29 días de BatLantern

22.- Nuestro Hogar. Tercera parte.

Hal había hecho prometer a Bruce que no se enterarían del sexo del bebé hasta que naciera, era lo único que le pedía, le rogo hasta el cansancio, deseaba que fuera sorpresa para ambos, pero de todo lo que el piloto le pudiera solicitar, esa petición fue de las más difíciles de cumplir, así que el pelinegro le puso dos condiciones y una de ellas sería que seleccionaría el doctor que lo atendería en el parto y que solo su madre y Alfred estarían enterados del sexo del bebé solo para que cuando naciera tuviera lo necesario.

— Oh vamos Spooky no me dirás que eres de los que rosa es para niños y celeste para niñas.

Bruce lo mira, y es cuando Hal comprende que no debió ponerlo en ese dilema, de no saber si el bebé va ser niño o niña.

— ¿Es en serio?

El omega se toca el puente de la nariz.

— Hal... no conoces a mi madre, así como la vez toda dulzura y amor, cuando se lo propone le dice a mi padre: "Hazte a un lado" y es peor cuando se trata de ser ordenada y meticulosa, querrá hacer las fiestas de Baby Shower, así que imagina todo el lío que se va hacer... tendrá que utilizar colores neutros.

Ambos estaban tendidos en la cama, Hal tras de Bruce, abrazado, acariciando el vientre abultado.

— Mañana viene de visita con Alfred, hablare con ella... así que no te preocupes...

Bruce sonríe por esa confianza que tiene el castaño, Martha no se la dejara fácil, no es una mujer que cae ante los encantos de un hombre que no sea su esposo Thomas.

El omega se quedo con la boca abierta, la señora de Wayne había caído redonda ante los encantos de su yerno, Alfred discretamente le dice a Bruce:

— La señora adora al señor Jordán.

Voltea sorprendido observando a su madre y ahí estaba, ella sonríe como una colegiala a lado del piloto que la lleva del brazo por la orilla de la playa.

— Ah... no es cierto... si me lo hubieran contado lo tomaría como una mentira...

Su mayordomo esta por hablar sobre un detalle, en la limosina no solo venían ellos dos, alguien más se quedo esperando en el asiento, aun no se decidía en salir y entrar en la casa, cuando esta apunto de avisarle al omega sobre el otro invitado este irrumpe comentando sobre lo que Bruce ve en la playa.

— Hijo creo que Martha y tu esposo nos están engañando.

Bruce casi se le sale el corazón, no del susto sino de la impresión al tener a Thomas padre hablando tan relajado y con una sonrisa.

— Pa... padre...

El mencionado observa la palidez de su hijo, le indica a Alfred que les prepare un poco de té que Martha trajo para la joven pareja. Toma de la mano a Bruce para llevarlo a sentar en uno de los sofá.

— Trata de no exaltarte, parece que has visto un fantasma y vaya que no lo soy... no querrás que mi nieto nazca antes de lo debido...

El omega se sienta, no es débil, solo que en cierta forma no pensó que su padre lo perdonaría por dejar a su socio plantado en el altar y que ahora le hablara tan cariñosamente. Acaricia su abultado vientre, sonríe sin evitar que una lágrima se escape, deslizándose por su mejilla, la cual su padre cariñosamente le limpia.

— Vamos hijo... no te estoy recriminando nada... es solo...

Se torna serio, pues recuerda todas las cosas horribles que les dijo a ambos, que jamás aceptaría a Jordán como el Alfa destinado, pero sobre todo que ya no era su hijo, cual golpe en el corazón fue para el omega que admira a su padre por sobre todo.