Lowood (Edward Cullen x Oc)

Melancolía

Se encontraba observándola por tercera vez. Se sentía cautivado por esa mirada melancólica que tenía plasmada en la cara. Ella era callada y solo cuando necesitaba algo ella le hablaba. Se habían convertidos compañeros de viajes. La conoció hace quince días cuando escapaba de unos tipos.

Desde ese día, él se enamoró de su misteriosa personalidad. Ella era un increíble acertijo, donde te incitaba a que la descifraras. Un día le preguntó que le había pasado en su mano.

—un reprimido me hizo un drama... al ver que no le hacía caso me rompió el brazo.

Eso lo incitó a saber más de ella. Hoy la observaba, veía como ella miraba las estrellas, como una leve sonrisa adornaba a su melancolía. Como una chispa de alegría brillaba para después desaparecer como una estrella fugaz.

Ella lo consumía de una manera inexplicable. A pesar de ser su compañero de viajes, el solo sabía que se llamaba Lowood, que conoció a varios tipos que le hicieron daño. También el hecho que tiene muchas cicatrices en el cuerpo. Pero el más destacable era lo que tenía en el glúteo. No era su intención verlo, solo que un día no encontraron alguien que le diera un aventón, y decidieron caminar por toda la carretera. Él se quedó descansando en un árbol mientras ella se aventuraba más allá de la carretera. Cuando la descubrió, ella estaba haciendo del baño.

Y lo que destacó mas era esa marca en su glúteo con la letra P. él se alejó y regresó hacia donde estaba descansando. Hizo como si nada cuando ella regresó. El evitó mirarla, el sentía lastima por esta chica que no conocía. El sentía pena por ella. Y ella solo lo miró indiferente. Impenetrable. Eso lo cautivo aún más.

—Lowood, debemos descansar para irnos a primera hora —comentó mientras se sentaba aun lado de ella.

—Descansa tú, yo me quedare un poco más.

—Está empezando a nevar. Vas a enfermarte.

Vio como Lowood lo observó por un momento y asintió. Bajaron de aquella caseta vieja para ir hacia donde se estaban hospedando. En el camino se encontraron con unos tipos que estaban fumando hierba. El quería evitar problemas, tomó la mano de Lowood.

—Ven vamos por otro lado.

Ella lo miró como queriendo descifrarlo para después negar.

—Es su destino que nosotros vivamos o que ellos mueran. No tengas miedo, no pasara nada.

Él quiso creerla, pero sentía que iba a ser imposible, esos tipos eran tres y se veían mas drogados. Cuando pasaron cerca de ellos, sintió como los tipos lo observaron y se daban miradas. El si no fuera callejero, no sabría lo que tratara esas miradas cómplices. Ellos iban hacer asaltados.

Pasó en un instante cuando vio que Lowood estaba sosteniendo a uno de ellos por la garganta.

—Entreguen sus carteras o lo mato.

El vio con morbosa fascinación como la mirada melancólica de Lowood fue eliminada por una depredadora e incluso una llena de crueldad. El tipo gimió más cuando ella le clavo más el pedazo de vidrio. Él no sabía dónde había sacado ese pedazo de vidrio.

Los dos tipos se burlaron y sacaron sus navajas.

¡Maldita sea!

El parecía aturdido sin saber qué hacer. Vio a Lowood como pidiéndole instrucciones, quería decirle que tenía que hacer o como ayudarle. Demasiado tarde. Demasiado tarde porque ella en un instante había desollado al tipo. Y miraba al tipo de la navaja para incitarlo a que la atacara.