#25 -Injusticias-

1K 79 11
                                    




TIEMPO DESPUÉS

—Hasta que llegas, ¿Dónde rayos estabas?.

Me limité a hacerle señas y después me senté en el sofá.

—¿Te hice una pregunta Vic? —Ella rodó los ojos al ver que no le respondería. —No hace falta que me digas dónde, porque ya lo se.

—Bien entonces ya no me preguntes, que me duele horrible la cabeza. —Le hago una mueca para que se quede en silencio y ella entiende que lo que digo es encerio.

—¿Estas bien? ¿Te duele mucho?.

—Un poco pero ya se me pasa Lia.

—Hoy es tu boda y necesitas estar como toda una reina, —me señala la cama donde se encuentra tendido mi vestido de novia, mi carísimo vestido.

En ese momento me cae el 20 de que realmente me casaré, hoy me casaré.

—Si tienes dudas recuerda que en ese cajón se encuentra un par de boletos de avión a un lugar muy lejos y que aún estás a tiempo de decir no. —Mi amiga abre uno de los cajones del buró y me muestras los boletos. —¿Entiendes?.

—Si y estoy 100% segura, —trate de engañarla pero era tan difícil engañarme a mi misma.

—Diga lo que diga no cambiarás de opinión, ¿Cierto?.

—Correcto, así que es mejor que me ayudes con todo ya que quiero que todos me vean espectacular.

—Bien.

—Hiciste todo lo que te pedí.

—Todo está listo.

Le una sonrisa a esa chica, jamás me imaginé que ella se convertiría en un pilar muy importante en mi vida. Ella siempre estuvo a mi lado apoyándome durante estos años y jamás me cansaré de darle las gracias.



TIEMPO ANTES


Los ojos de Alex no dejan de verme con desprecio, su mirada se ha paralizado en mi. Puedo ver el asco en sus ojos, su desprecio, su odio hacia mi; quiero morirme ahora, quiero morir y olvidar todo.

Todo parece un mal sueño. Una pesadilla creada por André, quien se encuentra a mi lado con una sonrisa en su rostro.
Jamás pensé que después del infierno que André me había hecho pasar, él tuviera la desfachatez de llamar a Alex para que nos viera en esta situación.

Estoy llorando, no puedo moverme y no puedo hablar, André lo ha hecho muy bien. Lo ha hecho excelente.

—¡Déjame André, te lo suplico déjame! —mis gritos y mis pataleos no han servido de nada.

André sigue tocandome y besándome, siento tanto asco que quisiera morir y terminar con este tormento.
Las fuerzas se me han ido y dejo de luchar, André no va a parar, no lo hará. Cierro los ojos para dejar de ver su cara, las náuseas en mi estómago siguen y se que en cualquier momento devolveré el estómago.

De repente André se detiene, sus manos siguen en mi cuerpo y yo trato de quitarmelo de encima. Él se aleja y yo me cubro con las sábanas mientras sigo llorando.

La gran mentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora