percatarse de ello, Eli apretó el teléfono irritada, sabiendo de antemano lo que iba a ocurrir.

—Hola, y sí, ya comí. —respondió sin muchas ganas, escuchando su risa nerviosa al otro lado. No era común para ella escucharla tan temprano a la mañana, ya que siempre estaba muy ocupada con su trabajo al ser una madre soltera manteniendo a sus dos hijas, yo y mi hermana, quien vivía con su abuela en Rusia mientras Eli terminaba sus estudios en Japón.

La única posibilidad de su intromisión era una nueva "distracción" o como su madre le llamaba "novio". Otro nuevo bastardo que se aprovechaba del buen corazón de su madre para quedarse con su dinero o solo maltratarla. Hasta una vez uno se sobrepasó golpeando a su pequeña hermana -por ese motivo se encontraba en la casa de la abuela-, terminando este saliendo a patadas cuando la rubia se enteró.

—Que bueno pero recuerda salir con un abri-.

—Lo se. —La interrumpió, sacando un suspiro irritado. Deduciendo que la charla se iba a extender, se dirigió con su teléfono –aprovechando que era inhalambrico– hacia una de las sillas del comedor. —¿Entonces? ¿para que me llamaste? —apresuró el tema en cuestión al ver que le quedaba poco tiempo para ir a su universidad.

En las manos de un súcubo. (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora