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La bella luz del amanecer se colaba por el gran ventanal de la habitación insinuando que el sol estaría presente ese día. Un lindo omega se removía entre las suaves sabanas como si buscara encontrar aún más calor del que tenía proporcionado, pronto se percató que se alfa ya no se encontraba en su cama así que poco a poco se movió al lado donde su esposo dormía, ese dulce aroma le encantaba y relajaba, no tardo para poco después volver a dormir profundamente.

El sonido de su estómago lo despertó llamando por comida, además que no deseaba perderse el desayuno, esos días de devolver lo que recién había ingerido y de peculiares antojos quedaron atrás. Se levantó para ir directo al baño, procedió a hacer sus necesidades para después lavar sus dientes y su rostro.

Aunque no quería decidió en hacerlo, se acercó lo suficiente para estar parado frente a la pequeña báscula, algo temeroso colocó todo su peso en aquel aparato para poco después observar como la pequeña línea roja marcaba su peso correspondiente.

-Huh, medio kilo más...- Dijo resignado, pero poco después una linda sonrisa se marcó en su rostro. Llevó uno de sus manos a su vientre el cual ahora se encontraba un poco más abultado de lo que antes recordaba, sabía que tenía que sacrificar ese perfecto cuerpo que tanto había trabajado para traer a su primogénito. Antes de salir del cuarto de baño, se colocó los ya conocidos parches en sus pezones que permitían que no manchara su ropa gracias a la lactancia que había comenzado hace poco más del mes.

Hizo la cama y se encaminó hacia la cocina lo cual saliendo de su habitación lo recibió un dulce caniche el cual se encontraba ansioso de recibir cariño de su dueño, el omega se detuvo para acariciar los gruesos cabellos de su can favorito bajando a su altura.

-Buenos días, Makkachin. - Recibió un par de lengüetazos del can en su mejilla para poco después este bajara al vientre del omega y lo olfateara. -El bebé también dice buenos días. - Con una grata alegría se encamino a la cocina, lo cual el can lo siguió, le agradaba sentir protección por parte de su amigo perruno además de que su alfa se encelaba por eso lo cual lo hacia reír.

Desayunó en compañía de Makkachin, no podía evitar regalarle pedacitos de comida al can cuando lo miraba con esos ojitos irresistibles pero poco después escucho el timbre de su casa, se sorprendió un poco ya que no esperaba visita y el aún se encontraba en pijama así que de la manera más rápida levantó los trastos sucios para colocarlos en el lugar respectivo y tomó rápidamente su bata para proceder a abrir la puerta, Makkachin siempre estando a su lado.

- ¡Yuuri! - El alegre tailandés lo sorprendió con su sonrisa sin igual. - ¡Pitchit-kun!- Respondió sorprendido el omega en cinta, cuando Pitchit dio indicios de querer abrazar a su mejor amigo, el canino gruño alertando a ambos. -Yuuri, ¿No me morderá? -Preguntó Pitchit con un semblante de preocupación.

-Makkachin tranquilo, es solo Pitchit. - Le murmuró Yuuri al can para poco después este comenzara a mover su cola. -Lo lamento, Pitchit, no lo hará, es solo que ha estado así incluso desde antes de saber que estaba embarazado. - Respondió un poco apenado, para aligerar el ambiente lo invito a pasar.

-Realmente no esperaba tu visita, Pitchit. - Dijo el omega llegando con dos tazas de chocolate caliente a la sala donde lo esperaba el moreno. - Lo sé y lo siento mucho por no avisar pero tenía mucho tiempo sin ver a mi mejor amigo y de repente me entero que estas embarazado y no pude evitar sorprenderte viniendo, además traje regalos. - Respondió entregándole cinco bolsas que se visualizaban algo pesadas.

Apenado dejó ambas tazas en la mesa de estar para después tomar asiento con su amigo y tomar las bolsas, comenzó a revisar las primeras cuatro observando en ellas muchísima ropa de recién nacido y un sinfín de biberones entre otras cosas. - ¡Pitchit! No debiste. - Sorprendido y con una gran sonrisa abrazo a su mejor amigo para continuar revisando todos los artículos.

One-shots || VictuuriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora