4.- Dejarlo ir.

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Jaehyun.

KyungSoo no dejaba de picarme las costillas con la punta de sus pequeños dedos. Estaba nervioso, ansioso pero sobre todo desesperado. Probablemente en mi cuerpo había encontrado una buena manera de descargar su estrés, porque después de más o menos unos diez minutos, todavía continuaba con esos movimientos que exasperaban mi paciencia usualmente perpetua. No tuve otro remedio más que de aguantarme un rato, tratando de pensar en otra cosa para distraer mi mente, hasta que me fue imposible continuar soportándolo y me vi en la forzosa necesidad de cambiar expresión tranquila por una mueca de lado.

   —De tanto hacer eso me vas a terminar hundiendo los dedos —comenté con tranquilidad. Mi amigo ante la menor provocación se convertía en toda una bestia. Quería ahorrarme el drama—, no tengo ganas de hacerme otro agujero en el cuerpo, es suficiente para mí con el que tengo. Gracias.

   KyungSoo me lanzó una mirada fulminante. Esa misma que estaba supuestamente evitando.

   —Estoy nervioso. No sé cómo va a salir todo esto de la bienvenida. —reconoció todavía mortificado, mordiéndose el labio inferior con fuerza. Al menos retiró su dedo para mi alivio, pero no sin antes hundirme tres de ellos de golpe sacándome al aire y otra mueca de dolor. Su maldad no conocía límites—. Tú sabes mejor que nadie lo mucho que trabajamos en esto. No quiero que algo salga mal, eso es todo.

   —Lo sé, Soo —jadeé, buscando aire para recuperarme—, y por eso mismo estoy seguro de que todo va a salir bien. No tienes por qué asesinarme ahora, al menos espera el resultado.

   KyungSoo puso los ojos en blanco pero terminó asintiendo. Yo también estaba nervioso, pero era distinto porque no quería admitirlo. Desde mi punto de vista siempre es más fácil esconder esas emociones que no son convenientes de mostrar. No quería fatigarme con malos pensamientos. Prefería mantenerme tranquilo, especulando en que todo saldría bien aunque todo estuviera de cabeza. Puede que fuera demasiado optimista para cualquiera, pero a mí me funcionaba y con eso bastaba.

   —Esos hijos de puta son tan impuntuales que enferman. —ladró mi amigo con enojo sin dejar de morderse los labios.

   El auditorio estaba medio lleno y las personas que todavía no llegaban eran las que precisamente más nos interesaban; locos fiesteros irresponsables. Solo de ese tipo andábamos buscando. Lograr que Jeno ganara las elecciones del presidente del consejo no había sido tarea difícil gracias al montón de votos que recaudó. De hecho, nada lo fue en cuanto a su postulación. Los estudiantes lo amaron desde que cruzó la puerta de la escuela con él cabello teñido de color plateado y los ojos cubiertos de lápiz negro. La única tarea compleja y que nos había costado todo lo que lo demás no lo hizo fue convencer a los directivos de que montar una bienvenida en el gimnasio de la escuela así como diversas celebraciones a lo largo del año, no era una mala idea. Porque primero al proponérselos nos habían mirado como si les hubiéramos dicho que la universidad estaba a punto de convertirse en una casa para vagabundos y segundo, nos costó bastante todas las cartas de más de setecientos alumnos que se habían enviado por correo a la oficina directiva, rogando que la escuela permitiera este tipo de eventos.

   El comité finalmente accedió, quizá por nuestra insistencia o por miedo a que montáramos una revolución, e inmediatamente tuvimos que poner manos a la obra antes de que se lo pensaran mejor y decidieran expulsarnos a todos por insolentes. Llevábamos semanas completas organizando todo. KyungSoo y yo particularmente nos rompimos la espalda con los preparativos. Mi amigo acababa de ingresar a la universidad, pero desde que iba en el instituto nos ayudaba. Por otra parte, convencer a Jeno para postularse como presidente del consejo tampoco fue una tarea fácil, pues se negó rotundamente a ello desde el principio. Sin embargo, a medida que vio nuestra desesperación e insistencia, accedió. Sin llevarnos la contraria porque últimamente ya no tenía ganas de hacer ni de decir nada. Se había convertido en un fantasma que obedecía las órdenes de los demás.

Odio |NoMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora