Cap. 34. Pasado es pasado.

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Katerin respiró profundamente, miró directamente a los ojos de Alejandro que demostraban mucho cariño. Él acababa de confesar que la amaba. Qué grandioso hubiera sido que en aquel entonces le hubiera dicho esto. Pero el hubiera ya no existe, ella ya no sentía aquel amor que un día le había profesado. Su amor era ahora para Michael, a quien amaba mucho.

— Alejandro, es verdad que has cambiado. Que no eres el mismo hombre que me echó de su vida. También, me has demostrado que eres capaz de cuidar de Sandy, y estoy segura que igual podrás con Samuel. Sin embargo...
Dijo Katerin dirigiendo su mirada hacia dónde se encontraba Michael y los pequeños.

— Yo tengo a Michael, él es el amor de mi vida. Por mucho tiempo había estado equivocada, pensé que lo que sentía por ti era amor. Pero, me equivoqué.
Prosiguió Katerin confesandole lo que había guardado desde el fondo de su corazón.

Alejandro sintió una punzada en su corazón, comprendía lo que ella le estaba diciendo. Sin embargo, su corazón se negaba a aceptarlo. Miró con tristeza a ella.

Ella había tomado su decisión y eso no lo incluía a él. Todo lo ocurrido entre ambos, tendría que ser cosa del pasado.

— Te amo, sé que ya es demasiado tarde. Me di cuenta muy tarde. Ahora tú... Lo amas a él. Aunque no me guste, esa es la verdad.
Dijo con un gran pesar. Sentía que en cualquier momento su corazón colapsaría.

— Sí, ya no veo una vida sin él y espero que lo puedas entender. Sólo... Si tan solo me hubieras querido en ese entonces, ahora no estaríamos así, tal vez habríamos sido felices. Sin embargo, la vida ya tenía nuestro destino preparado. Los dos hemos tomado rumbos diferentes. Espero que te lo puedas tomar a bien, que puedas retomar tu vida. Lo siento, por haber ido a poner tu vida de cabeza.
Se disculpó Katerin.

Todo lo que había pasado le había ayudado lo bastante para reflexionar y aprender de las cosas. Lo tenía que admitir dolía pero le estaba sirviendo mucho.

— No, para nada. Te doy gracias por volver a mi vida. Por ayudar a la empresa de mi padre y por regalarme la oportunidad de ser padre, de poder cuidar de nuestros hijos. En serio que, con ellos me has dado la mejor felicidad que pude recibir. Con respecto a mí y a ti. Pienso que nos hizo falta tiempo, más a mí que a ti. Espero que seas feliz con él, se ve que realmente es un gran hombre. Respeto tu decisión y les deseo lo mejor.
Dijo Alejandro con una triste sonrisa.

Katerin se alegró porque él había respetado su decisión, que no se sentiría incómoda cuando lo viera ni tampoco que tuvieran desacuerdos cada vez que se vieran.

— Gracias, Alejandro. No sabes cuánto me da gusto que quedemos de la mejor manera. Espero que pronto la vida te dé la oportunidad de conocer a alguien más.
Dijo alegremente.
— Eso espero.
— Así será, ya lo verás. Ahora vamos con los chicos. Por cierto, debemos de poner seguridad para ellos. No podemos dejar que ese incidente vuelva a ocurrir.
Comentó Katerin preocupada.

Eso era seguro, debían de tener cuidado con los niños. Ya habían intentado llevarse a Sandy, no los podían exponer más.

— Mientras yo viva, nadie le podrá hacer daño a nuestros hijos.
Aseguró Alejandro.
— Bien. Pues, debes saber que yo tampoco me quedaré con los brazos cruzados.
— No esperaba menos de la gran mujer que eres.
Comentó con sinceridad.

Al salir del estudio, al ver a su padre, los niños se lanzaron directamente a sus brazos. Katerin sonrió al ver la felicidad de ellos.

Michael la rodeó con su brazo, los dos compartieron miradas felices.

Alejandro los tomó a los dos pequeños de la mano. Miró a Katerin con súplica.
— Déjame consentirlos.
Pidió.

Katerin hizo un gesto de que estaba pensado, miró a los niños que estaban ansiosos en espera de su respuesta. Luego, puso el semblante serio y ellos se preocuparon.

— No.
— Mamá, por favor.
Suplicaron los pequeños.
Alejandro la miró confundido.

— No hay problema, eso iba a decir pero me interrumpieron.
Dijo riendo.
— Mamá, no hagas ese tipo de bromas.
Se quejó Samuel.
— Ya, ya, ya. Vayan a disfrutar el día con su padre.
— Yupi. Papi, vamos a la feria. Anda, vamos.
Dijo Sandy jalando a Alejandro entusiamadamente.

Katerin le dedicó una mirada cómplice a Alejandro.
— Cuento contigo, cuídalos, super papá.
Mencionó Katerin con una pequeña sonrisa.
— No te preocupes, que lo haré.
— Bien, disfruten niños.
Dijo contenta.

Los pequeños le dieron un beso de despedida a su madre y un abrazo a Michael. Alejandro se los llevó llenos de alegría. Ahora era momento de poner al tanto a Michael.

— Michael, ya hemos hablado y resultó mejor de lo que esperaba.
— ¿En serio? Me parece muy bien que Alejandro haya recapacitado.
— Sí, lo sé. Estoy muy contenta porque será un buen padre para los chicos.
— Eso lo debemos celebrar, ¿No lo crees?
Preguntó entusiasmado.
— Me parece que sí. ¿Qué haremos?
— No sé... Yo pensé que cierta chica quería comer unas pizzas con un refresco de esos que le gustan.
Dijo en tono tentador.
— Me leíste el pensamiento, mi amor.
Dijo contenta abrazándolo.

Se separaron, él la tomó de las mejillas. Fue acercándose poco a poco a sus labios y la besó en un lento y apasionado beso. Después, intercambiaron miradas.

— Entonces, no hay tiempo que perder. Vamos por esas pizzas.
Dijo Michael animadamente.
— Vamos. Aunque siento que me estás tratando como si fuera una niña pequeña.
Se quejó Katerin.

Michael la observó con detenimiento, luego, le dio la vuelta y la miró con recelo.

— Y, ¿no lo eres?
— No.
Contestó de la manera más tierna.
— Bueno, bueno. Si me lo pones de esa manera no creo que digas la verdad.
Acusó Michael mirándola con una divertida mirada.
— Claro que sí.
Contraatacó Katerin colgándose sobre su cuello.
— ¿No te gusta que te mime como una niña?
Preguntó asimilando seriedad mientras la sujetaba suavemente de las caderas.
— Claro que sí. Sólo estaba jugando contigo.
Confesó riéndose.
— Vámonos, pues.
Dijo riendo junto con Katerin.

Michael era el hombre que había estado esperando. Desde que era pequeña tenía la esperanza de conocer a alguien que la amará plenamente. Y, sin dudas lo había encontrado.

Para Michael, Katerin era la mujer que tanto había deseado. Una que le diera un amor incondicional, en donde tuviera la certeza que su confianza nunca fallaría.

Finalmente, ellos dos habían encontrado la felicidad, su historia de amor comenzaba apenas.

Si Tan Solo Me Hubieras Querido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora