Lowood (Edward Cullen x Oc)

Chaos

— ¿estás bien? —preguntó Shirley mientras abrazaba a Edward y bostezaba.

—sí. ¿Por qué?

—has estado callado desde que Sam vino. —dijo Shirley mientras volvía a bostezar.

Edward solo le dio un beso en la coronilla y empezó a acariciar su pelo.

—duerme, mañana será un largo día.

Shirley asintió, mañana Shirley iría con Alice de compras, mientras Edward y Jasper deberían ir a cazar. Alice le estaba organizando una mini fiesta. Shirley también estaba entusiasmada con la idea.

—Edward... me poco ansiosa si no te veo un día... —musitó somnolienta—. Siento que hay un hilo invisible que nos une... cuando se estira demasiado... ciento que se va a romper. Por eso trato estar la mayor parte a tu lado. No quiero estar lejos de ti. —susurró mientras le daba un beso en el pecho.

Edward solo asintió y sonrió. Días como estos, donde Shirley estaba demasiado cansada, y se esmeraba por estar despierta; ella decía todo lo que pensaba y sentía. Edward era feliz al saber lo que Shirley pensaba de él.

—te amo —susurró Edward. Shirley asintió y quedó dormida profundamente.

Para Edward pasar tiempo con la niña era un placebo infinito, su propia droga personal y jamás consumida. El podía definir a que sabría la gloria, la felicidad sin beber ni una gota de la sangre de Shirley. Él estaba perdidamente enamorado de ella, y ella de él. Se recostó más cerca de ella y la abrazó para deleitarse con el dulce efluvio que emitía. Un efluvio placentero.

— ¿sé que estas aquí? —Fue la voz de Isabella que se escuchaba del otro lado de la pared—. Necesitamos hablar.

Edward suspiró frustrado y se desprendió reticente de Shirley. Con los labios apretados salió de la habitación para ir hacia donde estaba Isabella.

—hola...

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Shirley despertó somnolienta y vio que ya era de día, sonrió al saber que no tardaba más de una hora para que Alice viniera a recogerla. Cuando salió de su habitación para ir al baño se llevó una sorpresa al encontrarse a Isabella despierta y con una sonrisa resplandeciente.

—Buenos días —saludó Isabella alegre. Shirley solo asintió sin saber cómo responder.

La sonrisa de Isabella la hizo sentir escalofríos, la hizo sentir que este día no iba ser tan esplendido, dejó de divagar para ponerse a bañar e ir hacer de desayunar.

Charlie ya estaba despierto, y eso lo sabía porque era el único que veía televisión. Ella entró a la sala y lo saludó.

—buen día jefe Swan, ¿Qué desea para almorzar?

Charlie le regaló la sonrisa cálida y alzó la ceja.

— ¿Qué es lo que quieres señorita? —preguntó astutamente.

—Nada... —dijo a la defensiva.

— ¿segura? —insistió sin bajar la ceja.

Shirley asintió mientras evitaba verlo. Después suspiró y dijo la verdad.

—quiero permiso para estar afuera todo el día...

—Shirley pasaste ayer todo el día con Edward. —interrumpió Charlie con un tono casi cansado.

—no... no voy a estar con él. ¿Me das permiso para salir con Alice y Rosalie?

— ¿Alice?