One-shots || Victuuri

XIII

Regularmente Victor prefería estar en su casa, acostado en su cama y teniendo a su linda caniche a un lado mientras veía su serie favorita, pero tristemente el dinero no se lo regalaban. Se mudó a Nueva York por su trabajo el cual podía decir que lo amaba pero en los últimos años era lo que menos le importaba, desde que llegó a la gran ciudad sintió que su vida se repetía tan constantemente como si viviera el mismo día una y otra vez. Si, obviamente tenía compañeros que lo invitaban los fines de semana para intentar conseguir un ligue de una sola noche o cosas por el estilo, al comienzo Victor era uno de ellos, sexo de una sola noche y despedida en la mañana, pero de nueva cuenta, sentía ese peso de repetirlo todo así que dejo de hacerlo.

Un año después de haber llegado a la ciudad pensó detenidamente si podría conseguir una pareja estable, había un par de personas que le interesaban en el trabajo pero cada que las conocía a fondo terminaban revelando sus lados desagradables, Victor se sentía bien de solo tratarlos como compañeros. Aunque un chico en especial le llamó la atención, así que sin más comenzaron a realizar salidas frecuentes; todo eso llevo a citas y terminó en un lindo comienzo de una relación. La relación más corta que jamás haya tenido, para su mala suerte.

Indiscutiblemente repitió cada patrón con sus anteriores ex. Mujer u hombre, terminaban con Victor repitiendo que esto no funcionaba y lo mejor sería darse un tiempo, ni siquiera quería recordar aquella relación tóxica que tuvo alguna vez, cada persona que Victor dejo entrar en su corazón terminaban por llevarse un pedazo de él. La gente Neoyorquina es difícil. Después de algunos años en busca del amor terminó por dejarlo y volver a su aburrida vida de oficinista. Quizás la crisis de los treinta le pego duro este año, ya que recientemente cumplió 31 años y sentía que nadie tomaba las riendas de su vida, ni siquiera el mismo.

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Mientras escribía los últimos informes para perder un poco el tiempo para esperar su hora de salida, sentía que su mente estaba en otro lugar, posiblemente pensaba que haría el resto de las vacaciones que había pedido, quería visitar a su familia en Rusia, por supuesto los extrañaba pero también deseaba un momento a solas de esa ciudad llena de edificios, ha pasado casi 6 años en ese lugar que otra parte fuera del bullicio de la ciudad sería la gloria. Quizás un lugar más tranquilo, un bosque o pradera donde se duerma al estar escuchando cigarras de arrullo, eso lo hizo sonreír.

Sin prestarle mucha atención al tiempo se dio cuenta que era el único que quedaba en su oficina, todos comenzaban a retirarse así que sin más, el hizo lo mismo. Ya en la acera pensó si debería tomar un taxi o uber para llegar a su hogar pero era viernes y por la fachada de las personas esa noche era de completa diversión. Cada calle de la ciudad estaría repleta de autos y no se sentía preparado para escuchar los sonidos del claxon de los autos, así que con muy pocas ganas decidió caminar, por supuesto llegaría mucho más tarde a su departamento pero acortaría la distancia al cruzar por Central Park, así no escucharía tanto del ajetreo de la ciudad.

Después de unos largos minutos y mucho olor a flores pudo llegar al gran parque, no había tenido muchas oportunidades de visitarlo pero por lo que había visto en fotos lucía hermoso y muy bien cuidado; al parecer las fotos no eran simples arreglos, era un parque muy hermoso, estaría seguro de que traería a Makkachin a pasear de vez en cuando a este lugar.

Estaba alegre de haber llegado con la apuesta de sol, la copa de los arboles tenían ese lindo color naranja que creaban los atardeceres, realmente era hermoso. Decidió tomarse un descanso, sabía que tenía que llegar a casa para poder alimentar a su chica, pero con esa vista, sentía la necesidad de tomarse el tiempo de apreciar cada cosa y con ese lindo y relajante paisaje tomaría una decisión de a qué lugar irse a viajar para tomar sus vacaciones... o para vivir.