20.- Un regalo para alguien que tiene el universo a sus pies.

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Antes de enlazar los listones azul metálico en las muñecas de Jordán, sus labios recorren esa piel perlada que se asoma del cuello hasta el pecho, había comenzado con desatar primero la corbata verde olivo enredándolo entre los dedos, al tiempo que jugaba con los botones del chaleco del mismo color para después seguir con la camisa blanca, todo lo hace con pasmosa ceremonia, disfrutando cada suspiro que escucha de ese hombre que tiene bajo su cuerpo, cada bocanada de aire que le permite para atacar nuevamente esos labios que se antojan rojos como una fresa, una mordida para comprobar que no se retractara de ser su precioso regalo de cumpleaños, de esos labios pecaminosos salió la idea de entregarse como el obsequio tan deseado para Bruce Wayne.

Cuanto se contiene y aun así con toda la experiencia en el arte del sexo, sus manos y su ser tiemblan de la emoción, porque es bien sabido que Jordán deja a las mujeres contentas y a los hombres por igual, solo que en este caso, en el ámbito de entregarse, son ellos los que acceden a entregarse a los brazos del piloto, todo para tener el honor y el placer de sus caricias, pues Jordán nunca les ha permitido que lo tomen como el pasivo, no porque no le guste, sino que ninguno era de su gusto. Al escuchar el historial del castaño fue que se atrevió a ahondar más en unas caricias la primera vez, no le molesto, lo tomaron como juego, no podía negar que estar a su lado lo relaja esa sonrisa y gallardía del ex soldado.

Pero ahora, Jordán se pone en charola de plata ante sus ojos con un precioso listón azul metálico que se enreda el mismo entre juego y besos.

— Spooky...

Sonríe agitado al sentir esos labios que reclaman más de su piel conforme el saco queda tendido en el suelo, el chaleco y la camisa en la cama. El mayor lo escucha observa y no entiende como Hal termino enredado en ese listón que tenía como función ser un moño, ahora todo revuelto en el cuerpo de su compañero hasta enredarse en el cabello.

— ¿Qué has hecho Jordán?

El mencionado sonríe, contesta:

— Jajaja Yo que... mira el desastre de ese listón se supone que esto debe ser sexy...

Bruce no puede sino reír, solo el castaño puede hacer de una escena sensual a una de broma, se apoya en sus rodillas y manos para no dejar caer su peso en el linterna.

— Hal...

Le habla acariciando con el dorso de su mano la mejilla, con una voz que al mencionado se le antoja amable.

— ¿Qué sucede? ¿Ya no quieres tu obsequio?

Bruce se arrodilla para lentamente quitarse la camisa, con voz ronca responde.

— Ese es el problema... deseo mi obsequio con locura...

Hal se sonroja ante esa mirada cargada de deseo, al mirar ese cuerpo bien trabajado y con cada cicatriz de su guerra contra el crimen, pero lo que lo acalora hasta quedar sin habla es ese miembro que ha comenzado a mostrarse bajo el pantalón del pelinegro. Casi se le va la voz, pero se recupera para preguntar.

— ¿Y qué esperas?

Esos ojos de tonos azul y gris se oscurecen ante el ferviente deseo que contiene, toma una de las manos del piloto y la atrae a su abdomen, deslizándola.

— Hal... Ya es media noche...

El mencionado sonríe agitado al sentir esa piel blanca que acaricia con la yema de sus dedos.

— ¿Spooky no me digas que te convertirás en calabaza después de la media noche?

El mayor no sonríe, lo mira con esa misma intensidad y responde.

— Feliz cumpleaños Jordán...

Desliza la mano perlada hasta el bulto que oculta su pantalón, Hal traga saliva al sentirlo, sus dedos tiemblan al acariciar la protuberancia. Titubea al preguntar algo que lo emociona y lo estremece de la emoción.

29 días de BatLanternDonde viven las historias. Descúbrelo ahora