Chloé había tenido días difíciles, quizá no tanto como hasta ahora.
Había hablado con su padre, mismo que había hablado con el ministro de educación, y tras un poco de chantaje emocional y una que otra amenaza, había aceptado reabrir una fecha extra para la postulación de los estudiantes que no habían presentado el examen de ingleso a la universidad, cosa que costó no solo un escándalo en París, sino el nacimiento de varios rumores. Rumores tontos, como que Chloé, la hija del alcalde, tenía un amante que no había podido acceder a la cita del examen y que ahora le había pedido su ayuda. Ridículo, ¿no?
Luka tenía días visitando a Chloé, no para nada extravagante más que para estudiar en un lugar más tranquilo y con un poco de compañía. Incontables eran las veces en las que Chloé se había quedado dormida en la cama mientras Luka estudiaba en su escritorio, haciendo anotaciones que consideraba importantes y otras que quizá no lo eran, pero debía anotarlo por si acaso se trataba de una pregunta tramposa.
Fue por eso que el día del examen, Chloé acompañó a Luka a el centro de artes de la Universidad de París, pues él insistía en que ella le habia a dar suerte.
—Ridículo...— susurraba Bourgeois en el auto, sola.
Luka se había bajado hace una hora y ahora ella debía esperar por lo menos otras dos más. No podía creer que estaba ahí para darle "suerte", pero claro que le hacía sentir de maravilla que él le llamara de esa manera.
Se bajó del auto para fumar un cigarro, comenzando a salir del estacionamiento. ¿Qué era París sin ella? Una ciudad tan fuerte, pero, ¿qué era de ella sin París? Era francesa con orgullo, no solo por haber nacido en la cuna de la burguesía, sino por que amaba su ciudad. Amaba sus rincones, sus maravillas vistas, orgullo que guardaba celosamente para ella misma.
Y ahí estaba, Chloé Bourgeois, caminando por fuera de uno de los varios centros de la universidad de la capital. Caminaba con seguridad, fumando, admirando los edificios, el cielo despejado y bello, los pájaros pasar.
Cuando su paz llegó a su fin.
—¡Chlo!— gritaba una voz chillona, haciendo que la rubia se girara de inmediato, descubriendo que estaba a nada de recibir un gigantesco abrazo que en el que una vez se vio envuelta, casi tira su cigarro.
—¡Suéltame, Sabrina!— decía la hija del alcalde con suma molestia.
Sabrina la soltó inmediatamente, tal y como siempre obedecía a sus mandatos.
Sabrina había cambiado mucho. Se había arreglado la nariz, había dejado crecer su cabello y pese a que estaba casi irreconocible, seguía usando los mismos lentes que siempre usaba.
—Perdón, la emoción. ¡No puedo creer que en todo París te encuentre en la calle! Te he extrañado mucho, amiga—
Chloé nunca se había sentido tan incómoda de ser llamada de esa forma. "Amiga".
—Dime qué quieres, y vete—
—Chlo, ¿qué pasa? Somos amigas, yo solo quería saludarte—
—¡No!— gritó con fuerza, tirando el cigarro el piso, pues se estaba terminando —Sabrina, ¿dónde estuviste todo este tiempo? ¡Nunca llamaste, y cuando lo hacías era para enterarte de mi vida amorosa! ¿Qué clase de amiga eres?—
—Lo siento...— se excusó la pelirroja, bajando la mirada —Chlo, de verdad lo siento...—
—Chloé, mi nombre es Chloé, no "Chlo"—
—Bueno— Sabrina rodaba los ojos —Solo quería aprovechar que estás aquí para saludarte. Sé que no fui la mejor, y si quieres que no vuelva a aparecer en tu vida, así será, pero al menos tenía que disculparme...—
Chloé alzaba la mano como si fuera a golpearla, a darle una tremenda bofetada de la que no se salvaría, cuando entonces, la culpa pudo más con ella y bajó la mano, misma que posó sobre su codo del brazo contrario, bajando la mirada, llena de tanta rabia que sintió un enorme nudo formándose en la garganta.
—No sé si quiero tenerte en mi vida— decía Chloé aguantando todas aquellas gigantes ganas de llorar —Desapareciste, me cambiaste por Kim. Me cambiaste por sexo... ¿Acaso nuestra amistad no significó nada para ti?
Sabrina, quien aseguraba conocer perfectamente a la hija del exalcalde, no supo qué hacer. No era la misma Bourgeois de antes, sino... una más frágil.
Sabrina se dio la vuelta para caminar, regresando por donde llegó.
Fue entonces que, como si de un ángel guardián se tratara, un coche se estacionó en el lado de la acera donde estaba ella, siendo Luka quien bajaba para abrazarla.
—¿Estás bien? No estabas en el coche, me preocupé mucho— susurraba el varón, acompañando a Chloé hasta que se subió al asiento del copiloto. Luka regresó a conducir.
—Luka— murmuró la rubia —¿Puedes quedarte hoy conmigo?
—Claro— decía él, finalmente dándose cuenta de que Chloé estaba llorando.
—Hey, ¿qué pasó?
Chloé negó con la cabeza. Se negaba a hablar
—De acuerdo...—
Llegaron al hotel, donde ya como era normal, los de seguridad dejaron pasar sin problema alguno al joven, siendo ahora ellos dos los únicos en la habitación.
Chloé se tiró en la cama, a lo que Luka hizo lo mismo, abrazándola en cucharita
—Luka... estoy harta de sentirme sola...— sollozaba la muchacha, agarrando las manos de Luka para limpiarse las lágrimas. No tenía problemas con eso, de hecho, para él era el más enorme acto de confianza que la hija del exalcalde podía hacer.
—No estás sola. Por si no te has dado cuenta, estoy aquí— le dijo Luka en su oído, tomándola por la barbilla para ver su rostro con los ojos levemente hinchados, los labios rojos y las mejillas empapadas de lágrimas.
Se veía preciosa cuando era una pequeña joven y no la arrogante señorita Bourgeois.
Luka no resistió, y pasó a besarla como consuelo, y claro, porque le nació.
Empezaron a besarse con ternura, para después ser el aire que les faltaba el que les hizo darse cuenta que empezaban a calentarse. Luka se tiró boca arriba, para después ser Chloé quien se sentó en su regazo, levantándose la blusa y el sostén.
Chloé, por primera vez en toda su vida, sintió que le habían dicho la verdad. No estaba sola.
—Chloe... estás...
—¿Desnuda? No del todo— sonrió ella, tirándose para abrazarlo —Quiero hacerlo—
Luka, controlándose lo más que pudo, comenzó a acariciarle la espalda a la chica, causándole piel de gallina que claramente notó.
Comenzó a besarle el cuello, las clavículas, hasta que llegó a su pecho del cual comenzó a besar y después morder un poco.
Chloé comenzó a frotarse con fuerza para sentir la erección del chico
—¿Realmente estás lista, Chloé? — murmuró él, apretando sus senos, pellizcándole los pezones
—Sí, lo estoy— confirmó la chica, levantándose para desvestirse por completo.
NOTA DEL AUTOR: HOLA CHICOS!! EL SIGUIENTE CAPÍTULO VENDRÁ CONTENIDO EXPLÍCITO DE ÍNDOLE SEXUAL, POR LO CUAL LES PIDO DISCRECIÓN.
GRACIAS.
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[+18] VIRGEN ; {Luka x Chloe / Lukloe}
FanfictionChloé Bourgeois se encuentra con un tremendo problema: Es de las pocas chicas que conoce que sigue siendo virgen. La envidia le carcome y en su intrépida aventura por encontrar el chico perfecto para deshacerse su molestia, Luka Couffaine descubre m...