—¿Qué? Creí que no querías mi ayuda en esto, cariño— sonreía Bourgeois, terminando de tomar de su taza de café frío. Chloé debía de ser la única chica en el mundo entero que se despertaba en las mañanas con un café helado, y no con uno caliente. Este hecho seguía dándole risa a Luka, quien no paraba de ver como los hielos se pegaban a los labios de su adorada rubia, dejándolos levemente rojos
—Ya te dije que no quiero que me dejen pasar. Solo quiero ver si tu padre puede hablar con el secretario de educación para que me deje hacer el examen, ya sabes, sin que nadie se entere— explicaba el chico por milésima vez, aunque Chloé lo miraba pícara. Iba a hacer todo lo que no le estaba pidiendo hacer.
—Como usted diga, señor Couffaine— Sonreía ella, tomando una servilleta con la cual limpiarse delicadamente los labios.
—Oye, Chloé, quería hablar contigo...— dijo Luka, girando a todos lados, esperando que de entre los comensales del restaurante no estuviera algún reportero por ahí.
—Dime— alzaba una ceja la chica bonita, cruzándose de brazos
—Mira, sé que toda esta situación es difícil, que estás pasando un momento de confusión, pero... —Luka se detenía un momento para extenderle la mano a Chloé, quien se la dio, y entonces, él entrelazó los dedos con ella —Pero prométeme que confiarás en mí, solo en mí, ¿sí?–
—¿A qué viene esto?— Sonrojada, Chloé desviaba el rostro mas no la mirada
—Pues...— Luka se detuvo nuevamente. ¿Era conveniente decirle que vio a Adrien Agreste ahí, yendo a buscarla? —Porque yo te quiero, preciosa—
Ahora sí, Chloé tenía el color rojo tiñiéndole el rostro.
Después llegó un mesero cualquiera, quien recogió los platos y los vasos, pendiente de si decían algo, pero no. A Chloé le había pegado mucho que le dijera eso.
—Hablaré con mi padre apenas me devuelva la llamada... yo también lo llamé hace rato—
—¿Dónde está tu padre ahora, Chlo?—
—En Argelia. Y de hecho yo debería de estar con él—
—¿Y por qué no estás allá?—
Chloé suspiró.
—Preferí estar contigo— murmuró en confesión, desviando la mirada.
Luka supo en ese momento, entonces, que algo inevitable había estado creciendo entre él y la hija del alcalde. Era inevitable, era... imposible de ignorar. Se levantó con duda, caminando lentamente hacia la rubia, quien lo veía curiosa. Después se agachó un poco para que la chica no se levantara y con delicadeza pero mucha prisa le besó la mejilla en un intento por pasar desaparcibido delante de la demás gente.
Después simplemente salió del lugar. Casi a tiempo para que Chloé saliera de su estado en el que se encontraba: completamente congelada. Empezó a sonar el teléfono de la señorita Bourgeois, contestando. Finalmente su padre le respondía la llamada.
Le contó todo, o bueno, casi todo, y su pader aceptó a hablar con el secertario de educación. Chloé colgó el teléfono victoriosa, antes de que alguien se sentara en la silla donde hacía unos momentos estaba el mayor de los Couffaine.
—Hola— sonrió Félix Agreste, acomodándose en la silla —¿Qué hace una chica tan preciosa como tú sola?—
—Félix— Chloé lo reconoció enseguida, alzando una ceja completamente incapaz de sorprenderse. Podía engañar a todos, pero ella conocía a Adrien desde niños, y sabía bien que por más idénticos que fuesen, ese no era Adrien. Y menos hablándole así.
—Bah, le quitas la diversión a esto—
—Dime que quieres— Chloé se acomodaba en la silla, mirándolo sin una pizca de interés
—A ti—
—¿De qué hablas?—
—¿Crees que olvidé lo que pasó hace un tiempo? Chloé Bourgeois, no me interesa si estás saliendo con ese mugroso, yo te deseo, Chloé—
—Tú no me quieres—
—Nunca dije que te quería. ¿Crees que olvidé esa noche? ¿Crees que no me excita saber que la chica más difícil de París estuvo una noche chupán...?—
Chloé se levantó y lo interrumpió para darle una fuerte bofetada.
—No seas estúpido, Félix. Estaba borracha—
—Pero igual lo hiciste, tonta. Si no hubiera sido porque decidiste irte esa noche con tus compañeros del liceo, hubieras dejado de ser virgen, Bourgeois. Yo no me quedé satisfecho, quiero más— decía mientras se levantaba, dándole temor a la pequeña rubia.
—¡Guardias!— gritó Bourgeois con miedo, escuchando cómo llegaban sus guardaespaldas a con ella, mirando ellos furiosos al rubio —Acompáñenlo a la salida— susurraba temblorosa, viendo como los dos gigantescos hombres escoltaban al muchacho hacia abajo.
Chloé volteó a ver a las mesas. Algunos fingían no haber escuchado nada, mientras que otros comensales la veían fijamente. No aguantó la vergüenza y salió corriendo del lugar, dirigiéndose hacia su habitación. Claro, una de las ventajas de ser la hija del alcalde y de la dueña de un hotel era que vivía en uno y que siempre tendría un restaurante abierto para ella.
Llegó a su habitación, comenzando a llorar, recordando cosas de las que se arrepentia, cosas que había hecho con consciencia pero que ahora no tenía qué explicación dar para justificarlas.
Porque sí, esa noche, la misma donde conoció a Luka, había ido a una fiesta antes, la fiesta de Félix, en una enorme mansión llena de chicos y chicas. Y claro, el anfitrión quería a la mejor, a la más pura: a ella.
Maldijo por sus adentros el haber caído en sus encantos aquella noche. Aún recordaba cómo la tocaba, cómo le besaba el cuello, cómo le hacía sentir que estaba a nada de perder la virginidad, pero claro, tenía que llegarle un mensaje de su estúpida amiga quien la convenció de dejar esa fiesta que asimilaba más a una orgía para después irse a la discoteca donde conocería Luka Couffaine.
Con miedo, agarró su oso de peluche favorito y lo abrazó con fuerza.
"Si no fuera virgen desde hace años, esto no sería un problema"
Entonces, hizo algo que nunca creyó que haría: tomó el teléfono y llamó a Marinette Dupain-Cheng. No quería otra cosa más que descargarse, gritarle lo estupida que era, lo sola que sentía... lo mucho que necesitaba una amiga.
Lo mucho que necesitaba saber por qué todo estaba tan mal, tan diferente. Pero claro, pasara lo que pasara, nunca le diría que sigue siendo virgen.
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[+18] VIRGEN ; {Luka x Chloe / Lukloe}
FanfictionChloé Bourgeois se encuentra con un tremendo problema: Es de las pocas chicas que conoce que sigue siendo virgen. La envidia le carcome y en su intrépida aventura por encontrar el chico perfecto para deshacerse su molestia, Luka Couffaine descubre m...