Pasaron los días, los meses. Casi un medio año desde esa íntima noche en la que no hubo sexo, pero sí una fusión de almas impresionantes.
Luka y Chloé habían formalizado su relación hacía apenas unos meses. Se saltaron el gran paso de ser pareja, pues habían vivido tanto juntos que no creyeron que valiera la pena llamarse "novios"; no eran una pareja desde el día en el que hablaron qué eran exactamente. Eran pareja desde el día que encontraron que estaban unidos por las enseñanzas que debían aprender el uno del otro.
Tras hablar esa noche, Chloé llamó a Sabrina para pedirle perdón, pues había reaccionado a sus acciones y ahora estaba lista para asumir su responsabilidad afectiva. Volvieron a ser amigas, como siempre debió de haber sido.
Luka llevó a Chloé con Juleka para tratar los malentendidos que tenían, y sí, Juleka aceptó que su hermano estaba con quien él quería estar. Se abrazaron los tres, y con la bendición de la madre de aquellos hermanos, anunciaron que Luka y Chloé estaban comprometidos.
Y después de todo eso, amanecía un día, uno que no sería cualquiera.
Chloé estaba dormida en su cama, escuchando lejanamente a alguien que brincaba en su habitación.
La rubia abrió los ojos poco a poco, descubrieron a Luka, quien era el responsable de los saltos en toda su gigantesca recámara.
—Luka... ¿Qué estás haciendo?— decía levantándose de la cama, vestida con un tierno camisón de seda de color negro y detalles dorados.
Luka se giró con sorpresa, descubriendo que había despertado a su prometida de toda su euforia. Corrió hacia ella para abrazarla, volviendo a tirarla en la cama, llenándola de besos en todo su rostro.
—Mi vida, me aceptaron en la universidad. ¡Ahora sí seré un gran músico, y cuando me gradúe, podremos casarnos!— decía casi gritando, siguiendo con los besos.
Chloé se levantó de golpe, zafándose de su agarre para cruzar los brazos y sonreír de un costado
—Eso me lo debes– decía a modo de broma, sacando sutilmente su orgullo para luego cerrar los ojos y alzar la cabeza, tal y como siempre lo hacía cuando su ego crecía.
Luka sonrió, tomándole una mano que llenó de besos como lo había hecho con su rostro.
—Usted es maravillosa. Aunque quien hizo el examen fui yo...— susurró juguetón para luego tomarle la muñeca y tirarla a la cama para hacerle cosquillas.
Chloé y Luka estaban lejos de casarse, quizás unos dos o tres años, pero ahora él vivía con ella. Chloé había decidido hacer una carrera en política, justo como su padre, y aunque sus resultados no llegaban aún, no podía pensar en otra cosa más que en la felicidad de su prometido.
André Bourgeois, quién había dejado la alcaldía, se había mudado a Bretagne, donde se despejaría unos años para después volver a la corte ahora como senador del país.
Después de la tormenta, parecía que salía el sol para todos.
Chloé y Luka se miraron un momento, antes de darse un beso. El beso que como mecha, comenzó a arderles en el cuerpo. Cuando menos lo esperaron, ambos estaban jadeando.
Ahora sí, todo estaba perfectamente adecuado para que las cosas simplemente fluyeran.
Luka comenzó a desvestir tiernamente a su prometida, bajando por su cuello y mordiendo con picardía sus pechos. Acarició su cintura, sus caderas, pasando una mano por su entrepierna para comenzar a masturbarla mientras de su boca salían halagos que sabía llevaban a su rubia al cielo.
Chloé, en cambio, pasó una mano a la erección del chico, haciendo lo mismo. Una dulce y juguetona masturbación mutua para acelerar sus corazones, que bombeaban sangre y la repartían por todos sus sentidos, cada vez más sensibles.
Luka se sacó los bóxers, separando las piernas de la chica y comenzando a frotarse.
—Estoy nerviosa— confesó al rubia, quien seguía mojándose poco a poco, sintiendo el miembro de su futuro esposo deslizarse por sus labios vaginales
—Tranquila... ¿estás lista?
Chloé afirmó con la cabeza, dejándolo entrar.
Comenzó a chillar, haciendo que Luka se detuviera una vez entró casi por completo dentro de su vagina. Tomó su rostro y comenzó a besarla con ternura, aún sin moverse, sin penetrarla.
—Dolerá solo un momento...—
Chloé asintió, bajando su mano para ahora ella sola masturbarse el clítoris, pensando y acertando con que eso calmaría un poco su dolor.
Cuando estuvo lista, el chico comenzó su vaivén de caderas, poniendo los ojos en blanco al sentir la cálida sensación de su amada dándole lo que más apreciaba. Su humedad lo empapaba, y aunque quería volverse salvaje y darle más fuerte, le tuvo paciencia.
Los minutos pasaban, y ella comenzaba a gemir, a jadear. Él veía sus senos rebotar, dándoles una lamida de vez en cuando.
La presión fue mucha para él, y apenas un segundo antes, salió de su ser para eyacular sobre sus bonitos pechos.
Chloé sentía sus piernas temblar.
Se quedaron en silencio un momento, antes de que finalmente ella rompiera el silencio
—Amor... ya no soy virgen... — susurró con cierto orgullo
—Sí, tu me la diste— murmuró el chico con notable felicidad
—Pero... no entiendo... Pensé que el sexo era más... animal. ¿Por qué?
—¿Sabes por qué? Porque el sexo no es como todos hablan. El sexo no es simplemente lo que se ve en el porno, o las exageraciones que cuentan los hombres que se creen dueños de todas. El sexo es una delicia, pero no es una sensación milagrosa. Debemos aprender a dejar de creer que el sexo es como en las películas, y solo disfrutarlo—
Chloé sonrió, besándolo con picardía
—Quiero hacerlo de nuevo
Y tras una risa por parte de ambos, pasaron todo el día haciéndose el amor.
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[+18] VIRGEN ; {Luka x Chloe / Lukloe}
Hayran KurguChloé Bourgeois se encuentra con un tremendo problema: Es de las pocas chicas que conoce que sigue siendo virgen. La envidia le carcome y en su intrépida aventura por encontrar el chico perfecto para deshacerse su molestia, Luka Couffaine descubre m...