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Elías lleva todo el día preocupado, desde la noche pasada Blas a estado sumergido en sus pensamientos. Todo el día siendo dócil y complaciente, ayudando a limpiar y sin pedir o insistir en nada, le preocupa que esté pensando alguna nueva manera de escapar y huir de él.

-Blas, ¿podemos hablar por un momento?

-Por supuesto, ¿qué sucede?

Ahí está lo siguiente que le preocupa, no le ha vuelto a llamar Amo, sin embargo, su tono de voz es tranquilo y suave, como si hablara con su amante o alguien a quien tiene cariño.

-Eso me gustaría saber a mí, estas raro desde ayer. ¿Qué has estado pensando?

-En nosotros.

- ¿Nosotros?

- ¿No lo has hecho tú?

-Bueno, sí, por supuesto.

- ¿Qué quieres de mí? ¿Qué futuro imaginas?

-Creo que no te entiendo.

-Dejaste toda tu vida, te trasladaste a otra ciudad, buscaste un nuevo trabajo y estas empezando de cero. Has mentido y preparado toda la casa para tenerme aquí atrapado, estás en plan sado "educando" la manera en la que te trato. -Los ojos azules se clavan en los verdes que le miran preocupados. - ¿Para qué hiciste todo esto?

-Me dijiste que todo terminaba en mayo. Te ibas y me abandonabas, tras cinco años de hacer lo que quisiste conmigo ibas a tirarme sin más. -Sostuvo sus manos, su mirada le decía a Blas del dolor y frustración que sentía. -No podía permitirlo, te amo, pero también te odio.

-Lo dejas bastante claro dado el tratamiento que me has dispensado.

-Odio como me hablas, como me insultas, como me usas y me desprecias. Te estaba "educando" para que abandonaras esos horribles hábitos.

-Estoy escuchando y comprendo lo que me estás diciendo. No volveré a tratarte como antes, no seré cruel, ni te usaré para mi beneficio. Te lo aseguro. ¿Qué más quieres? ¿Qué quieres de mi para cortar todo esto?

-Quiero que me ames. Quiero salir contigo, compartir nuestras vidas, ayudarnos, ser felices juntos.

-No puedes obligar a las personas a amar.

-Lo sé. Pero estoy cansado de sufrir por causa tuya.

-No puedo asegurarte de que me enamore de ti.

-Me gusta como me ves ahora, tu mirada y el respeto que veo en ellos. Tengo algo que proponerte.

-Dime, te escucho Elías.

-Empecemos de cero. Tenemos que vivir juntos, pero comencemos como compañeros de piso. Tendrás tu dormitorio, no habrá ningún tipo de intimidad que no sea la normal entre dos personas que empiezan a conocerse.

- ¿Estás seguro?

-Sí, quiero conocerte y que me conozcas, al yo que nunca hemos dejado que el otro vea. Haré que te enamores de mí.

- ¿Qué pasará si las cosas no salen como quieres?

- ¿A qué te refieres?

-Empezaré a ir a la universidad, puedo enamorarme allí de otra persona, incluso tú puedes hacerlo en tu nuevo trabajo.

-Pues seremos sinceros, estoy preparado para intentarlo, como lo hacen las personas normales.

-Eso quiere decir, coquetear, jugar, tener citas. Hay gente que tiene sexo a las horas de conocerse.

-Pongamos un tiempo para tener sexo. Sé que para mí es difícil te deseo constantemente, pero puedo esperar.

-Hasta octubre, finales de octubre. Si en octubre no queremos estar juntos o si queremos una relación entre nosotros, lo hablaremos. Más tiempo me parece una crueldad y una pérdida de tiempo para los dos.

-Estoy conforme. Tengo estos meses para enamorarte.

-También puedes darte cuenta de que no merezco tu amor. Estamos los dos en igualdad de condiciones.

-No es cierto, yo estoy enamorado de ti.

-Del yo que te despreciaba, frío, fuerte y soberbio. A partir de ahora conocerás a la persona que soy en verdad.

Los dos se quedaron en silencio, pensando en todo lo que podría pasar, como serán las cosas en estos meses, que pasará después de todos los cambios que van a hacer y la nueva manera de relacionarse entre ellos.

Elías quitó el collar del cuello de Blas, a partir de ese momento pasaron el resto del día organizando la casa, ordenaron y arreglaron lo que sería a partir de ese momento el dormitorio de Blas, en el que estaban las cajas que habían enviado de su casa. Se sorprendió al verlas, ya ni se acordaba de la mudanza.

Las zonas comunes de la vivienda fueron repartidas equitativamente, para tener los dos los mismos espacios, así como su propia intimidad en poner sus cosas como desearan.

Fueron juntos al supermercado a comprar, por fin se vio en libertad de escoger las cosas que prefería. Cargados con las bolsas pasó frente a una autoescuela y entró para matricularse mientras Elías regresaba al piso, le había dado la llave y su móvil. Por fin era libre para hacer lo que deseara.

Aprovecho para llamar a sus padres, solo hablaron durante par de minutos, ellos estaban muy ocupados y no tenían ningún interés en él. Preocupado se dio cuenta que, si Elías lo hubiera retenido sin dejarle salir nunca, nadie lo sabría, ninguna persona se preocupaba por él, aparte de ese loco hombre.

Regresó al piso y tras guardar la compra que llevaba usó el portátil para ver los documentos que Elías había rellenado para obtener su plaza en la universidad, estaba todo perfecto, aún mejor que si los hubiera rellenado él. Siempre era muy cuidadoso en las cosas relacionadas con Blas.

Les fue bastante difícil esa primera semana. Tenían que esforzarse, los dos, para no caer en viejos hábitos. Se veían poco, almorzaban y cenaban juntos, viendo la tele para no tener que hablar. Si estaban en la casa, cada cual estaba en su dormitorio. Estaban incómodos el uno con el otro y grandes silencios se creaban, atormentándolos.

Elías comenzó a ir al gimnasio, mientras que Blas se la pasaba en la autoescuela, quería quitarse la parte teórica del examen en dos semanas, una vez aprobado podría comenzar las prácticas. Se esforzaría para tener el carnet de conducir para principios de septiembre.

-Hola Elías, aprobé el examen teórico. En tres días tengo mi primera práctica de conducir.

- ¡Enhorabuena! tenemos que celebrarlo.

-No seas exagerado. Celebremos cuando por fin lo tenga en mi poder.

-De acuerdo, ¿qué te apetece comer mañana?

-No sé, lo que quieras. Pero estaba pensando. No sé cocinar, nada de nada. Todo lo haces tú.

-No me importa.

-Lo sé, pero ayudar a limpiar, además que no lo hago muy bien, ya que nunca había hecho nada de esto. Bueno, ayudar en la limpieza, no es suficiente.

- ¿Qué quieres hacer?

-Enséñame a cocinar, a partir de hoy te ayudaré para aprender.

- ¿Por qué tanta prisa?

-Porque en septiembre comienzas a trabajar. Tengo que saber todo esto, para que no tengas toda la responsabilidad, tan ocupado como estarás.

-De acuerdo, te enseñaré. También nos ayudará a normalizar nuestra relación.

-Tienes razón, supongo que ayudará a que estemos más cómodos el uno con el otro.

-Ven, te voy a enseñar a pelar papas.

Continúa>>>

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