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Por fin hoy saldrán a pasear por el vecindario, Blas ha estado pensando que hacer para poder huir de su captor, se ha estado portando especialmente bien, ha sido totalmente sumiso y hasta le ha pedido sexo casi todos los días.

Es cierto que siempre ha disfrutado mucho de las relaciones sexuales, Elías es un amante que se esfuerza por complacer y dar placer, hasta le dijo que no hacía falta que le hiciera mamadas todos los días, que ya le pediría cuando le apeteciera. Pero eso no quita, el tener que estar rebajándose, pidiéndole ser follado, aunque es cierto que cuanto más sumiso se comporta, mejor le trata Elías y más gozan los dos del sexo.

Se pone una camisa de manga larga y completamente abrochada, tiene que tapar las marcas de pasión, las de castigo, así como la que deja el collar que lleva fijo en la casa. La camisa azul y negra, con unos vaqueros negros ajustados y calzado deportivo, cuando sale al salón su ego aumenta al ver los ojos verdes llenos de lujuria mientras le repasa.

- ¿Salimos ya, Amo?

-Lo que realmente deseo es follarte, joder eres tan sexy.

-Luego Amo, por favor, tengo tantas ganas de ir a la calle.

-Aprovechemos para ir al supermercado, habrá cosas que quieras comprar.

-Gracias Amo.



Todo el paseo hasta el supermercado fue muy tranquilo, no se encontraron con nadie, a excepción del portero del edificio, que ni los miro. Por el supermercado fue muy cuidadoso, ya que Elías no le quito los ojos de encima, así que, pensando en escapar, le hizo comprar distintas cosas, volvieron a casa, con Elías cargando con varias bolsas muy pesadas.

-Buenos días querido, hace días que no te veía. ¿Qué tal la mudanza? -Una viejita muy simpática se acercó a saludar a Elías, era muy encantadora. - ¿Ya vio el instituto?

-He estado ocupado, por eso no hemos coincidido, si ya vi donde era el instituto. Es usted muy amable, en verdad el vecindario es muy tranquilo.

-Señora, no se deje engañar. Me tiene secuestrado. Por favor llame a la policía.

-Ohhhh querido, disculpa, no me había dado cuenta de que era él.

-No pasa nada.

-Parece tan normal, que pensé que era su amigo.

-Siento que tenga que aguantar esto.

-No importa, llévalo a casa antes de que te meta en un lío.

-Señora, le digo la verdad, ayúdeme, por favor, señora, no se vaya.

-Espera a llegar a casa, serás castigado.

-No. ¡AYUDA!

-Como vuelvas a gritar te meto dos consoladores y no los saco hasta mañana.

Asustado Blas se deja arrastrar a su edificio, los dedos de Elías habían comenzado a clavarse en su brazo mientras hablaban con la señora y no habían aflojado la presión hasta que no estuvieron en su casa.

-Vete al dormitorio quítate la ropa y espérame.

-No, espera Elías, ¿qué vas a hacer?

- ¿Cómo me has llamado?

-Amo, espera, fóllame, querías follarme, hazlo.

-Blas, ve ya al dormitorio, no lo pongas peor.

Diez minutos más tarde, tras recoger toda la compra y serenarse, Elías fue al dormitorio, allí se encontró a un enloquecido y asustado Blas, no paraba de llorar y temblar, desnudo como le había dicho.

-Amo, por favor.

-Te castigué para que no huyeras, trate de hacer algo bueno y dejar que pasaras un buen rato y así es como me lo agradeces.

-Amo, perdóname.

-Blas tu vida está en mis manos y es algo que debes entender. Me perteneces.

Tras eso y para sorpresa de Blas, comenzó a envolverlo en plástico film. Empezó por las piernas, tras hacer que se acostara en el suelo continúo subiendo, sentía el calor y el agobio de no poder moverse, pero cuando comenzó a envolver su cara, el terror lo dejó frío y sin poder moverse. No podía ni llorar mientras sus ojos eran tapados y más se asustó cuando la nariz y la boca también fueron envueltos, haciendo imposible el respirar.

Era cierto que su vida estaba en sus manos, ahora iba a morir asfixiado, jadeaba y temblaba cuando sintió como rompía el plástico y le gritaba que abriera la boca para respirar por ella. Después sintió la vibración del suelo mientras Elías se alejaba lentamente dejándolo allí, solo, sin poder moverse, concentrándose en respirar por el agujero que había abierto, tratando de serenar los latidos de su corazón.

El tiempo se le hizo eterno, no sabía cuánto tiempo estuvo allí, tumbado, sólo, agonizando, sudando por el terror en el que estaba sumergido. Pero por fin sintió la vibración en el suelo y no mucho después manos rasgando el film que le tenía aprisionado. Lloró desesperado contra el pecho confortable de Elías, él le acariciaba y mecía, lo tenía entre sus brazos mientras le consolaba tras el miedo sufrido.

Poco después lo cargó y lo metió en la bañera llena de agua caliente. Le bañó con una esponja suave, que parecía quitar las malas sensaciones del cuerpo, seguía temblando y llorando aún mientras le ponía crema por todo el cuerpo y le hacía un pequeño masaje reparador.

Tras todo eso cerrando la puerta del dormitorio con llave, se acostó poniéndolo entre sus brazos, dejó que llorara y se abrazará a él hasta caer dormido. En ningún momento Elías le habló, fue tierno y amable, le besó y acarició, pero no dijo ninguna palabra.



Cuando despertó, volvía a tener el collar puesto, estaba solo en la cama, pero la puerta del dormitorio estaba abierta, salió buscando a Elías, como no lo vio, supuso que estaría en la cocina, zona a la que no podía acceder ya que la cadena no llegaba allí. Se sentó en el salón para ver la tele, estaban las noticias, así que supuso que en breve almorzarían.

-Ya despertaste, vamos a almorzar.

-Amo.

-No hables, no quiero escuchar nada de ti.

Sorprendido Blas se mantuvo en silencio y así pasaron varios días, Elías no le hablaba más que lo imprescindible, no lo tocaba, ni jugaba con él, no le castigó más ni hizo nada, le daba las distintas comidas o cualquier cosa que necesitara, pero ni siquiera dormía con él. Blas estaba cada vez más preocupado.

-Amo.

-Te dije que no quería escucharte.

-Pero hace una semana ya.

-Me da lo mismo.

-Por favor Amo, háblame.

-No tengo nada que decirte.

-Castígame, pero no así.

-Ya te castigué. Aun así, trataste de huir, volví a castigarte, pero no aprendes.

-Amo, por favor, no volveré a huir. Castígame de nuevo, haré lo que quiera.

- ¿Qué te preocupa?

-Llevas una semana sin hablarme, sin tocarme, no duermes conmigo, no me gusta nada. Lo odio.

-Me has decepcionado me siento dolido y no puedo confiar en ti.

-Por favor Amo, haré lo que quieras.

-Bien, de acuerdo, te daré otra oportunidad, esta noche daremos otro paseo.

-Me comportaré Amo. Gracias Amo.

Continúa>>>

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