Muerte se movió hasta un rascacielos en Nueva York, se sentía eufórico, casi libre, respiraba rápido, como si tuviese sangre, como si hubiese un corazón que bombeara.
El viento movió su cabello, una sonrisa repleta de maldad surcó su rostro, lamió sus labios mientras miraba su guadaña.
— ¿Hoy sí estás orgulloso papá? — Susurró con una risa.
Se irguió, cerrando los ojos, sosteniendo su hoz en su mano derecha, en un instante comenzó a escuchar gritos de terror, algunos simplemente de sorpresa y confusión. Arum reía, hasta que algo sacudió su pecho, un dolor, peculiar, parecido al que sintió cuando le pusieron su castigo.
Cayó hacia atrás, mientras en su mente aparecían las imágenes, estaba seguro de que se estaba perdiendo, no sabía volver.
—Tristeza — Llamó cuando se transformó, para moverse por el aire, sin poder controlarse se dirigió a cualquier lado, hasta que impactó en la nieve que cubría a la Universidad de Oxford. Cerró sus ojos, respirando profundo, intentando controlar todo lo que sentía en su abdomen.
— ¿Arum? — Abrió los ojos de golpe encontrándose con los celestes de Isla, que lo miraban fijamente — Creí que estarías con tu familia.
—Yo creí que tú también — Susurró él.
— Sí pero habrá un viaje con mis amigos hacia Gales — Respondió — así que nos íbamos a encontrar aquí.
— Siempre te vas con tus amigos — Reprochó mientras se levantaba, Isla frunció su ceño — A veces no pasamos juntos por eso.
— Qué tienes — Preguntó Isla, dejando ver su confusión.
— Nada — Gruñó, poniendo sus manos en su cabeza, todo comenzaba a irritarlo — No me hables.
—Isla se acercó intentando poner su mano en el hombro de Muerte — Arum — Susurró.
— QUE ME DEJES — Gritó agarrándole la mano, Isla lo observó, un escalofrío recorrió el cuerpo de la chica, Muerte sacudió la cabeza, cuando Isla se fue hacia atrás — Isla — Susurró — no, no — Suplicó agachándose para verla, la pelirroja temblaba, había perdido el color — No, espera un momento — Un poco de sangre salió de la boca pálida de ella, asustando a Muerte — Buscaré ayuda — Arum se levantó desesperado.
Entró al pupilaje, gritando por ayuda, necesitaba encontrar a alguien que pudiera llevar a Isla a un hospital, usualmente los humanos iban a revisarse, o si estaban muy graves para que los cuidaran. Un muchacho de cabello rubio estaba bajando las escaleras del edificio.
—Ayúdame — Gritó el azabache llamando la atención del chico — ella necesita ayuda — Dijo en un hilo de voz — por favor, ayúdala — El muchacho asintió mientras corría.
Un miedo atravesó el pecho de Muerte, le aprisionaba, hacía frío, pero no sabía si estaba dentro de él o la nieve lo había envuelto entre sus brazos, el chico rubio cargó a Isla ante la mirada de Arum. Por la mente del azabache solo paso el tacto de la mano de la pelirroja, suspiró.
— Vamos — Gritó el rubio, haciendo que Arum se moviera, a pesar de que corría sentía pesados sus pasos — Mi auto está a unos minutos de aquí — Explicó con voz cansada — vas a tener que sostenerla un momento, en lo que abro el auto — Muerte negó, sabía que serían minutos para que ella se fuera si la volvía a tocar.
— Tendrás que ser rápido — Dijo justo cuando llegaron al auto, el chico puso a Isla en los brazos de Muerte, la chica gimió de dolor, apretando sus brazos sobre su abdomen — ¡Rápido! — El rubio abrió la puerta trasera donde Arum colocó a la pelirroja.
— Por cierto — Preguntó el muchacho cuando arrancaron – ¿Qué le paso a tu novia?
—No es mi novia — Contestó Arum — está enferma — Muerte pegó su frente en el vidrió — Hace unos meses comenzó a ponerse mal — <<Por mi culpa – pensó Muerte >>
—Me llamo Ben, por cierto — Muerte lo miró — sé que no lo preguntaste pero es para que me digas gracias al final — Sonrió bromista, Arum solo lo observó para luego apartar su vista y fijarla en la nieve de la calle.
***
Ya estando en el hospital Isla había entrado de emergencia, Ben se había quedado al lado de Arum durante una hora. El rubio lo miraba de reojo de vez en cuando.
—Gracias Ben — Susurró Muerte — Me recordaré de ti siempre — Ben alzó una ceja y sonrió.
—Oye — Ben negó — nos veremos en la universidad más de alguna vez, daré una fiesta al entrar al semestre, están invitados tú y tu novia — Arum sonrió de lado.
—Gracias — El rubio se levantó para luego irse, dejando al azabache en las sillas de espera.
Pudo ver a una señora correr por el pasillo, la reconoció de inmediato, podía distinguir ciertos rasgos, sabía quién era.
—Isla — Escuchó a la mamá de la pelirroja — es mi hija — Su voz se escuchaba sumamente preocupada — necesito verla.
Muerte se transformó, sin moverse del lugar, vio como la madre de Isla se sentaba con el rostro compungido, Arum entendía que después de un año, aún le dolía la muerte de su esposo, y el solo pensamiento de perder a su hija, seguramente le desgarraba el corazón.
Se desplazó por los pasillos del hospital, hasta llegar donde atendían a Isla, habían puesto suero en su brazo, los doctores hablaban del cuadro clínico con normalidad, Arum los observaba con atención mientras se movían revisando los signos vitales.
—Sus signos son débiles — Dijo un doctor con el cabello cano, tenía un bigote que aún conservaba mechones negros — es mejor que quedé ingresada, además su cuadro genético no es muy favorable — Arum se acercó a ella, podía sentirlo, era tan débil su estado.
Negó con un profundo suspiró.
Se fue, no podía estar cerca o seguiría llevándosela, lentamente, y seguramente con dolor, detuvo su viaje cuando sus pies tocaron la grama de su espacio favorito.
—Era muy fácil, simplemente alejarte de ella — La voz de su padre resonó en sus oídos, su ceño se frunció, se dio la vuelta para enfrentarlo — Ahora está muriendo en un hospital.
—Algo se movió en el pecho de Muerte, un calor parecía hacerlo sonreír sin razón — Se lo dije a Vida — Susurró, Tiempo sabía que el castigo provocaría eso — voy a matar más humanos, si dejan morir a Isla — Arum sacudió su cabeza — No sé... qué me pasa — Dijo mirando hacia todos lados, su rostro en cuestión de segundos se había llenado de terror – Solo quiero... matar — Se tiró al suelo, temblando, Tiempo se acercó a él.
—Hijo... — Tiempo iba a tocar a Muerte pero el azabache se movió.
—No, me, toques — Susurró, como una orden y no como una petición.
—El castigo aún no termina — Dijo Tiempo alejándose un momento de él — Deberías decirle a Isla quién eres.
Muerte levantó el rostro, sus ojos expulsaban odio.
— ¿Eres idiota? — Preguntó ante la mirada compasiva de su padre — No voy a llegar donde un humano a decirle que yo soy quien lo está matando. SI NO SABES QUÉ SIENTO NO DIGAS NADA... Te daré un día para que cures a Isla, sino, no me importa que me pongas tres siglos de castigo — Dijo suave, como una serpiente — pero me llevaré a más y más hasta que tengas que volver a poblar la tierra.
Su padre lo observó, para momentos después irse, dejándolo solo de nuevo.
Muerte gritó al mismo tiempo que un rayo cruzaba el cielo, esperando que lo que él había pedido se cumpliera.
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Muerte viva
Fanfiction¿Qué ocurre cuando la muerte, se enamora de la vida? ¿Puede acaso correr de ella? En dado caso, la muerte no debería sentir, ni siquiera pudiera darse el lujo de pensarlo. Sin embargo, nadie está excento de que afloren sentimientos, y hasta a la mue...