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La noche seguía de pie con orgullo roto, si bien amaba acunar los sueños de los que podían hacerlo, y consolar a aquellos con pesadillas, odiaba tener que llamar a todas las criaturas que intentaban quitarle a sus hijos.

Cuando Vegetta se quedó más calmado, ofreció a Luzu una habitación, éste se negó, alegando que había dejado solo a Manolo y debía cuidar su casa. El azabache no refutó y simplemente lo dejó en el pie del ascensor, en parte también porque el castaño no iba a dejar que lo despidiese en el "petit paradis" como Vegetta llamaba a la zona baja de su terreno.

Entró en su hogar para resguardarse del frío, miró el reloj de la cocina, las 12 AM. Bostezó buscando en el salón a su novio, encontrándolo de brazos cruzados, con la mirada perdida en el bol casi vacío de palomitas. Carraspeó para llamar su atención, lo logró de inmediato.

– ¿Tú prefieres quedarte o irte? –
Preguntó el de orbes lila.

Evidentemente sin saber qué pasaba por la cabeza del rubio.

– ¿Puedo quedarme? –

– ¡Pero por supuesto, chiqui! –
Obvió el azabache dedicándole una sonrisa, seguidamente saliendo del salón para dirigirse escaleras arriba, a su habitación.

Rubén se quedó unos minutos, pensando. Haciendo caso omiso a los celos que le atacaban. Después de calmarse con algo de leche, siguió el camino de su chico, cuando entró en la habitación, Vegetta ya le esperaba con el pijama puesto, sonrió suavemente, buscando en las gavetas del vestidor, las prendas que había dejado para momentos como ese, y con el pijama puesto, se acurruca a un lado del azabache.

– Descansa, Samu. –
Besó al mencionado.

– Duerme bien, Rubén. –

Con pequeñas sonrisas y suaves caricias en el rostro, Samuel durmió pacíficamente, o al menos lo fue hasta un tiempo después, cuando el rubio comenzó a moverlo levemente, con la clara intención de despertarlo.

La luna aún brillaba por la ventana, por lo que supuso que la noche aún era joven.

– Vege... Despierta ya, coño. –
Reclamó el de ojos esmeralda. Los ojos violetas del contrario lo examinaron confundido.

– Rubius... ¿Qué sucede? ¿Qué hora es? –
Se sentó en la cama, frotando sus ojos con la palma de sus manos.

– Las tres de la mañana... Vegetta. ¿Tú me amas? –

La pregunta hizo que el azabache lo mirara detenidamente, sorprendiéndose al hallar tenues ojeras en el rostro de su amado. Vegetta cubrió las mejillas de Rubén con sus manos. Las tres de la mañana... Dicen que al llegar la madrugada, te sinceras de manera peligrosa. 

– Vamos a ver. ¿Qué pregunta es esa? Soy tu novio... ¡Claro que te amo! –

– Ya, pero... ¿Eres mi novio de verdad o como amigos? –

Aquello desconcertó al azabache, dedicándole una mirada extrañada negó con la cabeza, señal de que no comprendía dónde quería llegar.

– Doblas. ¿Qué sucede? –
Indagó, de inmediato sintiendo a su chico escapar de su agarre y escabulléndose bajo las sábanas.

– No es nada, Sam. Buenas noches. –

El lado izquierdo de la cama había hecho un remolino de sábanas, y del lado derecho sólo un hombre confundido. Rubén parecía más embarazado que él. Vegetta destapó a su chico, obligándolo a conectar miradas, los ojos verdes ahora estaban acuosos. La mente de Rubius seguía imaginando e imaginando cosas a espaldas del de cabello alquitrán.

– ¿Quieres decirme qué te sucede, cariño? –

– Es una tontería... –

– Lo que te sea que te ponga así no es una tontería. –

Rubius tragó en seco, ignorando las ganas que tenía su voz de fallar. Dirigió su vista por todo lo que pudo de la habitación, tratando de indicarle a su pareja que prefería callar, pero las insistentes manos de su amado seguían ahí. Suspiró pesadamente, llevando sus dedos a acariciar las muñecas del contrario.

– Estoy... Sólo un poco, celoso de Luzu. –
Terminó por contestar con la verdad.

El ojimorado soltó unas cuantas carcajadas, el rubio supo cómo se sintió su chico momentos atrás. Las manos de Vegetta ahora pasaron a abrazar su cuerpo, dejando un espacio entre su cuerpo y el rostro de Rubén, éste acurrucándose gustoso.

– Si es por lo que sucedió después de la película... No te preocupes, simplemente me afectó más de lo que debería... No tienes que... –
Fue interrumpido por el repentino tirón de oreja que le dió Rubén.

– No existe el "me afectó más de lo que debería". Si te sentiste así fue porque realmente tocó una fibra sensible. Yo me reí en ese instante, yo hice mal. –
Explicó, captando la atención de esos bellos ojos que lo enamoraban.

– Rubén... –

– Y no me vengas con el "ni hicisti nidi mili". ¡Por Dios! –
Otras carcajadas se escucharon por parte de Vegetta.

– Te faltó el "mi amor". –
Rió viendo la cara sonrojada del rubio.
– Pero no estés celoso de Luzu. ¿Vale? No podría querer a nadie más en este momento que a ti. –

Y eso bastó para calmar al tonto corazón de su chico. Porque no había situación de por medio que lo comprometiera a decirlo, porque su mirada se mantuvo en todo momento, porque incluso después de eso, no despegó sus amatistas de sus esmeraldas.

Sin otro intercambio de palabras, ambos se dispusieron a dormir, teniendo una noche plena.

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#VivaInkarmalandYSusIncorrectQuotes

Nine Months - RubeGetta. [Corrigiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora