Desperté mareado, volteé levemente sintiendo cada movimiento en mi adolorido cuerpo, era una sensación muy molesta, al igual que problemática debido a que mis ganas de orinar eran enormes. Cuando por fin logre voltearme pose mi vista en su cama.
El ya no estaba en ella, cosa que me alegro en gran manera. Me daba una sensación de paz que no podía explicar.
Con sumo cuidado apoye mis brazos para levantarme, debía hacerlo con paciencia y calma, era bastante claro para mí, ya que no era mi primera vez en este estado, al menos eso creo, mire con calma mi reloj -despertador- el cual marcaba como hora las 5:30 pm, demasiado tarde para mi gusto.
Baje por las escaleras que daban al comedor, lo cruce rápidamente -al menos lo más rápido que mis piernas me lo permitían- no me daba el lujo de correr.
Mi padre estaba sentado ahí, con su mujer y Luka. Me sorprendí demasiado y no gratamente, se suponía que hoy irían a un viaje de sus negocios, un comercio bastante grande los había contratado y eso lo hacía muy importante para ellos.
Los padres de mi padre - los que supuestamente son mis abuelos - le heredaron una empresa junto a una fortuna bastante exagerada. Lo suficiente grande para que el viviera cómodamente, pero la avaricia es grande. Despilfarro gran parte de ese dinero.
Ahora este sacando de nuevo a flote el negocio, por lo que me resulta ilógico que este aquí.
- Como te decía - hablo el hombre sentado en la mesa, mi padre- lo invite a cenar a nuestro hogar. Sera muy grato que conozca con quienes hace negocios, además -agrego volviendo su vista a la izquierda- Luka, seria fantástico que estuvieras aquí, para que aprendas del negocio familiar.
- Claro - respondió el susodicho- para mí sería un honor.
Mientras retrocedía varios pasos tropecé con un estante que poseía un jarrón hecho con porcelana, el cual reposaba en la sala, quise maldecir mi suerte.
Se levantaron apresuradamente. El primero en salir fue Ciro -mi padre- el cual me observo con odio.
- ¿Qué haces aquí? No te dije que no podías salir hoy - empezó con una calma demasiado abrumadora-. No mencione hace días que no te quería ver fuera ¡No te dije que esto si es importante!
-Señor, su invitado esta aquí. Lo hice pasar a la sala ¿Desea que lo traiga al comedor?
La joven mujer estaba nerviosa, todo el personal sabia como me trataban, pero ninguno podía hacer nada, ya sea por miedo o por desinterés. Sara - una ayudante de cocina- era la única que me hablaba cada que podía.
Un hombre joven, entro de la sala hacía el comedor -no tendría más de 28 años- me miro primero a mí y luego a Ciro.
- Oh... lo lamento -dijo con calma- ¿interrumpo algo?
- No, para nada, para nada joven Alexander. Es un honor que nos acompañes esta tarde y ¿su padre pudo asistir?
- Lamentablemente no. Por eso vine solo en compañía de mi hermana menor. Dalia por favor ven debemos presentarnos adecuadamente.
Entro una hermosa chica, de mirada tímida. Su cabello castaño y ondulado caía como una hechizante cascada y sus labios rosados se miraban presionados por el miedo.
Ella me miró fijamente como si me pudiera ayuda. No podía hacer mucho, estaba igual o mejor dicho peor que ella.
- Buenas tardes, un placer conocerlos a todos aquí - su voz era suave y tímida, junto con sus modales perfectos la hacían la típica señorita de alta Sociedad.
Retrocedí unos cuantos pasos. Estaba demasiado adolorido como para cometer la imprudencia de correr.
- El joven aquí presente ¿es...? - dijo el visitante, esperando saber quién era yo.
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Alma de cristal.
Teen Fiction- No estés triste, a alguien le importas; a mi no, a tu familia tampoco, menos a tus amigos, pero debe haber alguien, un gato, un árbol, no se... algo. Y si, debía haber algo pero no lo encontraría, no en esta vida, fue lo único que atine a pensar...