En las manos de un súcubo. (Terminada)

Cariño.

Perdóneme solteros del mundo ;-; en su día especial no les subí capítulo. Es que con todo este tema del aislamiento mis profesores se pusieron a full con mandarnos tarea y por eso se me paso de largo, pero ahora que todo está bien aquí les traigo el tercer capítulo.
Pds: me faltan 4 capítulos para terminar de escribir esta historia :v

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Otra noche más teniendo relaciones sexuales, desde que vio a la vicepresidenta teniendo una aventura en el salón su imaginación la atormenta todo el tiempo. Todos los días sin excepción tenía relaciones sexuales con aquella chica, y por alguna razón, despertaba muy fatigada y con sueño.

Aquella vez en los baños de su trabajo no pudo alejarse de un solo beso, sintiendo ira de si misma por no poder alejarla. Lo peor era que Nozomi se dio cuenta de su confusión, así que con burla le dijo: "prometo que nuestro siguiente encuentro va a ser más largo". Eso le dio un escalofrío en todo el cuerpo, procurando desde ese día mantener distancia de ella. Estaba cansado de todo esto, recordarlo le dolía, se sentía tan confuso y extraño que deseaba hacerse bolita en su cama y desaparecer. Pero no podía hacer eso... Tenía responsabilidades, debía mantenerse fuerte y romper su vínculo con Nozomi lo antes posible. Debía demostrarse a sí misma que a pesar de todo el dolor no se dejaría influenciar por relaciones banales.

Estos sueños y la presión constante por evitar a la mencionada hizo que haga las cosas más lentas de lo normal. Todos las mañana se despertaba temprano para terminar sus deberes como presidente del consejo estudiantil, dejaba todo preparado y volvía a sus clase. Al final terminaba exhausta en su casa cayendo otra vez a esos sueños.

—Esto se está volviendo un problema... —Suspiró, tirada boca arriba en su cama, mirando el uniforme techo que había en su habitación. Si seguía así su salud podría empeorar, hasta había veces que por estar tan cansada no comía ni iba al gimnasio. Este problema se solucionaría si dejara de soñar con ella, de sentir su mirada en su cuerpo desnudo, de apreciar su tacto en su piel. Pero no podía evitarlo. Sin importar si era un sueño, todo se sentía tan real, realmente dolía. Siempre que terminaban, la Nozomi de sus sueños se notaba triste y cuando tocaba su mejilla o la intentaba reconfortar, le entregaba una sonrisa falsa que duraba poco tiempo, como si todo fuera una broma de mal gusto.

Su despertador sonó por tercera vez en el día de hoy y con pesadez lo apago, poco a poco se fue levantado de su cama para luego ir a su armario por ropa.
Esta vez decidió no atarse el pelo, solo se puso una camisa blanca con un buzo azul verdoso, un short celeste claro de estilo jeans y una calsa negra, llevando sus tipicas botas; y así como estaba salió de su casa, agarrando su bolso y una barra de pan para no morirse de hambre en el transcurso del tren hasta la universidad.

Se sentía nerviosa cada vez que iba al concejo estudiantil, eran las únicas ocasiones donde no podían evitar a Nozomi. Además que hoy en especial, iniciaban un proyecto muy importante en el que debía revisar varios papeles antes de que acabara la tarde de ese día.

—Buenos días, Erichi. —Al deslizar la puerta se encontro con la sonrió de Nozomi, percibiendo un tono más alegre de lo normal. En realidad llevaba varios días percibiendo ese cambio que lograba extrañarla. No le tomo muchas vueltas al tema y solo la ignoro, pero de algún modo se sentía feliz por ella.

—Si... Buenos días... —saludó con la cabeza, indecisa sobre como debería actuar. Se fue hasta su puesto agarrando lo necesario, pero cuando intento ponerse manos a la obra se encontró demasía cansada para prestar atención a lo que leía. Desvió su mirada unos segundos a la silla de enfrente, ahí se hallaba Nozomi, concentrado en sus cosas mientras giraba una lapicera en su mano. Raras veces la hallaba en ese estado y le resultaba lindo ver su rostro serie cuando normalmente se mostraba burlona.