"Dicen que todos tenemos derecho a tener una vida perfecta, pero qué aburrido sería si en realidad fuera así, ¿no? Desde que naces crees que tus padres son las mejores personas del mundo, que nunca te faltarán, que mientras estés a su lado nada malo...
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-¿Lista para repartir las invitaciones para -hizo una pausa de suspenso y gritó lo siguiente- la mejor fiesta del mundo?
Varios chicos que estaban en los pasillos nos quedaron viendo. Incluso mi mejor amigo, James. Él era el chico más guapo, ardiente y popular del instituto. Cabe aclarar que yo era una de las populares. Gracias a eso no tenía que aguantar sus bromas pesadas puesto que esto hacía que me respetaran.
-Hola guapa.- me saludó James mientras me rodeaba con su musculoso brazo y me daba un sonoro beso en la mejilla.
Sus amigos Clark, Logan, Jake y Thomas se acomodaron alrededor de nosotros.
-¿Qué hacen chicas?- preguntó Thomas.
-Estamos repartiendo...- trató de hablar Clara pero llegó Roy, interrumpiéndola con un beso en los labios. ¿Cómo no? Era su novio.
-Bueno, dejen eso para después, ¡tengo que hacer un anuncio importante!- dije emocionada.
-¿Estás embarazada?- exclamó Thomas.
-¿Qué? ¡Desde luego que no! ¡Ya tengo las invitaciones para mi fiesta!- anuncié. Las saqué de mi bolso y comencé a repartilas.
-¡Genial! ¡Alcohol!- gritó Clark, por lo que todos reímos.
-¿Dónde las hiciste? Están geniales.- opinó Logan.
-Mi mamá la mandó a hacer en la Valsoph CoverFactory.- exclamé orgullosa.
De pronto tocaron el timbre del almuerzo. Todos nos despedimos, y mientras los chicos iban a almorzar, Clara y yo nos pusimos a repartir las 250 invitaciones.
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Al terminar estaba exhausta. Salí del aula de mi última clase y comencé a caminar hacia mi carro. Todo lo que quería era llegar a casa para descansar.
-¡Hey, Brooke!- la voz de Clara me hizo detenerme y voltear -¿Estás ocupada, cielo? Quería que me acompañaras a comprar mi vestido para tu súper mega party.- dijo haciendo pasos de baile, por lo que yo reí. ¿Cómo decirle que no? Era mi mejor amiga.
-Sube al carro ya, castaña.- reí.
-Esa es mi chica, ¡eres la mejor!- subió al asiento del copiloto.
Luego de llamar a mi madre de que llegaría tarde gracias a Clara que decidió raptarme para ir de compras, arranqué mi carro y me dirigí al centro comercial.
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-¿Cómo está este?- me preguntó mi mejor amiga al salir del probador con un vestido color dorado que se ajusta a su silueta y tiene un hermoso escote de corazón que le hace resaltar su voluminoso pecho.
-¡Está perfecto!- le dije fascinada por el conjunto -Pero, ¿sabes que pudiste comenzar por allí antes de probarte y descartar estos mil vestidos?- bufé señalando la gran pila de ropa que estaba en la silla al lado de la mía.
-Eres una exagerada Brooke Carrington. ¡Solo fueron 48!- dijo como si nada. Pero 48 si eran muchos.
-Como sea, son demasiados. Hey chica, iré por un café para reponer energía si quieres que yo conduzca de regreso.- bromeé.
-Adelántate, en seguida te alcanzo.- gritó mientras caminaba hacia la caja.
Salí de la boutique y me dirigí hacia el Starbucks de enfrente, pero una pequeña chocó conmigo. La ayudé a levantarse antes de que se pusiera a llorar, pero vaya sorpresa que me llevé cuando la vi. ¡Era igualita a mí! Tenía mis mismas facciones. De hecho, era como si la foto que tenía mi madre en la sala de cuando estaba yo pequeña hubiera salido del marco y lo estuviera viendo en vivo en frente de mi justo en este instante.
-Gracias.- me sonrió la pequeña.
-N-no hay de qué, l-lo lamento.- balbuceé por la sorpresa. La niña soltó una risita.
-¡Meredith! Cariño, ya nos vamos.- dijo una voz detrás mío. Me di la vuelta y me encontré con una señora rubia de cabello corto lacio y ojos verdes. Igual a la niña.
Al verme la señora se quedó paralizada y por un momento me pareció ver que sus ojos se tornaron llorosos y una leve sonrisa quiso aparecer. Pero alguien me tapó los ojos y me dio la vuelta.
-¡Brooke! Te estaba buscando.- debí de aparentar estar mal porque me preguntó -¿Estás bien? Estás toda pálida. ¡Parece que hubieras visto a un fantasma!- bromeó.
Regresé a la realidad y le contesté.
-Oh, no es nada, es solo que me sentí algo mareada. Ven vamos por el café.- la tomé del brazo y la jalé detrás mío.
Volteé buscando a la señora y la niña, pero, ya no estaban. ¿Qué rayos había sido eso?
