#4 -Hasta los angeles se vuelven demonios-

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#4 ••Hasta los angeles se vuelven demonios••





No podía dejar de sonreír aunque trataba de ocultarlo, Alex apesar de todo lo que había pasado aún estaba conmigo y eso me hacía muy feliz. Sé que esto estaba mal, yo tenía novio pero Alex sobrepasaba todas las reglas y aunque quería odiarlo y estar lejos de él, jamás podía conseguirlo. Yo lo amaba y eso jamás cambiaría.

—¿Que pasa? Desde que llegamos haz estado muy callada.

—No es nada. —Quise evitar su mirada pero él chico era de esos que son imposibles de dejar de mirar.

—¿Así que ahora eres modelo y capitana de las porristas?, ¿que más sorpresas tienes para mí?.

—Era lo que tenía que ser.

—Por favor no digas eso Azul, pensé que odiabas ese mundo de las chicas superficiales y mírate ahora.

Sabía a donde iría está conversación y en este momento no quería discutir con él, así que tendría que detenerlo.

—No vayas por ahí Alex, es mejor que lo dejes.

—Okay como quieras, pero quiero que sepas que yo siempre te voy a querer seas como seas, incluso si eres una fresa sin remedio o una rebelde destructora.

Si así era Alex, en un momento podría elevarte al cielo con sólo unas palabras pero de igual modo podría destruirte.

Nos quedamos mirando por un corto tiempo, hasta que la enfermera nos interrumpió.

—Azul Victoria Gilbert —la enfermera me mencionó y me hizo de seña —, es su turno señorita.

—Okay. —Iba a entrar al consultorio, pero la expresión de Alex literal me detuvo.

—Wooo, ¿te llamas Victoria?. —El güerito tenía un gesto de sorpresa, al parecer no sabía mi horrible secreto.

—No digas nada —le advertí y en cambio comenzó a reír. —¡Alex!.

—Lo siento cariño pero tu nombre tu segundo nombre es tan adorable, Vicki.

—No te atrevas a llamarme así nuevamente..

Alex hizo caso omiso a mis palabras y seguía burlándose de mi, lo ignore y entre al consultorio.

La consulta con mi ginecólogo no fue muy tardada, solo tenía que cambiarme los anticonceptivos porque con las pastillas anteriores tuve algunos problemas.

Al salir Alex seguía sentado en el mismo sitio. ¡Por Dios! Como podía ser así, porqué aún intentaba que lo perdonará y porqué yo no podía alejarme de él definitivamente.

—¿Terminaste?.

—Si, ahora podemos irnos.

Nos dirigimos a la salida y al llegar al coche tuve un debate conmigo misma, entre subir o no hacerlo.

—Podemos ir a comer, que te parece Vick hermosa. —Su voz sonó angelical y todo hubiera sido más fácil si no hubiera sonreído.

—Alex por favor no actúes como si nada pasará.

—No lo estoy haciendo, solo trato de pasar tiempo contigo, —la manera en que me miraba, me rompía. —Te extraño y mucho.

—Se supone que estoy enojada contigo y que te odio.

—Okay te propongo un trato —Alex se quedó pensativo un momento y después continúo. —, que te parece si hoy olvidamos todo y mañana puedes seguir odiandome, anda di que sí.

La gran mentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora