Hoseok, un muchacho de clase baja que ha tenido suerte de terminar trabajando para una de las más adineradas y famosas familias de la Corea antigua. Taehyung un niño rico y mimado que sigue los designios de su padre sin preguntar nada. El destino pa...
El sonido de sus pasos alejándose me dio luz verde para sacar lo que me ahogaba, odiaba mi aspecto, no me veía como yo, no me sentía como yo, había llegado a golpear contra una pared, no existía salida alguna, ya no.
Sin que alguien llamara antes, la puerta de mi habitación se abrió y papá entró.
—Te ves bien —asintió, pero como siempre, hubo algo que no fue de su agrado y era el maldito nudo en el cuello —si no le enseñas a ese chiquillo a hacer esto bien nos vas a dejar a todos en ridículo ¿Eres estúpido Taehyung? Mientras preguntaba nuevamente apretaba demasiado casi ahogandome —vas a halagar la, vas a ser educado, pero jamás vas a demostrar que somos inferiores, no lo somos, nosotros sólo necesitamos su título, ellos necesitan nuestro dinero Taehyung y vas a portate como el adinerado bien educado que eres.
—Sí padre, lo sé.
—Cuando la cena termine vas a hacer el compromiso oficial, le darás el regalo que has comprado para ella... Y esto.
Mi padre me entregó una pequeña cajita y yo sabía muy bien lo que contenía, el aire no pudo salir de mis pulmones y tampoco pudo entrar, me estaba ahogando y mi cerebro entendía bien que no era algo que se pudiera evitar.
—¿Amabas a mamá cuando se casaron?
—Deja de preguntar estupideces y termina de arreglarte, tú cabello se ve desastroso.
—¿La amas ahora?
Mi padre salió de mi horrible habitación sin darme respuesta alguna. Con dedos que temblaban tanto como cervatillo frente al león abrí la caja, era hermoso y no me representaba en absoluto, yo jamás habría elegido algo así.
Los seguros dos kilates de esmeralda resaltaban a la perfección frente al oro blanco y los diamantes incrustados de la joyería, demasiado llamativo, demasiado falso, demasiado parecido a mi padre.
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Cerré la caja y la guardé en mi bolsillo.
La primera lágrima cayó y a esta simplemente le siguieron las demás, de mis ojos brotaba un mar de sentimientos, dolor, ira, frustración, impotencia y resignación.
Mi pecho golpeaba y quemaba con el recuerdo de tener a ese imbécil tan cerca, no podía dejar de recriminarme por haber sido tan infantil y débil con él y su aroma, ese maldito aroma de canela y manzana aún emanaba de él, confundía mi cerebro y estrujaba mi estómago.
—Nobleza manda —dije con voz casi inaudible —nobleza manda Taehyung —repetí más seguro —nobleza manda, nobleza manda... Nobleza... Nobleza...
Mi voz se quebró como frágil cristal y mis manos acudieron a mis ojos para apretarlos en un desesperado intento por evitar la salida de más lágrimas cargadas de todo lo que mi voz no podía expresar.
