29 días de BatLantern

17.- Amor

— oh, no... no... no...

Bruce lo miraba tan fijamente, pero no había rastro de ese entrecejo que se le marca cuando anda molesto o cuando quebrándose los sesos por idear un plan de ataque, no, había mucha seriedad y al mismo tiempo algo de incertidumbre, pues Hal Jordán se estaba tardando en responder.

— ¿Y... bien?

¿Cuánto tiempo tenían como amigos con derecho? Claramente ante los héroes de la Liga de la Justica ambos eran como el aceite y el agua. Llegado a un punto, con Barry no tendría esas atenciones íntimas, jamás, se dice una y otra vez mentalmente, pues su rubio amigo es como un hermano tanto en las batallas de héroes como en la vida común. Pero cuando le tocaba una misión con Batman, parecía que ambos trataban por ver quién sacaba de quicio a quien, admitía que el murciélago en su forma de pelear era eficiente, aun sin tener algún poder como Superman o como Linterna o como Flash, es un error subestimar al guardián de Gotham y lo ha comprobado un sinfín de veces.

Todo se dio conforme se conocían, toda esa tensión en sus discusiones, en las pocas veces que podían conversar como personas normales, la curiosidad del uno al otro los hizo tratarse más, tenían una que otra cosa en común, pero ante todo Hal comenzó a mirar al verdadero Bruce Wayne, no a Batman, no al Play Boy, sino a Bruce.

Una sola noche no basto para repartirse besos, caricias, anhelos, la intimidad; Hal no tenía problemas con ser el activo o el pasivo, lo que le sorprendió es que el mismo Bruce confió en él y se dejo ser, ambos sin un estereotipo, la adrenalina de estar dentro del Caballero de la Noche y la misma adrenalina de tenerlo dentro. Al contrario de lo que se piensa de alguien que atemoriza a los maleantes de Gotham, que le gusta causar el terror entre la escoria y entre la gente común, esa violencia con la que actúa, la aparente frialdad que muestra a sus petirrojos, si eres alguien de fuera que solo vez la superficie, pensarías que ese hombre es violento, taciturno, ajeno a la calidez de un abrazo. Pero Jordán puede presumir de que Bruce Wayne en la cama es el hombre más amable y candente, es mentira de que se acuesta con todas y todos los modelos, para el magnate intimar con una persona no es cualquier cosa, el castaño se dio cuenta que a su compañero le habían roto el corazón dos veces y no fue por boca de él sino de los petirrojos que miraban como su padre mostraba una sonrisa más amable y radiante, tenían miedo, si, de que su tutor pasara por otra ruptura, no es que Wayne fuera algo comunicativo con todos, pero sus acciones mostraban su tristeza cuando era lastimado o traicionado cuando se trataba del amor o de sus allegados. Tampoco es un hombre que suplica, entiende y se aleja para no incomodar a la persona que ama.

Por esa razón se da cuenta que ese hombre tan serio e inquebrantable le ha expuesto su corazón, le habla claramente aunque su voz suene nerviosa, algo inusual en el pelinegro. Sospechaba que hablarían de algo, pensó que era como cualquier noche donde cenarían fuera de Ciudad Costera o de Gotham, pero esta vez el mayor lo llevo a un precioso lugar frente a un lago, donde ningún reportero los estuviera siguiendo, ya habían esquivado a unos, era parte de aventurarse y sentir la adrenalina, esquivar a los medios que se encargan de publicar quien será la próxima o el próximo en llevar a la cama, lo que no saben es que Bruce ya lo ha llevado a la cama tantas veces como él mismo al millonario. Solo que Alfred se encarga de divulgar chismes amarillistas para esquivarlos, pero ahora, pensó que todo seguiría así durante más tiempo.

— ¿Qué hará?

Se pregunta, su corazón palpita como cuando está en batalla, tan acelerado, la adrenalina... pero ante todo el miedo de admitir que se estaba ilusionando y que no esperaba nada, que solo sería un momento, revolcones solo para saciar el deseo, para desahogarse, quitarse el estrés de las batallas y de la vida diaria, se mentía así mismo negándose a aceptar lo que empezaba a sentir en su corazón.