Capítulo IX

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Muerte vio el cielo, parecía que comenzaría a nevar en cualquier momento, podía ver como madre Naturaleza comenzaba a cambiar el ambiente. Suspiró, se sentía nervioso, observó a Isla que había dejado de sollozar, y solamente miraba a la nada.

— ¿Quieres una taza de té? — Preguntó ella de repente, haciéndolo sonreír de lado.

—Claro — Ella se levantó, y caminaron juntos por la hierba, Isla se detuvo y vio una flor era de color azul con pequeñas pecas negras en sus pétalos.

— ¿Crees que si muero me pueda convertir en una flor? — Muerte miró a la chica, sintiendo un temblor en su pecho, nunca había pensado en el momento en que debería llevársela.

—Podrías convertirte en algo tan sublime — Ella lo observó — que podría colorear el cielo completo con tu alma — Isla alzó una ceja, para luego sonrojarse. Muerte lo notó, y no pudo evitar sonreír junto a ella.

—Pasa — Muerte entró al pupilaje de Isla, olía a libros viejos, y rosas marchitas, olores que le encantaban a él, lo hacían desear llevarse a alguien — No recuerdo cómo te gusta de azúcar.

—Con dos cucharadas está bien — Susurró él sentándose en el sofá, la vio irse a la cocina, así que decidió observarla un poco más de cerca, Isla puso la tetera en el fuego, alistó las tazas que Muerte ya había visto antes.

Los brazos de Isla se movían con delicadeza, tal y como cuando tomaba el arco del violín, su cuerpo, atraía tanto a Arum, no sintió cuando sus pies comenzaban a moverse hacia ella, sin poder evitarlo, quería poder bailar con ella.

Un suspiro de la pelirroja, lo hizo caminar un poco más, anhelaba poder poner sus manos en la cintura de ella, bailar al compás de sus respiros, y abrazarla.

Por su mente pasó cada una de las ocasiones cuando él había tocado algo y se iba, se detuvo en seco, cuando se dio cuenta lo cerca que estaba, pudo oler su perfume, suave como en un campo de flores.

Isla se giró, sorprendiéndose un poco de como él la observaba, ladeo levemente su cabeza, los ojos de él eran tan claros, que sintió un revoloteo en el estómago, sus pómulos podían cortar el viento, su corazón parecía un motor corriendo a toda velocidad, la rizada sintió como sus piernas temblaban de los nervios.

En un momento se sintió cansada, como si las energías se le fueran, se dejó caer al suelo observando a Arum, él la miró.

—Yo no quería... lo siento — Ella le tomó la mano, haciendo que él intentara zafarse, Muerte se desespero quería que lo soltara, podía sentir como comenzaba a irse — Suéltame Isla — Susurró con la voz preocupada, sintió una ola de nervios recorrerlo, como cuando las hormigas caminaban por los brazos de los humanos.

Ella comenzó a cerrar los ojos, entonces Muerte jaló su mano con fuerza, cayendo sentado frente a ella, Arum tapó su rostro con sus manos, el miedo lo había invadido en minutos.

— No me toques — Susurró él mirándola, vio como le regresaba el poco color que ya naturalmente tenía — si vamos a ser amigos, tienes que prometerme que no me vas a tocar — Ella lo observó.

—Por qué — Muerte giró su cabeza un poco — por qué no puedo.

—No te lo puedo explicar — Isla fijó sus ojos en él — no ahora, llegará un día en que deberé hacerlo, pero por el momento debes confiar en mí.

Un silencio se hizo entre ellos. Uno que Muerte esperaba romper en algún momento, hasta que Isla habló.

—De acuerdo — Dijo en un hilo de voz — no te tocaré.

—Gracias — Contestó con una voz suave, aterciopelada, que pertenecía solamente a ella.

***

Un año después.

Los pasos de ambos dejaban huellas en la nieve, ella reía con normalidad, mientras Arum decía chistes sin cesar, la nieve decoraba Oxford como todos los años, las fiestas navideñas ya se acercaban, incomodando a Muerte, llevarse personas en navidad era uno de los trabajos más tediosos que podía tener. Las fiestas dolían el doble, sin alguien a quién amar.

— ¿Sabes? Saqué 10 en mi último parcial — Arum sonrió con amor, le encantaba cuando ella le contaba sus cosas, por mínima que fuera, pero cuando sus ojos comenzaron a brillar de nuevo, algo cálido invadía su sistema —También me alegra saber que ya casi me graduó.

—Falta poco ya — Susurró, mientras fijaba sus ojos en el árbol que no tenía ninguna hoja, solamente nieve sobre él. Bajo el árbol, su padre lo observaba con una ceja alzada, el vestuario era distinto al que su padre en algún momento le dio.

—Qué ves — Preguntó Isla observando el mismo punto que Arum veía.

—Nada — Respondió sin apartar la vista, Tiempo venía caminando con tranquilidad hasta donde ellos estaban.

— ¿Seguro? — Los ojos azules de ella, que con la poca luz parecían un océano, se movían inquietos.

—Muerte — Susurró el Padre Tiempo justo cuando se detuvo frente a ellos, el anciano levantó una mano, haciendo que todo se detuviera alrededor de ellos — Veo que no te hemos hecho falta.

—Es el mejor castigo que me has dado — Dijo mientras miraba de reojo a Isla, la voz de Arum se escuchaba lineal — No los necesito a ustedes.

— ¿En serio? — El rostro serio de Muerte se enfrentaba al sereno de su padre — ¿No te duele matar gente?

—Creo que hacerme sentir, me hizo acostumbrarme a que debo simplemente dejarlos ir — Se encogió de hombros — Soy como un humano, solo que inmortal.

—Tu naturaleza no es ser humano — El castaño entrecerró los ojos — y eso es lo que parece que has olvidado.

—Esto querías o ¿no? — Tiempo frunció los labios.

— ¿No te hacen falta tus hermanos? — Muerte negó.

—No había pensado en ellos desde hace un tiempo — Madre Naturaleza apareció desde la nieve.

—Mamá — Susurró — ¿Qué es esto?

—Llevas un año, así Muerte, alejado de nosotros, no has llegado a ninguna de las reuniones — Naturaleza tocó el rostro de su hijo — hay caos en la tierra, desde que tú has decidido ir de acá para allá, sin visitarnos, ni hablar con nosotros.

—Para qué vinieron a buscarme — Naturaleza fijó sus ojos en él.

—Queríamos verte nada más — Él alzó una ceja, Tiempo rodeaba a Isla, curioso, entonces en un momento se detuvo, para observar a su hijo, se alejó de la muchacha sin poder ver a los ojos de Muerte — No sabes cuánto nos preocupamos por ti.

—No saben lo que es preocuparse, soy el único que en años ha tenido sentimientos... No saben lo que es eso — Rebatió, cortando la charla de su mamá

—Tienes razón — Dijo Tiempo, haciéndolo que se callara de la sorpresa — Creo que debemos irnos, sabemos que estás bien — Muerte vio como su padre tomaba la mano de su madre, y comenzaban a caminar lejos de él, hasta que se fueron, dejándolo con un millón de dudas en su cabeza.

— ¿Qué ves? — Preguntó Isla volviendo a la normalidad.

—Nada — Dijo Arum pensativo. 

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