Más que Amor (suerte # 7.5)

Lorell Clearwater

Cap (3/3)

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Para Lorell, la vida nunca fue sencilla, pero siempre trató de hacerla lo más llevadera posible, con una sonrisa en el rostro y con tantos pensamientos positivos como pudiera reunir.

A veces no era nada fácil, especialmente con un padre que era demasiado brusco en su trato. Brad Clearwater no era un hombre cariñoso y nunca lo sería. Siempre tendría un comentario despectivo para con su esposa y un insulto disfrazado para con sus hijos. Era esa la razón por la que Lorell trataba de mantenerse fuerte, trataba de resistir y soportar todo para que su pequeño hermano no tuviera que sufrir. Amaba a Sebastian y haría cualquier cosa para protegerlo, había sido así desde que lo vio por primera vez.

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La mayoría de perosnas no solían conservar recuerdos de antes de los cinco años y Lorell no era demasiado  diferente a los demás, pero estaba este recuerdo de cuando tenía cuatro años, el más claro de la primera etapa de su infancia.

Estaba sentado en los escalones del frente de su casa jugando con un par de cochecitos de plástico que su madre le había comprado en una venta de jardín tiempo atrás. Era sábado y su padre estaba adentro haciendo quien sabe qué, pero su madre se había ido el día anterior y no había vuelto por la noche. Por ese entonces Lorell no comprendía que estaba pasando, por eso no prestó mucha atención al taxi que se detuvo frente a su casa. Lo hizo hasta que vio bajar a su vecina y luego a su madre.

Sus pequeños ojos castaños se agrandaron cuando vieron el bultito de mantas que su madre sostenía contra su pecho. Se puso de pie y empezó a dar saltitos. Sabía que tendría un hermanito, su madre le había hablado de ello, pero no creyó que sería aquel día cuando lo vería por primera vez. Siguió a su madre y a la vecina hacia el interior de casa hasta la sala en donde su madre tomó asiento. Le regaló una sonrisa hermosa. Su madre solía sonreir mucho por aquel entonces, pero al pasar de los años eso dejó de ser así.

—Ven mi amor— le dijo ella y Lorell no dudó en acercarse a su madre. Ella inclinó el bultito de mantas y solo entonces pudo ver un pequeño rostro un poco rojizo y arrugado. —Es tu hermanito, se llama Sebastian.

—Mi hemanito— susurró acercando su mano con miedo, se veía tan pequeño— ¿Por qué está adugado?

—Porque pasó mucho tiempo en el estómago de tu mami— dijo la vecina en tono divertido — Bueno Clarise, me alegra haber sido de ayuda pero ahora debo irme.

—Claro, Fanny. Muchísimas gracias por haber ido a recogerme al hospital — su madre lucía un poco avergonzada.

—Descuida, lo hice con gusto.

Fanny le revolvió el cabello a Lorell justo antes de irse. Pasó mucho tiempo viendo dormir a Sebastian, tocando su mejilla de vez en cuando, sosteniendo su manita. E incluso cuando fue dejado en la cuna no pudo partarse de él, sus cochecitos olvidados en el porche de la casa. 

Más tarde esa noche sus padres discutieron en la sala, así que el cerró la puerta de la habitación y se acercó a la cuna en donde Sebastian hacía pucheros, así que lo único que se le ocurrió hacer para evitar que llorara fue meter una mano através de los postes de madera y tomar la su pequeño hermano.

—Yo voy a cuidalte— le susurró. Aun le costa mucho pronunciar las palabras correctamente— Te plestale mis juguetes, jugademos juntos. Te voy a quelel mucho ¿Si?

El bebé Sebastian apretó sus dedos y lo observó en silencio y aun a sus cuatro años, Lorell comprendío que haría lo que fuera por su hermano y que a partir de aquel día se esforzaría por protegerlo.