Mentiras no tan piadosas

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Luka Couffaine tocaba la guitarra en su habitación. Necesitaba descargar todo ese estrés que llevaba consigo desde hace dos días, pues justamente fue anteayer que presentó el exámen de la universidad. Había hecho trámites para una de las instituciones de la Universidad de París, en el área de artes. Quería ser un artista, no solo músico, lo había decidido de último momento.

Hacía ya unos días no se veía ni hablaba con Chloé. Aún recordaba su sabor, sus expresiones, sus sonidos... y todo eso lo excitaba, lo llevaba al límite del libido. Chloé tenía algo que las demás no: un temperamento de mierda. Sí, Chloé decía que sí para luego decir que no, o decía que no para luego inmediatamente decir que sí. Era un caso curioso, pero a la vez era una niña herida y no quería parar de pensar en ella. No podía, aunque lo quisiera de todas maneras.

"Déjame, Couffaine, déjame sola. Necesito estar sola" fue lo que le dijo aquella noche después de que la hiciera venir. Él la besó una última vez, se vistió y se fue a casa a descargar toda su impotencia de no poder haber tenido acción.

Él era un caballero con ella. Él sentía que debía serlo, le nacía serlo. Quería serlo. Quería ser su caballero, el único.

Se acostó en su cama para cerrar los ojos y aumentar el volumen de sus audífonos. Estaba escuchando en ese momento una canción en inglés. Luka no era muy bueno en ese idioma, lo único que sabía era que esa canción trataba de amor, y vaya que sí le recordaba a la señorita Bourgeois.

Cuando, de pronto, se abrió la puerta de su habitación con violencia, asustándolo. Se sentó en su cama, descubriendo a su hermana con el ceño fruncido y un periódico en las manos. Su aura era malísima, tanto que sintió su habitación enfriarse de golpe.

—¿Estás bien, Juleka? ¿Acaso no te enseñó mamá a tocar la puerta?— preguntaba él, sarcástico, intentando no recibir golpes de lo que fuera que estuviera pasando.

—¡Eres un imbécil!— gritó ella, arrojándole el periódico en la cara —¡Dime que no es cierto! ¡Dime que es mentira esa noticia!—

Luka tomó en sus manos la página principal.

"¡Nuevo romance! ¡La hija del alcalde parece no esconder a su amante de cabello azul! ¡Se rumora que es un artista amateur!"

Oh, no.

—Juleka, mira, esto está muy mal redactado, pero, ¿ya viste la foto? ¡Salgo precioso!—

Juleka le dio un zape tan fuerte que hasta a ella le dolió la mano.

—¡Oye, idiota! ¡¿Eres novio de Chloé Bourgeois ahora?!—

—¿Qué? ¡No!—

—¡Pues ahí dice que lo eres!— y dicho eso, Juleka salió de la habitación.

Luka empezó a leer el artículo, donde efectivamente, decía que Chloé afirmaba con su mejor amigo de la infancia en una conversación, Adrien Agreste, que tenía una relación con un misterioso artista amateur dos o tres años mayor que ella.

El varón guardó la página, deshaciéndose del resto del papel para tirarlo a la basura. Después, llamó a Chloé, quien no contestó, así que tuvo que aceptar una realidad: tendría que ir a su hotel. Sonaba tan raro llamarlo así, no se acostumbraba del todo.

Tomó las llaves del auto de su madre, y comenzó a conducir con prisa hasta finalmente llegar a su destino. Alzó una ceja al ver que no estaba el auto de Chloé, pero tomó confianza y se estacionó ahí. Bajó, entró al hotel, y pidió a todo el personal que le dejaran comunicarse con Chloé, pero todos le dijeron lo mismo, o sea, que no se encontraba en ese momento.

Completamente frustrado, Luka se acomodó en la gigantesca sala de espera. Sacó su celular, comenzando a llamar a Chloé nuevamente.

Esta vez, hubo respuesta.

—¿Hola, Luka?—

—¡Chlo! ¡Necesito que vengas al hotel!—

—¿Por qué?—

Fue ahí cuando Luka se dio cuenta de que Chloé se escuchaba extraña

—Porque... porque te extraño, preciosa. ¿Dónde estás?— susurró, siendo sincero, pero a la vez exagerando su amabilidad. Algo estaba pasando.

—Vine a ver a Adrien....—

—¿Y?—

—Y creo que no quiero estar ya aquí. Voy hacia allá—

Se colgó la llamada.

Luka esperó impacientemente, hasta que tras una hora o poco más, vio entrar por la entrada principal a Chloé Bourgeois. La vio entrar con los ojos llorosos, un hermoso vestido pegado negro de lentejuelas, su cola de caballo alta, y su maquillaje corrido.

Era curioso como sin siquiera dar señales, él estaba ahí para ella.

Corrió a abrazarla, y subieron a su habitación.

—Esto es un desastre, Luka. Yo soy un desastre...— murmuró, tirándose en la cama.

Luka por instinto le desabrochó el zipper, desnudándola. Chloé no se quejó, pues sí quería estar cómoda y sacarse toda esa elegancia que no había servido de nada. Por más que lo intentara, Chloé finalmente empezaba a darse cuenta de que nunca estaría en comparación con Marinette Dupain-Cheng. Eran muy diferentes, y Adrien la había elegido a ella.

—No eres un desastre, Chlo— respondió él, levantándola, deshaciéndose del vestido de la chica, tirándolo al suelo.

Luego la vio desnuda por millonésima vez, y la vio preciosa, como siempre.

—¿Por qué estás aquí?— preguntó Chloé, acurrucándose en el cuello de su amigo. Su único y real amigo en ese momento

—Porque... te extrañaba— mintió Couffaine. Bueno, no del todo. Sí la extrañaba, pero era obvio que esa no era la razón por la que estaba ahí, abrazando otra vez a Chloé con el corazón roto.

—Yo también te extrañaba, pero... creí que... olvídalo—

—Lo olvido, pero al menos dime si estás bien—

—Lo estoy ahora. Gracias—

—¿Puedo irme entonces, Chloé?—

—No...— Chloé tomó la mano de Luka mientras daba aquella respuesta negativa, cruzando sus dedos.

Luka entendió que algo estaba pasando más allá de lo que ella no estaba diciendo.

—¿Quieres que me quede esta noche?—

—No, solo... quiero saber por qué nunca soy suficiente—

—Chlo, eres tonta por decir eso, pero eres suficiente. Eres suficiente, ya te lo he dicho, debes creerme— dijo con la voz baja, casi en un débil susurro. Luka tomó las mejillas de Chloé y comenzó a besarla. Ella, entonces, respondió con pasión.

Ahora ella tenía un poco más de iniciativa, pues comenzó a jadear, tirando de las prendas de Luka para que se las quitara, y así fue. Se las quitó poco a poco, hasta quedar otra vez desnudo. Esta vez ella no se sorprendió, pero sí sonrió, y fue ella quien le besó el cuello a él, acariciando la punta del miembro varonil con sus delgados dedos

—Chloe... ¿qué estás ha-haciendo?—

—Quiero saber una cosa—

—¿Qué?—

—¿Por qué viniste?—

—Porque vi en el periódico que decías que somos novios. Y no sé, Chloé, mentir no está bien—

Silencio.

Chloé dejó de acariciarlo, para después tirarse en la cama y jalarlo del brazo para abrazarlo

—Cállate, bastardo. Al menos quédate hoy—

[+18] VIRGEN ; {Luka x Chloe / Lukloe}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora