Con el pasar de las horas, aquel lugar cuya serenidad mantenía a sus habitantes tranquilos, poco a poco empezó a reflejar el anaranjado color del atardecer que iba pasando, a medida que pasaban los minutos y que el cielo oscurecía algunas tiendas iban cerrando sus puertas, haciendo que los habitantes que tenían negocios volvieran a sus casas, y así, ya todos los negocios habían cerrado sus puertas, excepto uno que aún atendía a un pequeño cliente.
—¿Todavía no les ha llegado una baya caquic, enigma, o algo así?—una Buneary había llegado a toda prisa hasta aquel puesto que siempre traía cosas nuevas para vender.
Aquella pokémon, tenía un pequeño moño rosado adornando una de sus orejas, también pequeñas manchitas en su piel, y su pelaje era un poco más sedoso que el de la mayoría de su especie. Tenía en esos momentos un pequeño bolsito rosado, quizás cargaba algo de bastante valor.
El Kecleon que ya estaba casi cerrando observó a la niña con una pequeña sonrisa, aunque denotaba una tenue tristeza, ya que sabía que sus palabras la decepcionarían.
—Por el momento no pequeña, no vamos a traer mercancía nueva hasta la próxima semana.
—¡Por los fantasmas! —bufó, apoyando su cabeza en el mostrador—, esperaba sorprender a mi mamá con algún ingrediente nuevo.
—Pero igual me gustan sus platillos de siempre, es bastante hogareño.
Pero, en medio de la conversación que tenían aquellos pokémon, se pudo escuchar los objetos del almacén de la tienda siendo movidos. El Kecleon observó hacia atrás, y la Buneary levantó su cabeza, ambos estaban confundidos.
—¡Pues esto no es una baya nueva, pero sirve!
Una Eevee, que estaba en el almacén, estaba llegando con una canasta que cargaba con su boca, se le veía con bastante alegría en su mirada. Tenía un pequeño paño de color verdoso que tapaba el pelaje de su cabeza, aunque tenía dos agujeros por donde cabían sus orejas, aquel paño servía para dar a entender que trabajaba en aquel lugar; apenas llegar al mostrador, dejó la canasta a vista de aquellos dos pokémon.
La Buneary observó con algo de confusión el contenido.
—¿Semillas bomba? —levantó su mirada para observarla, haciendo una mueca.
—Vamos Emily, no lo veas como algo que solo explota cuando se mastica—sonrió, moviendo un poco la cola.
—¡Pero eso es lo que son! ¡No quiero espantar a los clientes!
—Estás viendo todo de otra forma... ¡Estas semillas expulsan tan fuerte picor que ocasiona una explosión apenas abrir la boca! Pero, en minúsculas porciones o molida... ¡Sirven para hacer una verdadera comida picante!
La Buneary movió un poco sus orejas apenas escuchar el término "picante" mostrando una pequeña sonrisa de lado, al parecer, la segunda empleada había dado en el clavo en los gustos de su cliente.
—¿Picante, eh? —rápidamente agarró la canasta, sonriendo de oreja a oreja—, hace mucho que no hacemos comida con picor, ¡los clientes ígneos estarán...!
—¡Ardiendo con esa receta!—completó la frase, carcajeando—hay 10 semillas bomba, cada una cuesta 30, dando un total de 300, pero puedo hacerte una oferta solo si mañana nos dan a Walter y a mí un almuerzo completo gratis.
Siquiera había esperado una respuesta de la Buneary, pero, que suerte que la hacía, ya que ella misma recordaba que no llevaba mucho dinero, solo parte de sus ahorros. Había ido buscando una o dos bayas, no una canasta completa de semillas.
Emily golpeó con suavidad la mesa, manteniendo intacta su amplia sonrisa. Mientras tanto, aquel Kecleon que había metido la joven criatura en la conversación se quedó observando a las chicas, acomodándose el pañuelo que tenía de vez en cuando, ya tenía en claro que la raza de los Eevees era bastante calmada y bromista, pero la que veía frente a él a veces daba muchos pasos agigantados y muy en serio.
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Pokémon Mundo Misterioso: Luces de la sombra
FanfictionCuando abrió los ojos, supo que no era igual que antes, los ruidos eran nuevos, el ambiente y nuevos olores abrumaban sus sentidos, ¿que le estaría deparando? Luego de caer de formas misteriosas en la aldea, Alex despierta sin ningún recuerdo de qui...