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La mañana siguiente llegó, con ella un fuerte dolor de cabeza producido principalmente porque pasó la noche pensando en lo dicho por Willy, el cuál ya había partido a su hogar.

Preguntas del tipo; "¿Para qué quería ayudarte la bruja?", "¿Sufriste algún daño?" O "¿Qué sucedió después?" Habían muerto en su garganta cuando trató de formularlas, el rostro aún cansado del albino le prohibió sacar el tema, diciendo un simple "Cuídate", pero sin embargo, la duda que más le carcomía la cabeza era sobre qué persona, específicamente varón, era el otro que podía gestar.

El relato de Willy no encajaba si no suponía cosas. ¿Le habrá ocurrido algo recientemente? Ahora más que nunca, sabía que su amigo era capaz de no hablar con tal de no preocupar a los demás. Suspiró cansado, odiaba tener tanta curiosidad y últimamente, tanto tiempo libre. Decidió dejar el tema de su amigo de lado por momentos, para centrarse en su bienestar y el de su bebé.

Se sorprendió al tener aquel pensamiento, por fin terminaba de aceptar que mantenía vida en su vientre, y ya le empezaba a llamar como era debido, su hijo.

Una tierna sonrisa se esbozó a la par que sus mejillas se calentaban, llevó sus manos a su abdomen, acariciando por encima de la tela de la playera que llevaba puesta, una  ancha, de las que Rubius dejó en su armario. Los hipocampos, pese a que el río era estrecho, se acercaron a su dueño, acurrucando sus cabezas cuando Vegetta posó sus manos sobre ellos.

En ese momento, todo lo que ocurría a su alrededor él lo miraba con buenos ojos y causaba ternura en su pecho, su hogar parecía más acogedor que antes, el salón se llenó de un calor abrigador... ¡En los cuadros se veía más guapo! Las comisuras de los labios le dolían de tanto sonreír al admirar los pequeños detalles de su casa con la paciencia que antes no tenía. Le quedaba sólo una zona por visitar, así que tras pasar por las puertas de reconocimiento facial, bajó directamente a la sala de Lobo Nocturno.

Ni bien acabó de bajar por esas pequeñas escaleras, los caninos se le tiraron encima. Fue extraño, todos los animales lo trataban con ¿Cariño? Y si era sincero, pensaba que sus lobos se comportarían como cada vez que bajaba, quietos en el sitio que les designó. Lobo Plateado parecía el más entusiasmado, moviendo su cola entusiasmado, interponiéndose entre sus iguales para lamer el rostro del Alfa.

– ¡Tranquilos! –
Exclamó Vegetta entre risas, los lobos se habían encargado de levantar la camisa para lamer su vientre e inconscientemente hacerle cosquillas.
– ¡Basta, por Dios! –

Los caninos no le hacían caso debido al tono amigable en su voz, pero no podía regularlo al estar riendo como una cabra. Uno a uno se fueron retirando de su cuerpo, los lobos más viejos volviendo a sus posiciones y los jóvenes echándose al lado del azabache. Vegetta no entendía el repentino ataque, aunque tampoco sabía que esa era la manera de la manada de darle sus "felicitaciones". Hace un tiempo habían sentido un cambio en el aroma de su jefe, pero ahora que habían podido acercarse más de lo habitual, confirmaron que se trataba de una jefa*. Una que pronto traería a un nuevo cachorro.

Se levantó con dificultad, la caída había dolido pero no era nada grave, devolvió las caricias a cada lobo y después volvió a la planta superior. Un mensaje llegó a su teléfono cuando se disponía a preparar algo para comer. Era Luzu respondiendo a los mensajes que el día anterior Vegetta había dejado.

LuzuVlogs
Vegettita, estoy de vuelta en casa...
Estás en tu isla? Debo hablar contigo
Encontré algo que te puede ser interesante
Dime si necesitas cualquier cosa, para que no tengas que bajar
O si estás por el pueblo, avísame y nos reunimos en alguna parte

VegettaGaymer
Madre mía, qué hablador que estás hijo
Estoy en la isla, sí
No te preocupes por traer nada, sólo ven

Nine Months - RubeGetta. [Corrigiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora