Desesperación

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Estaba observando su presa no había nadie a un kilómetro, la garganta le ardía de no alimentarse luego. Algo lo estaba siguiendo que sus alarmas de su poder se activaban cada tercer día. Esa banda tensionada le decía que tenía que evitar el lugar.

La desesperación de no saber que estaba pasando lo hacía sentir cuidadoso de su alrededor. Ya empezaba a cazar solo cuando no podía contener más el abrasador dolor de garganta.

En un parpadeo ya estaba succionándole la sangre a esa mujer. Es cuando un efluvio llegó a sus fosas nasales. Fue como una demolición golpeándolo. Era un efluvio humano, mezclado con la de un... ¿vampiro?

Un vampiro se acercaba y venía acompañado de un humano. ¿Qué estúpido vampiro se mezclaría con un humano? Se preguntó al ver que quería ese vampiro que lo estaba atosigándolo por todo un mes.

El conocía ese vampiro desgraciadamente, se habían visto tres o cinco veces y tenía un conocido común, Carlisle.

Vio como Garrett le daba una sonrisa algo entusiasta pero precavida, detrás del él estaba la humana. La chica tenía unos ojos peculiares que lo estaba estudiando como si él fuera el humano y ella el vampiro.

Curioso.

Un leve inicio de alarma que le gritaba que no entrara en una desesperación por este peculiar humano.

Pero las alertas no se iban. Sonaban más cuando aquel humano lo veía con esos feos ojos grises.

— ¿Él también es nómada? —La escuchó murmurar. Parecía que la chica tenía altas expectativas, que él no llegó llenar.

—Sí. Él puede ayudarnos con tu problema.

Carraspeó para darles entender que los había escuchado, también el hecho que el ya quería alejarse. No quería estar en el radar de los Vulturis. Mucho menos sentir esta emoción o sentimiento particular. Hace tiempo que había olvidado como era este sentimiento.

Desconfianza.

—Esa humana es tu sentencia de muerte si los Vulturis se enteran de ello. —Comentó casi casual pero con una leve amenaza de lo que pasaría si alguien se enterara de lo que él estaba haciendo.

—Alistair, viejo amigo. —Habló casi despreocupado, con sus modales de antaño—. ¿Preocupado? No tienes por qué estarlo, mi acompañante solo está de paso. Necesitamos de tus servicios para algo importante.

Alistair los volvió a ver de reojo, no confiaba en esta humana, no confiaba en Garrett a pesar que ya llevaban más de trecientos años en conocerse.

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Caminaba por el estrecho sendero que conducía a la casa de Sam, estaba estrésada de que su ex novio aun no quería regresar con ella. Había escuchado un rumor por parte del concejo que Sam tenía el corazón partido por la prematura separación de su compañera. Leah estaba más que dispuesta en reanudar su noviazgo si Sam estaba con el corazón partido por haber terminado, ella también tenía el corazón partido por haber terminado en un abrir y cerrar de ojos.

Tocó tres veces, esperó y él ni siquiera se asomó. Sigilosamente entró a la cabaña para saber que estaba haciendo su ex novio.

No había nadie, buscó en la sala, cocina, baño y los dos cuartos que tenía aquella propiedad. La casa estaba vacía. Entró de nuevo al cuarto de Sam y algo le llamó la atención. Vio que un mueble de madera se encontraba recortes de periódicos y una foto de una persona que fue la comidilla de todo Forks y parte de la Push.

Shirley Lowood.

Sintió un estremecimiento y su pulsó se aceleró. Esto no estaba bien, ¿Por qué empezaba a sentirse inquieta? ¿Por qué Sam tenia esas fotos?

Ella empezó a buscar en las cajoneras y se encontró con más fotos. En algunas fotos donde Shirley estaba ahí posando con la persona que era su novio. Lo más extraño y aterrador era el hecho que donde debería haber caras, solo había un hueco.

Tenía las caras recortadas o fuera del marco.

Leah sintió que le faltaba aire, sentía unas ganas de llorar por darse cuenta que algo estaba mal en lo que había en la habitación de Sam. Había ropa que era de mujer y ella estaba más que segura que esa ropa era de mujer y era de Shirley.

— ¿Qué haces aquí? —Dijo una voz grave llena de ira reprimida.

Leah volteó a ver al dueño de la casa al igual de aquella voz.

— ¿Q-que es esto? —Sostenía en sus manos una foto y una blusa de color gris.

Vio como Sam le arrebataba las cosas de sus manos.

— ¡Largo!

— ¿Qué es esto? —Preguntó obtusa aun con los escalofrío de punta.

— ¡LARGO! —Rugió como un animal.

Leah solo vio como Sam la sacaba de la cabaña y parecía estar poseído por la mirada llena de odio que le dirigió.

— ¡Nunca vuelvas entrar a mi casa! ¡Entiendes!

Leah solo se quedó petrificada en la entrada de aquella cabaña. Sam no estaba bien. Sam no era un acosador psicópata que estaba enamorado de una niña. No... Sam no estaba enamorado, Sam estaba obsesionado con una niña que dejó Forks por el rompimiento de su noviazgo con Edward Cullen.

Quería gritar de la desesperación, quería quitarse ese nudo en el pecho, ella quería seguir creyendo que su ex novio no era un psicópata.

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¿Por qué las cosas van mal en peor? ¿Por qué nada le está saliendo como él deseaba?

Alice le había marcado para decirle que dejé de buscar a Shirley. Ella ya estaba en manos de dos vampiros y su futuro era de nuevo impredecible.

Se sentía angustiado y culpable por todo lo que estaba pasando. Su preocupación por saber si estaba bien lo llevó a llegar a Inglaterra para tan solo recibir un mensaje, que Shirley estaba en Irlanda con otro vampiro. ¿Qué estaba haciendo ella con dos vampiros?

Edward estaba desesperado por verla de nuevo, estaba desesperado por encontrarla y pedirle perdón por todo el dolor que la hizo pasar. Y estaba preocupado porque ella se llegara a enamorar de uno de esos vampiros.

Suspiró de nuevo para tratar calmarse y dirigirse a su nuevo destino; Irlanda. 

Lowood (Edward Cullen x Oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora