Asesino enamorado || Aristemo

Estoy harto

Estoy hasta la mierda. No puedo aguantar ver lo que está pasando con las mujeres, no puedo soportar que nuestro autodenominado salvador diga descaradamente que le importa más su pendejada del avión que los asesinatos de mujeres.
No puedo soportar que cada vez que camino por la calle y va una mujer sola, inmediatamente se aleje de mí, he visto una y otra vez el pánico en sus caras antes de que les pregunte la hora o cuánto cobra el antro.

Estoy cansado de que nadie haga nada. Estoy hasta la madre de que nadie diga nada. Nuestras mujeres están muriendo y puedo que te valga tres vergas porque no conocías a ninguna, pero no piensas en que podría ser tu hija, tu novia, tu esposa, tu mejor amiga, tu hermana

Podría haber sido cualquiera que ames o vagamente respetes y a ti te importa una mierda. Odio la impotencia de ver a las mujeres que amo y admiro consumirse por el miedo, odio escucharlas negarse a salir y hacer cosas que les gustan por temor a no volver con vida a sus casas y familias

Se supone que un hombre no llora y me estoy sacando la mierda por los ojos porque no puedo soportarlo, porque nunca me había sentido tan asqueado de mi género, porque me imagino lo que debieron sentir esas mujeres,  porque no sólo es la muerte, no solo las matan, primero las golpean, las violan, las torturan y cuando ya no queda nada más qué hacerles las matan y las botan por ahí como si no valiera para nada.

Hoy perdí a alguien que adoraba. Alguien que nunca va a regresar.
Perdí un mal chiste y una risa diarios, un buen consejo, un brazo fuerte, una mano amiga, un paño de lágrimas, un ser extravagante y un alma hermosa.
Perdí una amiga, una hermana, una compañera.
Perdí su espíritu y su amor, su belleza y su vida, que fue lo único que pudieron tomar de ella, porque yo sé que peleaste hasta el final, yo sé que nunca te quedaste, yo sé que nadie podía contigo y sé que tú fuerza, tu poder y tú magnificencia fueron lo que retaron a algún hijo de puta a quitártelos.
Pero no serás una cifra más, porque dejaste un ejército de personas que te amaron y te adoraron y dedicarán el resto de su vida a hacerte justicia, a que el dolor en nuestro corazón caiga como furia sobre los que te lastimaron y trataron, en vano, de mancillar tu alma.

Quisiera reunirme contigo ahora mismo, pero no puedo irme sin hacer justicia por las horas de tormento y la vida arrebatada, a ti y a todos los que éramos iluminados por tu brillo.

Por ti y por todas las demás, yo hoy me rehuso a seguir callado.