3. Joven privilegiado

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Era temprano en el aeropuerto cuando un chico castaño bajó del avión recién llegado de Nueva York acompañado de una chica rubia.

-Mi espalda -se quejó el chico estirándose.

-Ni fue tanto tiempo.

-No es el tiempo, odio los aviones.

-Acostúmbrate.

Ambos caminaron por el aeropuerto hasta llegar a la salida, donde un Uber Black los esperaba.

-Melisaa Ibarrola y Cuauhtémoc López -los anunció la chica al chófer que se bajó a abrirles.

Ambos entraron al auto y se acomodaron sobre los hombros del otro.

-Estoy muerto -dijo él bostezando y tallándose los ojos.

-Yo también -respondió ella resbalando su cabeza de su hombro a su pecho.

Ambos acababan de llegar de Nueva York, atendiendo al llamado de sus familias para venir a discutir le repartición de acciones que los López estaban haciendo. La familia López era parte de la enorme familia Peñaloza, que poseía un imperio comercial y cada una de sus acciones estaba valorada en miles de dólares. Éstas acciones eran eran las que Francisco López y Susana Córcega estaban buscando repartir entre sus hijos, al menos lo mayores de edad.

El Uber llegó a la residencia López-Córcega y los chicos bajaron allí.

Cuauhtémoc y Melissa entraron al caserón pero no vieron a nadie ahí.

Absolutamente a nadie.

-¿Hola? -llamó Cuauhtémoc extrañado de ver su casa vacía.

-Jóvenes privilegiados, por aquí por favor.

Ambos se volvieron y vieron a un chico que los dos conocían bien.

-¡Diego! -Melissa se arrojó a sus brazos.

-¡Mely!

Diego Ortega. Se conocían desde bebés, él no era parte del imperio comercial pero era hijo de una importante familia de políticos que mantenía relaciones estrechas con los Peñaloza. Era su mejores amigos de la infancia, casi un hermano para Melissa y ex novio de Cuauhtémoc.

Tenían una historia tan larga como significativa.

-¿Donde están todos? -preguntó Temo.

Los otros dos prestaron especial atención a la distancia no menor al medio metro que mantenía de ello.

-Llegarán en unos minutos, el plan era darles la bienvenida pero no nos dio tiempo.

-¿Todos? -preguntó Mely, sorprendida de qué su madre hubiera aceptado ir.

-No. Tus padres están en tu casa.

La chica sacó su celular y pidió otro Uber mientras les hablaba.

-Los dejo, tengo que ir a mi propia reunión familiar. Haré que traigan aquí mi maleta, Temo, ¿te importa?

-Me la llevaré a mi departamento, de ahí te la mando.

-Okay. Los amo, bye.

Se fue y los dos chicos se quedaron solos.

Se miraron entre sí sonriendo.

-¿Están todos mis hermanos? -preguntó Cuauhtémoc.

-No, solo las calcomanías, Sebastián y Axel.

Las "calcomanías" eran los dos hermanos menores de Temo, gemelos de catorce años cada uno, y Sebastián y Axel eran los hijos de su madrastra, uno de la edad de los gemelos y el otro poco mayor que él.

Asesino enamorado || AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora