Yerra

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Suspiró cansado mientras se tallaba los ojos, tardó casi una semana para averiguar sobre esta persona. No sabía qué hacer, él había hecho los papeles falsos a esta persona dos veces, y ahora tres con este nuevo pedido.

Él la recordaba por las fotos de identificación que le dieron. El primer hombre que le pidió los papeles falsos para esta persona, era un hombre de piel clara con los ojos azules, llamado Paul Lowood. Aunque su verdadero nombre era Paul Murphy.

La segunda persona que vino a pedir papeles para esta persona era él; Jasper. Jasper había llamado pidiéndole que hiciera documentos falsos para esta persona en especial. Él le había dado los documentos hace unos meses, y ahora había una tercera persona que quería saber sobre esta niña en particular.

Por toda la información obtenida, se lamentó al darle los papeles falsos a Paul. La vida privada de Shirley Lowood estaba escrita en cinco hojas de papel. Relataba la vida que sufrió en las manos de su ex cliente Paul.

Suspiró candado mientras pensaba si iba a llamar a este nuevo cliente o no. Soltó una maldición mientras tomaba la hoja donde estaba impresa la participación de los Cullen. Él lo sustituyó por otra información. Estaba tan apurada redactando la nueva información en su computadora cuando sonó el teléfono. Era Max.

— ¿Qué paso? ¿Hay una emergencia?

—Están aquí.

Suspiró mientras daba las siguientes instrucciones. En una hora seria el encuentro con esta persona.

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Estaba alerta en busca de algo que se haya perdido. Estaba viendo al camarero que estaba mirándolo mientras hablaba con un sujeto.

—Buenos días. —Dijo una voz grave.

Él estaba tan pendiente del camarero que no notó cuando su invitado llegó. El hombre era alto, con el pelo negro y piel pálida. Él tenía los ojos color grises profundos al igual que la chica llamada Shirley.

—Buenos días, —dijo nervioso— ¿Usted es?

—Keeldar.

El asintió en reconocimiento. Este tipo era el hombre que estaba buscando información de su hija. No había dudas, y a leguas se veía el aparecido con la chica.

—Señor Keeldar aquí esta los nuevos documentos, y la información que usted pidió.

El señor Keeldar tenía una mirada profunda que lo hacía sentir atemorizado.

—Perfecto.

J. Jenks observó como el hombre sacó de su abrigo tres sobres con el dinero prometido.

—Placer hacer negocios con usted. —dijo el señor Keeldar antes de levantarse e irse por la parte de atrás del negocio.

J. Jenks suspiró aliviado al ver que todo había terminado. Canceló su pedido y se fue del bistro con la sensación que el señor Keeldar era un hombre que podía desparecer sin ser notado. Ya que el camarero y parte del personal no se dieron cuenta de la presencia del hombre.

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Leyendo el periódico se dio cuenta que había una serie de asesinatos por algunas partes de Portland. Dejó de leer al querer descansar al menos unos cinco minutos. Quedó inconsciente por mucho tiempo, solo reaccionó al escuchar que timbre estaba sonando insistencia.

— ¿Si, diga? —Dijo cuando vio la responsable de su descanso.

—Quiero un cuarto —dijo la figura con la voz afeminada pero con un toque de ser monótona.

—Son treinta dólares la noche. —Rebuznó mal humorado mientras buscaba la llave para la persona.

—Me quedaré una semana, te doy la mitad y la otra cuando me vaya.

El solo asintió mientras le daba la llave de su habitación.

—A nombre de quien pongo en el registro.

—Jane Eyre.

El tipo asintió y escribió para después darle indicaciones por donde estaba su cuarto.

Pasaron dos días cuando en el periódico mencionaba que había un asesinato cerca de donde estaba el motel. Estaba tan concentrado leyendo que no escuchó los pasos de Jane.

—Señor. En mi cuarto ya no hay agua.

Se asustó por tomarlo desprevenido.

— ¿No hay? —preguntó molesto.

—Sí.

— ¿estas segura?

—Cien por ciento, estaba lavando la suciedad que estaba en mi cuerpo, cuando dejó de salir el agua. ¿Quiere verificar?

El miró a la chica de pies a cabeza. Tenía el pelo mojado mientras estaba envuelta en una toalla. Su piel era tan pálida que por el frio podías ver sus venas azuladas. También el hecho que la chica parecía tener cicatrices de quemaduras de cigarros. Pero lo que más le llamó la atención era unos moretones que tenía parte de la cara y el cuello.

—Si me sigues observando, pensare que te gusto.

Él tuvo que esconder el sonrojo que alumbraba en su cara. La chica tenía una mirada melancólica y con una carga que lo hizo preguntarse qué clase de vida tuvo para parecer tan cansada de vivir.

—En un momento subiré la bomba.

La chica asintió y se fue de la recepción sin decir nada. El agarró las llaves de mantenimiento y fue a ver la cisterna.

Caminó hacia donde estaba la habitación veintiocho para ver si ya había agua. Tocó la puerta tres veces pero nadie respondió. El abrió la puerta y fue hacia donde estaba el ruido. Por el pasillo que daba donde estaba el baño se encontró con unos pantalones manchados de sangre. La puerta del baño estaba abierta.

Él la observó. El miró el cuerpo lechoso de la joven, lo que más le llamó la atención, fue verla marcada. Alguien la había marcado como un ganado con la letra P.

Salió del lugar no sin antes de ver una cartera en la mesa. Había una identificación con el nombre de Shirley Lowood, lo que le llamó la atención era ver una credencia de un tipo que él había visto antes. No sabía dónde la había visto, pero el reconocía a ese hombre.

— ¿Lo conoces? —Fue la voz de la joven. Su voz no sonaba enojada o molesta, solo curiosa.

—Siento que lo he visto. ¿Es tu padre?

—No. Fue mi padrastro, estoy en busca de él.

—Creo que lo vi hace unos tres meses... pero la tenia diferente nombre.

— ¿Cuál?

—Paul Murphy.

—Gracias... mañana dejaré el lugar. ¿Se puede retirar o tendré que reportarlo con la policía por acoso?

El solo asintió de nuevo sonrojándose. Le dio una última mirada y no pudo evitar ver las nalgas de la chica. Ahora sabía quién era responsable de aquella yerra.

Lowood (Edward Cullen x Oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora