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Elías desciende en el ascensor, pensando en que plan nuevo proponer para hacer con Blas, últimamente ha estado más cariñoso y relajado, le sonríe y bromea mucho más, siente como si se estuvieran acomodando y encontrando su lugar en la vida del otro.

Aunque a lo mejor, ahora es mejor dejar un poco de espacio, que haga planes y conozca a estas nuevas personas, que les dedique tiempo. Siempre le dio pena que no tuviera ningún amigo, espera que las cosas cambien, aunque estará muy pendiente de que sea solo eso, amistad, no permitirá que nadie le quite a su niño.

-Buenas tardes, ¿necesita ayuda? -Una mujer, haciendo malabares para que no se le caiga una caja y con algunas otras a sus pies.

-Hola, creo que sí, al portero le llamaron por una urgencia y me quedé con todo esto, no puedo sola.

-No se preocupe, deje que la ayude. -Cogió la pesada caja y tras colocar algunas más encima, viendo como ella tomaba las demás, se encaminó al ascensor. - ¿Es nueva en el edificio?

-Sí, me mudé hoy, estoy en el octavo piso.

La siguió hasta su piso, al abrir ella la puerta vio que estaba lleno de cajas y todo por colocar, la chica parecía algo afectada, mientras veía como lo habían dejado los de la mudanza.

-Puedo ayudarla con lo más pesado, estoy libre, así que aproveche. Sé lo complicado que es ordenar todo solo. Apenas hace mes y medio que empecé a vivir aquí.

- ¿También es nuevo en el edificio?

-Sí, vivo justo en el de abajo, así que si tiene cualquier problema puede buscarme allí, ¿con qué la ayudo?

-No hace falta, no quiero molestarle, usted iba a salir cuando nos encontramos.

-Iba a ir un momento a la tienda, pero puedo ir más tarde, deje que le eche una mano.

La chica muy agradecida comenzó a mirar lo más importante que quería mover y con lo que necesitaría ayuda. Así una hora más tarde, estaba todo encaminado, solo quedaban algunas cajas con las que no necesitaba ayuda.

-Si va a ir a la tienda, ¿puedo acompañarlo? así de paso veo donde está.

-Claro, no está lejos.

-Para cualquier favor que necesite, no dude en decirme. No sabe lo agradecida que le estoy, no sé cómo agradecerle.

-No se preocupe, somos vecinos, no tiene que hacer nada para agradecerme.

Tras ir a comprar, regresaron mientras le daba información general de todo lo que pudiera necesitar y dónde estaba, como la farmacia, parada de bus, y demás lugares. Verónica, estaba asombrada, era la primera vez que conocía a una persona tan amable.




-Yo abro, no sé quién llama a la puerta, cuando salgas del baño te cuento.

Blas abrió la puerta, acababan de llamar, quitando los repartidores de comida nadie había tocado el timbre, en lo que llevaban allí viviendo. Para su sorpresa se encontró una chica de unos veintiocho años, pelo lacio, castaño claro hasta los hombros, unos centímetros más alta que él. Era muy guapa, elegante y tenía unos enormes ojos castaños que le miraron con la misma sorpresa con la que Blas la miró.

-Buenas tardes, no sé si me equivoque. ¿Vive aquí Elías?

-Sí, ¿quién es usted?

-Soy la vecina de arriba. Él fue muy amable, me ayudó con la mudanza.

EducandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora