Conociendose.

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Hola a todos, aquí estamos nuevamente ^^. Luego de la depresión y la cuarentena, vuelvo con más capítulos. Como disculpa por tardar les voy a subir dos capítulos.

Aviso: relean los capítulos anteriores que cambie algunas cositas.

..........

—No pude pensar en nadie. —Se quejó, expulsando un largo y cansado suspiro de sus labios. Acarició su cien como si de una resaca de los sábados se tratará. Nunca imagino que buscarle una pareja a alguien sería tan complicado, no podía imaginarse a ningún chico sabiendo como era su compañera. Recordaba escuchar en alguna de las conversaciones de Umi que la azabache estaba totalmente en contra del afecto público de cualquier tipo. Además de escuchar varias veces salir de su boca la frase "no me gusta nadie y tener pareja es muy indecente" y de cierta forma no dicernía tanto con el pensamiento de la rusa, solo que ella lo consideraba "inútil" en vez de "indecente". —Encima eso no es lo peor. —volvió a suspirar mientras recorría los corredores de la universidad, sin darse cuenta ya había juntado todas sus cosas para volver a casa. Varios alumnos se comenzaron a quejar con el comité estudiantil de estudiantes de otro colegio molestando por la zona... —¿Acaso esos idiotas quieren ponerle más trabajo? ¡Por diós! El festival está a la vuelta de la esquina y esos tipos no tienen nada mejor que hacer que venir a molestar. —Maldijo en su mente, largando un suspiro estresado por tanto trabajo.

—¿Quieres que te de un masaje erótico para que ya no estés molesta? —Musitó una voz bien conocida detrás suyo, poniendo sus pelos de punta por la cercanía que tenía de su oreja.

—Nozomi, ¿qué haces aquí tan temprano? —tomó su distancia perfilando su mirada a esos juguetones ojos verdes. Recién había acabado las clases y faltaban dos horas para que el turno tarde entrara, aún así se sentía feliz por poder verla en ese momento.

—¿Qué? ¿No pudo venir a verte? —se acercó, aprisionando uno de sus brazo entre su tetas. —¿Estas libre en este momento? Necesito que me acompañes a probar una nueva cafetería. —esbozó una sonrisa inocente, adornada con esa mirada que dejaba ver sus perversas intenciones.

La rubia sonrió por aquello, por lo menos ahora no ocultaba tristeza como antes. Estaba aliviada por no ver esa destrozada expresión que antes veía cada vez que se acostaban dentro de esos sueños húmedos. Dedujo que la razón de ese rostro entristecido era por el daño que le causaba los sueños con ella pero percibía otra razón.

—¿y por qué iría contigo? —respondí siguiendo el juego, desviando su mirada a esos labios sueves y lo suficientemente carnosos para no ser duros. Eli deseaba volver a perderse en ellos, quería pero sentía que estaba mal hacerlo.

—¿y por qué no? —acercó su rostro, reposando sus manos en los hombros de la contraria observando el siguiente movimiento que la rusa haría, relamiendo sus labios inconscientemente.

—esta bien... —se alejó. Agitó la cabeza, por un momento casi pensó acabar con el espacio entre sus labios. —No es momento para esto —pensó, sonrojada y tragando saliva por los nervios.

—Genial porque tengo una idea que te podría ayudar. Además que tengo un dos por uno y nadie más con quien ir. —Realmente no parecía ser el caso, ya que varias mujeres y hombres morirían solo por tener una cita con una mujer como ella. La rubia sabia que solo era una excusa para pasar más tiempo juntas y se sentía feliz por ello.

—Está bien. —Suspiré en rendición.

(...)

—¿Entonces? —Viró la vista hacia un lado, siendo intimidada por el enorme –sin una pizca de exageración– helado que la pelimorada engullendo a pequeños bocados tan rápidos que daban miedo. Eli ya sabía que a Nozomi le gustaban los postres pero nunca pensó lo MUCHO que le gustaban, lo más sorprendente fue ver la delicadeza con la que comía; le daba un aire magnánimo a su alrededor aún con los efusivo movimientos de su mano.

En las manos de un súcubo. (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora