El mayor secreto de todos

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La noche había ido bien, realmente iba bien... hasta que Chloé tuvo la brillante idea de ir a un bar, que porque quería un trago. Un trago hubiera sido lo ideal, sí, pero no. Chloé Bourgeois estaba en la decadencia emocional, estaba sufriendo... y no tenía a nadie para apoyarla, pero al menos en ese momento, tenía a Luka Couffaine para detenerla, impidiéndole que se acabara la botella entera.

Y así fue. Chloé estaba borracha, otra vez. Y Luka... Luka tomó un par de tragos pero aún conservaba la cordura. No podía darse el lujo de pasar nuevamente por lo que pasó la noche en la que sacó a Chloé del peligro en el que se metió por beber de más en aquella discoteca. Así que disfrutó apenas de un par de vasos pequeños de alcohol, y cuando vio que Chloé estaba mareada, la tomó de la mano, pagó y la llevó a su auto. Bueno, el auto de sus padres.

—Luka, Luka Couffaine... ¿Por qué no me dejas morir de un coma etílico?— reía Bourgeois mientras decía aquello con tono burlón, aunque con ese incómodo nudo en la garganta.

Luka debería estar molesto, sí, debería, pero no lo estaba. Sí, se sentía levemente incómodo, pero aún así quería cuidar a Chloé. Sabía que ella no era la misma chica engreída con el ego altísimo que todos conocían en el liceo. Sabía bien que había cambiado, aunque nunca imaginó que Chloé terminaría en una situación como esa: completamente sola.

—Chloé, no voy a dejar que caigas en un coma etílico. ¿Y sabes qué? voy a llevarte a casa. Si quieres, podemos hablar mañana en la mañana, cuando estés mas consciente...—

—No, no...— chilló Chloé por lo bajo, tomándole la mano, ya con los ojos llorosos —No me dejes sola en casa, por favor—

—Bien. Entonces iremos al hotel, me aseguraré de que entres, y cuando estés en tu habitación, me iré ¿De acuerdo?—

Chloé asintió con la cabeza, aunque era obvio que esas no eran sus intensiones.

Luka comenzó a manejar despacio por las calles de París, con cuidado de no dar las vueltas de manera violenta o de forma agresiva en caso de que Chloé comenzara con las náuseas producto de tanto alcohol. De hecho, pasó lo que pasó la otra ocasión: comenzó a quedarse dormida, cosa que facilitó las cosas en cuanto a calmar el ambiente se refiere.

Llegaron. Luka se estacionó en el estacionamiento privado que correspondía al auto de Chloé Bourgeois, tapando su salida, obviamente, y después la despertó para que se pudiera bajar y comenzaron a bajar juntos.

—¿Dónde está tu padre, Chlo?— Preguntó Luka, preocupado. No quería que el exalcalde viera que él tenía a su hija en un estado como en el que estaba en ese momento.

—En Marruecos. Fue a un viaje de negocios—

—¿Y tu madre?—

—En Nueva York, como siempre—

—¿Alguien aquí que te cuide, acaso?—

—Nadie— dijo Chloé, suspirando, dándole entender al chico de puntas azuladas que Chloé estaba mucho mejor y que el alcohol comenzaba a dejar su cuerpo o por lo menos ahora permitía que pensara con mayor claridad.

Entraron al hotel, tomados del brazo. Bueno, Chloé le tomaba el brazo con fuerza a Luka, quien se dejó. Después, entraron al elevador, el cual se apestó a alcohol y levemente a tabaco, y cuando llegaron al piso de la señorita Bourgeois, las cosas cambiaron.

Chloé jaloneó a Luka del brazo para que entrara con ella a su habitación, quien no puso resistencia. Chloe cerró la puerta y se avalanzó contra el muchacho, robándole un beso apasionado, mal dado, con sabor al licor extranjero que tanto le gustaba a Chloé.

Luka no supo bien cómo reaccionar. En un principio, Luka intentó quitarse a la joven de encima a como diera lugar, excepto empujándola, pues tampoco quería hacerle daño... pero, de pronto, Chloé pegó sus pechos a su cuerpo, pasó sus brazos por su espalda y comenzó a acariciarle los hombros con necesidad, y fue ahí donde Luka perdió la cabeza por completo, y empezó a responderle al beso.

Empezaron a caminar hacia la cama. Luka no se percató de eso hasta que sintió que caía sobre el colchón, y ahí sí se permitió hacer a la rubia a un lado.

—Chlo, ¿qué estás haciendo?—

Fue también ahí cuando se dio cuenta de que Bourgeois estaba llorando

—Me siento fatal, Luka— susurró. Era obvio que para ese momento, la señorita ya no estaba borracha, o por lo menos ya había recuperado la idea de lo que era la realidad —Estoy harta de ser la chica virgen. ¡Mírame, Luka Couffaine! ¡Soy Chloé Bourgeois! ¡Soy la hija de unos de los hombres más importantes de la política del país! ¡Soy una de las chicas más bellas! ¡Visto de Chanel, uso Lancôme! ¡Pero todos se han ido, todos! ¡Mi mejor amiga me cambió por un maldito pene! ¡¿Qué pasa conmigo?! ¡Soy Chloé Bourgeois! ¡Y estoy muriendo, muriendo en el olvido!—

Luka no supo que decir a todo el discurso que había escupido la chica, pero estaba seguro de qué hacer.

Se puso cómodo, quitándose la camisa, los zapatos. Después, se sentó en la cama, levantando a Chloé. Le quitó los tacones y la abrazó.

No, no iban a tener sexo esa noche, pero sí iba a haber intimidad en ese momento: Chloé estaba desnudando su alma, y aunque Luka tenía muy poco de conocerla, no iba a permitir que Chloé siguiera cayendo en el abismo en el que sentía que estaba por tocar fondo.

—Tranquila— susurró el chico en el abrazo, cerrando los ojos, dejándola llorar y ensuciar su hombro con sus lágrimas —¿Quieres que me quede esta noche contigo?—

—Sí— dijo Chloé, con ese tono demandante que incluso Luka había extrañado.

No era el mejor momento para Bourgeois, y extrañamente, Luka se sintió levemente reflejado. Bueno, claramente él no era hijo de un político importante, ni tampoco salía en las revistas de la ciudad, ni era conocido... Pero sí sabía lo que era ser olvidado, y estaba dispuesto a ayudarla a sobrellevar su pesar.

Ambos quedaron dormidos en la cama, abrazados, semidesnudos. No había nada que Chloé no necesitara más que eso: un abrazo en la noche.

Lo que no sospechaban, era el tremendo escándalo que iban a armar en la mañana. Oh, sí, Chloé Bourgeois iba a salir del olvido, eso era definitivo.

[+18] VIRGEN ; {Luka x Chloe / Lukloe}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora