Perdida

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Sam no sabía que decir o que hacer. La había perdido, ella se había ido por el camino fácil. Otra vez el vacío se sentía tan doloroso. Si tan solo él hubiera podido entrar en su corazón. Si tan solo fuera más insistente en estar con ella. Si tan solo él no le hubiera hecho caso a Charlie en darle espacio y tiempo a Shirley.

Si el tan solo... tan solo hubiera dicho la verdad.

Ahora se encontraba vagando por todo Forks buscando su rastro, su presencia. Paul su subordinado estaba preocupado por él. Y no tan solo el, era todo el consejo que estaba preocupado con la desaparición de Shirley. Donde no hubo oportunidad de poder decirle sobre el secreto que ellos ocultaban.

La primera vez que la miró, él se imprimió. Y eso lo hizo frustrarse, lo hizo sentir desagradable ya que tenía una novia y amaba a esa novia. Y lo que más odiaba era ver que su imprenta era una psicópata que no dudaba en arrojar gente por el acantilado. Él se abalanzó hacia ella queriendo rechazar la impronta, pero desafortunadamente cayó al vacío.

Hizo lo posible para rescatar a ese humano, era demasiado tarde; la persona ya estaba muerta.

El consejo decidió que todo lo que ella hacia estaba justificado por el abuso que pasó a lado de su padrastro. El consejo decidió que le dirían la verdad cuando ella saliera del duelo de la perdida.

El confió en que él estaría a su lado, pero eran los chupasangres que ocuparon ese lugar. Edward le había dicho que era su compañera y que él iba hacerse responsable de ella. Él quería refutar y ese encuentro hubo golpes. Terminaron por lastimarse por el derecho quien iba a estar a su lado.

Al final el cedió; ya que no podía controlarse y terminaría por lastimarla. El solo se dedicó de cuidarla en las sombras, la veía sonreír, recobrar un poco de vida, y también la escuchó tararear con felicidad.

El día que Edward no estaba el aprovechó para estar cerca de ella, la siguió hasta Port ángeles. La había perdido y cuando dio con su olor estaba impregnado con otro aroma. Sangre. Ella estaba toda endemoniada y el observó como ella le quitaba la vida a otra persona.

En ese momento la protegió con su silencio, pero no evitó recriminarle su falta de humanidad.

—No puedo evitarlo... no pude evitarlo. Él quería abusar de mí. Ya no quiero recordar... yo ya no quiero. Por favor no le digas a nadie... por favor. —Suplicó entre llanto.

Sam se sentía en un conflicto, su falta de voluntad por hacer lo correcto, estaba contaminado con la impronta. La impronta pedía ayuda y el no pudo negársela. Trató de parecer firme, trato de darle un ultimátum.

— Si no te reporto, ¿No lo volverás hacerlo de nuevo?

Shirley lo miró fijamente había sudas escritas en su cara.

—No sé. —Respondió sincera.

— ¿Por qué no sabes?

—No me gusta prometer algo si no se si lo voy a cumplir.

Apretó los dientes al saber que Shirley ya estaba en mal camino. Escuchó como Jacob subía las escaleras.

—El hijo de Billy viene. Después hablaremos.

Ella no lo necesitaba, ella en este momento solo requería de un amigo.

Salió de la casa, y a unos veinte metros estaba la rubia observándolo.

—Perro. —Siseó molesta mientras ponía en una postura de defensa.

El sintió como su cuerpo empezaba a temblar, corrió hacia el bosque y sabía que la rubia también lo seguiría.

Lowood (Edward Cullen x Oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora