SeokJin siempre ha sido la sombra de su hermano gemelo, JinSeok; ambos nacidos como omegas de la misma madre, a pesar de tener el mismo rostro, sus vidas eran muy diferentes. JinSeok, el hijo preferido, SeokJin, el hijo olvidado por todos, ambos tan...
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『❝Mis ojos han perdido todo su brillo❞』
Cuando llegaron, el ambiente que los recibió fue de todo menos agradable. Hostil era una palabra que podía describirlo, aunque de igual manera, quedaba corta. SeokJin bajó del auto tímidamente, personas observaban el carro lujoso que se encontraba fuera de las instalaciones de la base militar con curiosidad, como si nunca hubiesen visto algo parecido.
SeokJin reparó en que claramente, las personas que tenían la oportunidad de vivir en Esmeralda, o las personas que pisaban una base militar, no estaban acostumbradas a los lujos. Inclusive él, siendo de una familia de nobles, no parecía tampoco conocer mucho sobre cómo era la vida de un rico.
YoonGi no demoró en bajar detrás suyo, pero rápidamente el alfa se posicionó adelante dictándole qué camino debía seguir, y aunque eso molestó de cierta manera a SeokJin, dejó que eso pasara.
─Bienvenido, Centinela Min ─El hombre hizo una larga y profunda reverencia para luego estrechar sus manos en un fuerte apretón que hizo que la mandíbula de SeokJin se tensara.
─Buenos días, guarda MinHyuk. Me preguntaba si la reunión que pedí ayer ya fue convocada o aún está en proceso ─YoonGi dirigió una rápida mirada al interior de la base que terminó siendo inútil, pues no pudo ver nada de utilidad.
─¡Oh, sí señor! La esposa del jefe de la manada acabó de llegar, debe estar junto a él poniendo orden a las personas en la sala.
Con un asentimiento YoonGi agradeció silenciosamente y MinHyuk se hizo a un lado para dejarlo pasar. Nada más estar adentro YoonGi tomó sorpresivamente la mano de SeokJin y entrelazó sus dedos al mismo tiempo en que dejaba salir su olor. SeokJin le dedicó una mirada inquisitiva, Min, por su parte, le dedicó una suave mirada y una delicada, casi imperceptible, sonrisa.
Era obvio que trataba de calmarlo, y SeokJin aceptaría la ayuda. Podía notar el ambiente cada vez más pesado conforme se acercaban, los militares eran cada vez más, tanto en cantidad como en rango y experiencia, y para ese punto SeokJin ya se sentía lo suficientemente intimidado como para no alzar la mirada, como se suponía que los omegas refinados debían de hacer.
Él, por supuesto, era una excepción. No podía evitar ser tan curioso, pero se tragaba la ansia de saber el porqué de muchas cosas por cómo lo miraban. No los culpaba, pues Esmeralda estaba en una situación militar y política crítica, y a cualquier mínimo descuido, zafiro podría atacar y eso significaría el fin de su manada, su familia y su vida.
