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Léna nos había contado a Inés y a mí que en el Garnier, cuando todos quedamos atrapados en los túneles, ella había hablado con Henri -luego de haberse separado voluntariamente de Inés y Dash para buscar a su novio-, pero que no había logrado verlo ni siquiera tener una conversación, ya que sólo habían llamado al nombre del otro.

A Léna este "semi-reencuentro" la había puesto feliz en parte, pero algo triste porque no había podido ver siquiera a su novio.

Actualmente yo estaba parada en el escenario del Garnier, mirando hacia los asientos, sintiendo y admirando la majestuosidad de este lugar, mientras que daba algún que otro giro.

Creí que estaba sola en aquel escenario, o, bueno, sí lo estaba, hasta que llegó Max y me habló:

—¿Estás lista, chica?— él llegó al punto del escenario en el que estaba y se puso frente a mí —El ensayo está por comenzar.

Él se fue y yo lo seguí mientras le respondía:

—Oh... sí. Claro que sí. Lo siento.

•••

Al comenzar el ensayo, Max y yo hicimos nuestra coreografía, pero fallamos y la señorita Carré nos regañó, por lo que volvimos a intentarlo, pero tampoco nos fue bien.

•••

Luego de más intentos fallidos, obtuve un "descanso" y salí corriendo y subí al techo del Garnier. Sabía perfectamente que aquel era el "lugar de Léna" pero necesitaba aire fresco y no nos dejaban salir del edificio.

Max me seguía corriendo desde atrás, llamando una y otra vez a mi nombre:

—¡_____! ¡Oye, _____!— me detuve por fin, Max logró alcanzarme y yo me di media vuelta para poder estar frente a frente con él —¿Qué fue eso?

—¡Esto tiene que ser perfecto!— le respondí nerviosa por el miedo a que todo salga mal. Me reí irónicamente —¡No puedo arruinarlo otra vez! ¡Podría ser mi última oportunidad!

—Estoy de acuerdo— me respondió él regalándome una de sus sonrisas al final.

Volví a reír para desahogarme, era como una risa con enojo, parecía loca.

—Y Thea... De verdad no le agrado— yo mantenía una sonrisa irónica. Max sólo me miraba como sin comprender lo que le decía —. Estaría muy feliz de verme fallar para poder hacerse cargo del papel— dije ahora enojada y con un tono de voz y cara de odio —. ¡¿Y viste a la señorita Carré cuando dijo "personas muy importantes"?! ¡Eso es presión!— había podido desahogarme.

—Wow... Muy bien...— respondió Max incrédulo —Un momento, ¿qué te está pasando? _____, conoces muy bien este papel, ¡¿qué se te metió en la cabeza de repente?!— preguntó enojado.

Bien... ¡Gracias por el ánimo y apoyo, Álvarez!

Yo suspiré y luego de unos segundos pude hablar:

—Aparentemente parece que olvidé cómo bailar— esto lo dije entre sarcástica y preocupada, al borde de las lágrimas.

—Bien, arréglalo— ja, ja. ¡¿En serio, Álvarez?! —. ¿Hay algo más?— yo hice un silencio, ¡ni que fuera a decirle que me ponía algo nerviosa cada vez que bailaba con él! —Bien... No me digas...— dijo molesto, harto —¡Siempre te pasa algo, _____!— y se dio media vuelta y se fue por donde había venido, dejándome sola, con un cerebro lleno de pensamientos y unos lagrimales a punto de llorar.

Yo sabía que en el estudio, en el ensayo, ahora mismo debían de estar bailando Jeff y Dorothea, por lo que, luego de un corto rato de que Max se haya ido, emprendí la vuelta a aquel estudio.

Encuéntrame en París: Max Álvarez y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora